Premiada en el concurso de proyectos de la Comedia de la Provincia 1998, se ha estrenado "Eterna", basada en "La ciudad ausente" de Ricardo Piglia
Por Ana M. Tótoro
Especial para "Hoy"
La obra de Piglia no es material de sencillo abordaje, ya que es una novela experimental en la que distintas historias se cruzan en forma casi caótica, sin una trama fácilmente reconocible. El autor toma la idea de Macedonio Fernández de crear una "máquina de fabricar relatos" y, a partir de allí, elabora su concepción de una sociedad atravesada por relatos, o mejor aún, de la sociedad como una trama ilimitada de relatos (tantos como circulan en la realidad). El ámbito espacial, la ciudad, se llena con una serie de personajes marginales que se entreveran y crean un clima casi arltiano.
Este grupo entusiasta de jóvenes tomó a la Ciudad Ausente como fuente de sus trabajos de improvisación y logró armar a partir de ella un producto más que interesante, en el que se pone de manifiesto el esfuerzo de una tarea de laboratorio.
Desaparecen personajes como el de Macedonio, se crearon otros nuevos (Pérez), se alteró el orden de los sucesos, las palabras de un personaje pasaron a ser dichas por otro, se agregaron fragmentos de textos relacionados con el cadáver de Evita, pero se rescató el clima de la novela y se profundizaron sus temáticas (el poder, por ejemplo).
La sala en penumbras recibe al espectador y lo prepara para el ritual en el que ningún detalle ha sido descuidado: la música, los ruidos, la adecuada iluminación, las proyecciones, las voces en off conviven con un relato no lineal. El escenario está poblado de cajas, que en un primer momento albergan a los actores, y luego se transforman en múltiples objetos. La cámara es manejada por distintos personajes y las proyecciones se realizan sobre diferentes lugares. Todo esto crea un clima de alucinación sostenido por la actuación pareja de los integrantes del elenco. Resulta, en fin, un espectáculo que impacta por la sucesión de imágenes auditivias y visuales que sacuden al espectador.
La historia se desarrolla en torno al Museo, en el que se encuentra la Máquina, y los personajes deambulan por este lugar laberíntico sin tener claro el objetivo de sus búsquedas. Los distintos discursos se suceden y se repiten en boca de personajes diferentes, ya que la identidad se ha perdido y los seres son sólo máscaras indefinidas.
La dirección de Laura Valencia no descuida detalles y, además, propone un código teatral innovador. Se trabajan rupturas, los cortes; se muestra la cocina del espectáculo. Los actores desarrollan sus posibilidades expresivas apoyándose en el trabajo corporal. Componen seres complejos con una estética que escapa al realismo y en la que la gestualidad juega un papel importante (los cinco actores logran destacados resultados). Mención aparte merece el trabajo vocálico de Julieta Vallina en el papel de Elena Fernández o la Máquina.
En síntesis: un espectáculo que revela búsquedas no concluídas y que reconforta con la audacia de su propuesta.
La directora opina
Por German R. Zaupa
Especial para "Hoy"
Laura Valencia empezó a estudiar Plástica en la Facultad de Bellas Artes (U.N.L.P.) y Escenografía en la Escuela de Teatro local, pero al poco tiempo, disconforme con el carácter metódico de las instituciones, abandonó: "Resulta absurdo recibirse de artista", explicó.
Viste de entrecasa, sin pintura, sin pose y revela infinitas ganas de hablar. Es capaz de vivir sin un mango por defender sus ideales. Reconoce que su trabajo es marginal... y se hace cargo.
En La Plata, estudió varios años con Nora Oneto, a quien calificó como una gran maestra: "Hice una obra con ella, donde actuaba y bailaba. Después empecé a estudiar con Bartis, Veronese y Tantanián en Capital Federal.
Decidió abordar al teatro desde la dirección...
No exclusivamente. En este momento me dedico más a la dirección que a la actuación. Desde el '91 vengo realizando varios trabajos de danza, teatro y música. "Manuscritos", la obra anterior basada en textos de Poe, fue una de las más importantes; con ella fuimos a Uruguay y ganamos el concurso de la Comedia Municipal.
Donde trabajo más con el cuerpo es en la danza; tengo un grupo de danza-teatro que se llama "Media-Chilena", allí sí soy intérprete.
¿Cómo se formó el elenco de "Eterna"?
Hay una opinión sobre el teatro que nos une: producir algo sensible es el objetivo. La transformación es lo que más valorizamos. Ser un actor versátil y tener capacidad de adaptación es indispensable.
¿Cómo trabaja la puesta en escena?
Nos ejercitamos mucho a partir de improvisaciones. En esta obra en particular, tomamos temas o capítulos de "La ciudad ausente" que creímos trascendentales en cuanto a lo que dicen, pero no le dimos importancia a quien lo decía.
Cuando Piglia vio la obra, le llamó la atención este aspecto: los personajes de su obra no dicen lo mismo que los de la mía; los textos son dichos por todos y se repiten. Le resultó interesante que hayamos podido crear cierta ficción en el teatro; el creía que era imposible.
¿Qué opinión tiene sobre el teatro de investigación?
A mí no me interesa la clasificación ni discutir si esto es o no es teatro; yo quiero hacer algo que conmueva. Tampoco me interesa representar simplemente un texto; éste debe ser un lugar del cual se pueda ir y venir, no una cosa rígida que te condiciona. Los textos tienen que ser afrontados desprejuiciadamente. Son multiplicadores.
En Capital tenía un ayudante que decía: "En este estudio, si tienen que representar a un pianista no vayar a encargar un piano de cola, dibújense las teclas en los dientes". No debo representar la realidad, debo opinar sobre ella. Los espectadores pueden decir no entiendo... pero me gusta.
Fuente: Diario Hoy, Espectáculos 4 de noviembre de 1998
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