IDEADA, ESCRITA Y DIRIGIDA POR BRAIAN KOBLA
En una plaza, espectadores distanciados son
parte de una experiencia con la que el teatro
recupera su esencia: la presencialidad
Por: María Virginia
Bruno
Un sábado más. Una plaza. Gente que
va, gente que viene, gente que se
detiene, gente que charla. Animales.
Chicos. Hamacas en movimiento. La
frenada de un micro. El sol que pega
fuerte en la cara. Algunos se cobijan
en la sombra de frondosos árboles. Otros hacen
gimnasia. Un grupo de personas, paradas frente
a un monumento, parecen ser parte de algo que
el resto no puede descifrar: tienen auriculares,
se mueven en simultáneo, parecen buscar algo o
alguien pero no saben qué ni a quién. Están ahí
siendo parte de algo. Están devolviendo al teatro
su esencia: la presencialidad.
Braian Kobla creó y dirige “Mi parte es todo”,
una experiencia que se desarrolla en un espacio
público de la Ciudad y que podría definirse con
tres palabras: posible, silenciosa e invisible. Diremos posible porque se desarrolla al aire
libre. Sin asumir riesgos innecesarios de
contagio de COVID-19, actores y espectadores se
mantienen a raya, respetando el
distanciamiento social preventivo y obligatorio,
convergiendo en una propuesta escénica que,
también podría decirse, es lo más cercano al
ritual teatral que se pudo observar a lo largo de
los últimos nueve meses. Público y artistas
celebran la comunión, se emocionan por esta
posibilidad de empezar a volver a sentir el arte
sin pantallas de por medio.
Por otro lado, se trata de una experiencia
silenciosa porque los intérpretes no hablan
durante la performance. En realidad, sí, pero ya
lo hicieron. Cuando un espectador adquiere una
entrada, a su WhatsApp se le enviará un audio
de 28 minutos que deberá guardar en sus
archivos que, para una mejor experiencia, se
recomienda no escuchar hasta el día de la
función, a la que deberán acudir con auriculares.
¿Por qué? Porque el sonido de la obra la
escuchará cada uno, desde su propio teléfono,
con sus propios auriculares. Por lo que la gente
que normalmente habita la plaza ese día no
escuchará de qué va eso que mantiene a ese
grupo, al parecer, enajenado.
En un año en que la realidad mereció ser una
ficción, esta ficción se funde con la realidad, en
una experiencia que desafía a los espectadores a
intentar descifrar qué de lo que escuchan, qué
de lo que ven es parte de la obra y qué no lo es. Y
ahí la tercera palabra: la invisibilidad.
Kobla, que es dramaturgo, director, actor y
docente teatral, cuenta que la hipótesis a partir
de la cual nació este proyecto en medio de la
cuarentena tuvo que ver con “cómo encriptar
una ficción en la vía pública que sea
indiscernible a simple vista para el ojo humano”.
Y la respuesta que encontraron, “mágica e
inverosímil”, fue hacerla “invisible”.
Una “hipótesis extraordinaria” necesaria para
abordar un “contexto extraordinario” en el que
la actividad artística frenó de mano y el teatro
sufrió el robo de su esencia con la virtualidad.
ES TEATRO
Inherentemente, “Mi parte del todo” está
atravesada por este presente pandémico y todo
lo que supuso para el arte, con el surgimiento de
nuevos formatos y las nuevas formas de abordar
lo teatral, algo en lo que la pieza busca indagar.
A la hora de ponerle un nombre a este proyecto,
Kobla no duda: teatro.
“Esta decisión viene a partir de reflexionar sobre
la dimensión del lenguaje teatral, poder
corrernos y poner en crisis las lógicas de
producción con las que veníamos trabajando.
Nuestro lenguaje, el teatro, se realiza en un
edificio que lleva el mismo nombre, y es así que
muchas veces se reproduce y se sabe que el
teatro se hace en el teatro. Pero en este
momento que las salas están cerradas, que no
hay edificio que nos contenga: ¿qué sucede con
el teatro? ¿si no hay teatros no hay teatro? ¿un
edificio puede condicionar al lenguaje?
Deseamos y apoyamos las aperturas de salas,
pero ante la inoperancia y falta de decisión
política para que esto suceda, nos resultó
urgente pensar en formas que respondan a las
complejidades de este contexto para que nuestro
lenguaje no se extinga. La voluntad colectiva fue
convertir las restricciones en procedimientos,
que los obstáculos devengan en medios”, cuenta
Kobla.
Este proyecto no sólo les permitió sobrevivir a
estos meses desoladores, sino nutrirse.
“Percibimos esto como una acción directa que
opera sobre el tejido social, político y afectivo de
todxs lxs que estamos en ese mismo lugar y a
esa misma hora -admite el director-. También
percibimos que el público se torna más diverso.
No hace falta saber dónde sea hace o quiénes
hacen obras de teatro. El teatro está ahí,
mientras se fuman un cigarrillo y algunos niñes
se hamacan. Aprendimos mucho y encontramos
nuevas preguntas para potenciar nuestras
futuras creaciones”.
Con las actuaciones de Alejandro Santucci,
Ilenia Contin, Ana Belén Recabarren, Manuela
Villanueva Fernández, Mariel Santiago, Denisse
Van der Ploeg, Valentin Prioretti, Juan
Castiglione y Agustin Recondo, diseño sonoro
de Francisco Raposeiras y Francisco Villar,
asistencia de dirección de Rafael Gigena y
producción ejecutiva de Carolina Sueta, las
entradas para “Mi parte es todo” -hay dos
funciones los sábados- se pueden reservar en la
cuenta de Instagram @miparteestodo.
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