CRUDA MIRADA SOBRE LA TRATA DE MUJERES EN EL TEATRO EL ESCAPE
María Virginia Bruno
8 de Abril de 2019
No tiene el glamour de la China Suárez pero esta Raquel Liberman, la que vemos en la obra que Lorena Velázquez dirige desde el año pasado en teatro El Escape, incluso antes de que “ATAV” se promocionara en la tele, tiene todo el peso dramático que a ella le falta, una encarnadura potente de una mujer valiente que, tras haber sido despojada de su vida y obligada a prostituirse para sobrevivir, se animó a levantar la voz y denunciar a una de las primeras mafias que, en el país, se dedicó a la trata de mujeres.
Es fuerte lo que “Raquel Liberman: el grito de la libertad” nos cuenta en escena, pero nunca lo será tanto como lo es la realidad y, por eso se vuelve quizás necesario mostrar sin eufemismos esas vejaciones a las que muchas mujeres, al día de hoy, aún son sometidas.
Con cinco actores, Velázquez se las ingenia para mostrar a nueve personajes que se apropian de tres espacios bien definidos en los que pasa la acción, y del que nunca se van. El espectador, así, puede posar los ojos donde más le interese, en lo más inmediato o lo que pasa más allá.
Sobre un texto de Carlos Fiasconaro y Martín Caprari, “Raquel Liberman: el grito de la libertad” está basada en una historia real, la de “La Polaca”, como fue conocida la joven costurera que, traída al país bajo un engaño, se convirtió en la pesadilla de la Zwi Migdal, una organización que, bajo la bandera de una sociedad de socorros mutuos, se dedicaba a la explotación sexual de mujeres en las primeras décadas del siglo XX.
En la obra se muestran diferentes pasajes de la vida de esta valiente mujer que, tras liberarse dos veces de esta red delictiva, se anima, a pesar de las amenazas, a golpear la puerta de la Justicia, aunque ésta, una vez más, parece estar vendada.
La debutante Virginia Giorgio le da vida a esta inmigrante desgarrada en cuerpo y alma, y Leandro Chavarría a su captor, el capo de la mafia: libidinoso, violento, violador. Ana Angelillo es su cuñada entregadora, es la madama y, también, una prostituta celosa. Carlos Fiasconaro es el entregador y, también, un comprador de mujeres. Otro debutante, Augusto Rey Perdomo, es otro verdugo de la ultrajada Raquel pero también será su amigo, y quien la ayude a escapar. Sólidas interpretaciones de un grupo de actores surgidos del grupo del Teatro El Escape.
Vale la pena destacar la calidez de la sala ubicada en 44 entre 23 y 24, con una genial disposición del espacio que permite que los actores sorprendan al espectador, con ingresos e intervenciones que rompen sin convenciones la cuarta pared.
Con la asistencia de dirección de Liliana Perdomo, Lorena Velázquez le dio marco a una historia pasada pero un drama presente. Una historia que, en el contexto actual, se vuelve necesaria para tomar conciencia de lo que pasa más allá de nuestras narices, y que casi a diario leemos en el diario.
Fuente: EL DIA
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