sábado, 9 de diciembre de 2017

Museo José Juan Podestá: un recorrido por la historia de La Plata

lA CIUDAD  HISTORIAS PLATENSES

El Teatro Podestá, es el edificio donde se desarrolló la primera manifestación artística de la ciudad. En su interior un museo que revive un siglo de historia

VALERIA NATALIA SÁNCHEZ

“PEPINO EL 88”, CREADO POR EL PÚBLICO. / GONZALO MAINOLDI

El 15 de abril de 1884 se instalaron los poderes públicos de la Provincia de Buenos Aires en la ciudad de La Plata y en medio de grandes festejos, Dardo Rocha organizó un banquete. Invitó a José “Pepe” Podestá, que aún vivía en Buenos Aires, para que realice su show de clown con el reconocido personaje de “Pepino el 88”.

José llegó a La Plata y no consiguió donde hospedarse, los pocos hoteles estaban ocupados. Caracterizado por su espíritu aventurero durmió a la intemperie en la Plaza de La Estación, hoy Plaza San Martín. Al día siguiente, cuando Don Pepe se cruzó a Dardo Rocha le mencionó dónde había pasado la noche y con la perspicacia que lo caracterizaba le dijo: “Tuve la suerte de ser el primer vago de su ciudad”.

La escena de la Plaza fue rescatada por Nicolás Colombo, autor del Libro “Misterios en la ciudad de La Plata”. Dos años más tarde, Don Pepe, su hermano y su socio Scotti, que ya tenían una carpa situada en 51 y 10, compran el edificio del actual Teatro Coliseo Podestá. Lo inauguran el 19 de noviembre de 1886 con el nombre de “Politeama Olimpo”. Así empieza la historia de la familia Podestá, casi desde el nacimiento de La Plata.

Un viaje al pasado

La vieja casa de la familia Podestá fue reconvertida en una suerte de museo. Aunque es difícil delimitar cuándo termina y empieza el Teatro, José Podestá junto a su mujer, hijos y nietos vivieron en el mismo lugar donde trabajaron. Cada pared, ventana o mueble restaurado es, para quienes han cuidado estos años del museo, la más eficiente prueba de lo que pasaba allí.

Así es una visita guiada del Museo Podestá: En el ingreso, un hall con piso de madera, fotos en blanco y negro de artistas reconocidos que pasaron por el Teatro, una vitrina de vidrio con joyas de la actriz Eva Franco y libretos de teatro de la época. A la izquierda, está la primera sala, que era el dormitorio de la familia, dedicada a las pocas piezas que se lograron restaurar de lo que quedó de la casa.

Un inodoro original, las rejas de las ventanas que daban a la calle 47, otra vitrina con papeles de golosinas y entradas de la época que se encontraron tiradas en el piso del teatro y una silla Luis XVI sacada de los palcos. Lo que para algunos fueron solo objetos de una simple casa abandonada e incendiada, hoy, luego de ser restaurados uno por uno, permite viajar en el tiempo y vivir la historia en primera persona.

Alberto Leonforte, Arquitecto y actual director del museo, estuvo desde el inicio de la remodelación: “El teatro y la casa de los Podestá estuvo una década abandonada. En ese entonces se incendió. El museo nace de una necesidad de exponer todos los objetos que se recolectaron dentro del edificio, si bien estaba devastado y no tenía mobiliario, habían quedado cosas como pedazos de sillas, butacas, papeles”.

Pepe era el cuarto de nueve hijos de Pedro Podestá y María Torterolo, inmigrantes genoveses que se radicaron en Montevideo. Fue en ese lugar donde los hermanos Podestá desde chicos comenzaron a practicar malabares y piruetas en la playa hasta terminar conformando la compañía de circo Scotti-Podestá.

Su éxito se afirma y se agranda cuando cruzan el Río de la Plata y se instalan en Buenos Aires. Una función, el payaso de la compañía faltó y Pepe salió a escena. En el apuro, su madre le cosió un traje con sábanas viejas y le colocó parches negros y redondos con cuatro círculos en negro en la espalda. Se hizo tan famoso que la gente lo reconocía como el payaso que tenía un 88, hasta su bautismo definitivo como “Pepino el 88”, creado por el público.

