La dramaturga, directora y actriz platense estrenó “Lidia”, una obra “hija” de la pandemia, “una época alucinante para ser escrita”
María Virginia Bruno
22 de Octubre de 2021
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Cecilia Coleff protagoniza “Lidia” |
Dramaturga, directora y actriz platense, Susana Tale le bajó la persiana al oscuro mundo exterior que reinó desde marzo de 2020 y se la abrió a su máquina interior. Pasada la sorpresa de lo inédito de la vida pandémica, la artista se encontró con que estaba siendo testigo de una “época alucinante para ser escrita” y el pensamiento le brotó solo: “ya que no podía escaparme del encierro, lo voy a escribir”. El resultado fue “Lidia”, un monólogo que codirige junto a Coni Mosetti y que toma algunas sensaciones y reflexiones devenidas de la pandemia pero que no se queda ahí. Ya demasiado con la realidad.
Escuchando lo que circulaba a su alrededor, Tale fue empapándose de un mundo que se mudaba con la velocidad de la luz de la presencialidad a la virtualidad, y que empezó a observar con atención sabiendo, de entrada, que lo que estaba amasando no iba a ser un “diario íntimo ni un texto autorreferencial” sino una obra teatral.
Acostumbrada al ejercicio de la escritura, y sintiéndose como una especie de “reportera de guerra”, en tanto sentía que “era un horror lo que estaba pasando afuera pero no me lo puedo perder”, la dramaturga le dedicó su tiempo sin dueño a la creación de un texto poético en el que habita Lidia, “una náufraga citadina, contemporánea, que es pura contradicción, pura existencia”.
Un personaje con el que Tale, según aseguró en diálogo con EL DIA, quiso retratar “ese día contínuo que atravesaba una mujer sola, sútil, sensible, interactuando con el exterior a través de un teléfono, con todo lo banal y patético que tenía eso, enojándose con la situación, reflexionando: Ella con sus pensamientos y su locura”.
De ninguna manera quería Tale que el estreno de “Lidia” recalara en el streaming (un formato que no la convoca y al que recurre solamente para ver esos pendientes de siempre) y estaba convencida de que en algún momento la actividad se reactivaría. Pero, imaginando el futuro, pensó en si el público, una vez devuelta su condición de tal, querría seguir escuchando o viendo historias sobre la pandemia.
“Pero después me di cuenta de que no estaba hablando solo de la pandemia, estaba hablando del encierro, del aislamiento, del auto observarse, de la soledad, de cómo nos relacionamos, del vacío. Era muy existencial todo lo que pasaba. Entonces, si bien el personaje está en una isla flotando en el universo, remite sin dudas a la pandemia pero no es un texto que rebota ahí”, explicó.
Y si a su obra anterior (“Apnea -no se puede respirar-”) le había dado todo el despliegue que una pieza para cinco personajes necesita, ahora sentía ganas de “experimentar con la austeridad absoluta” y decidió escribir un monólogo, un formato que se ajustaba a las limitaciones del exterior y que, por la encarnadura de sus líneas, necesitaba de una actriz potente que se hiciera cargo de esta especie de muñeca rusa que convive con sus precipicios.
El nombre de Cecilia Coleff, en este sentido, no tardó en llegar. Asidua colaboradora de Tale, encontró en ella la candidata ideal a medida que delineaba a su Lidia porque, si bien en un principio sintió que quizás podría interpretarla ella misma, tras mostrarle su material a la actriz y directora platense Julieta Vallina -con quien tomaba clases de entrenamiento escénico- se convenció que sería mejor buscar otro cuerpo, quedarse en tercera persona.
“La obra es pura actriz, potencia y carencia. Me parece que la fuerza de esa actuación, la humanidad, la existencia, la fragilidad y la máquina bestial que es Cecilia, vale la pena. Es actriz en soledad tan profundamente involucrada con ese texto y que, en su desolación, logra un trabajo muy potente”, elogió a su protagonista.
Pero Tale no sólo salió en búsqueda de una intérprete sino también de una codirectora con la que compartir la mirada teatral. “Con Coni Mosetti trabajé en cuatro obras, y ella tenía ganas de dirigir y yo no tenía ganas de estar sola. Ya habíamos tenido bastante soledad (risas). Así que le ofrecí codirigir y me dijo que sí”, reveló la autora que destacó de su compañera el aporte “menos literario” y más enfocado en la parte corporal que necesitaba la pieza.
Encantada por el equipo que lograron armar y con el que “fuimos felices siendo burbuja”, comenzaron a ensayar entre distanciamiento social, barbijos y al aire libre en un crudo invierno que no las hizo doblegar porque el premio era mayúsculo: el tan ansiado regreso a la presencialidad que, finalmente, están experimentando.
Con iluminación de Margarita Dillon e imágenes de Eloy Rodriguez Tale, “Lidia” se ofrecerá los sábados 23 y 30 de octubre y 6 de noviembre a las 22 en Espacio 44, 44 entre 4 y 5. Entradas por Alternativa Teatral.
Fuente: EL DIA
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