La reconstrucción de Pepino está expuesta en el museo. En lo que antes era el comedor de la casa, ahora un maniquí con la cara de Pepino y una escoba en la mano, viste el famoso traje. El mismo, es una réplica exacta del traje original que está expuesto en el Cervantes.

La sala se recorre rápido, tres baúles que se pudieron recuperar, afiches de la época utilizados por el teatro para publicitar sus espectáculos, un juego de té de seis piezas con una bandeja de cobre y molduras originales, son algunos los objetos que se encuentran. Un rompecabezas en el que faltan piezas. Por suerte, Alberto con su amor inigualable hacia el museo, ayuda a la reconstrucción de la historia: “Pepe Podestá era el pilar de la familia y era una persona maravillosa. Su nieta Martha Morando, que falleció hace dos meses, me hablaba de él como que su abuelo era lo máximo. Además se sabe que Don Pepe tenía un alma caritativa, siempre hospedaba a los artistas que no tenían en dónde dormir”.

Cumplí con el afán de toda mi vida, tener un teatro propio, todos mis desvelos fueron esclavos de ese deseo” Don Pepe Podestá

El museo nace de una necesidad de exponer todos los objetos que se recolectaron dentro del edificio” Alberto Leonforte, Arquitecto y actual director del museo

Otro personaje de Don Pepe que aparece en la habitación es el Juan Moreira ubicado al final de la sala, sin duda, uno de los más emblemáticos. Su nacimiento fue así: Una tarde, Eduardo Gutiérrez, autor de la novela “Juan Moreira” llamó a Pepe para arreglar su folletín en pantomima. La noche de inauguración, Don Pepe creyó que lo iban a matar. Para su sorpresa, el personaje fue un éxito. “Moreira estaba en el alma del pueblo. Yo le puse todo mi criollismo, mi corazón, mi espíritu, mi amor a la pampa. Desde entonces, el culto al coraje criollo tuvo un símbolo. ¡Cuántas veces el público se identificó con el drama del gaucho! perseguido por las injusticias”, contó Don Pepe en un reportaje realizado en 1931. Al tiempo, el personaje suma palabras a sus gestos y en 1885 con su presentación inauguró lo que se conoce como teatro rioplatense.

Susana Macris, Licenciada en Artes Plásticas y escultura tiene fotos de cuando construyeron el maniquí de Juan Moreira. A sus setenta años, con la nostalgia en sus ojos y una sonrisa recuerda: “Las caras de los dos personajes las modelé de acuerdo a fotos antiguas. Todo se trabajó en detalle, éramos seis personas que nos pasábamos el día ahí. La idea era rescatar el original de todo. Reconstruimos baúles, molduras antiguas que luego se usaron para restaurar las paredes del teatro, sillas… Fue una experiencia increíble”.

El Picadero: un tesoro de La Plata

“Cincuenta años viviendo en esta ciudad y nunca me había enterado de esto”, afirma Jorge que con asombro y cautela baja las escaleras que lo llevan al picadero original de Pepino y Juan Moreira. El picadero, era la pista de arena en donde se realizaban los espectáculos de circos. Bajar es parte de la visita del museo y aunque hay gente que fue buscando conocerlo, muchos todavía se sorprenden.

El Teatro Podestá es uno de los pocos que conserva esa parte de la historia. Se ingresa por un túnel que está ubicado al comienzo de la sala del Teatro. Al bajar, te encontrás con la pista de arena hecha de una mampostería que forma el círculo del escenario. Allí, funcionaba el circo compuesto por artistas y animales en donde, del techo de cielo raso, se colgaban los trapecios: ahí ocurría la magia circense.

Lo curioso, es que antes de la última remodelación, el piso se sacaba para realizar las funciones, quedando al descubierto el picadero. En la planta baja había gradas de madera que convergen a él. En 1920 Don Pepe saca las gradas y construye los palcos transformándolo definitivamente en un teatro de prosa. A su vez, le cambia el nombre de “Politeama Olimpo” a “Coliseo Podestá” en memoria de su padre. Con criques que servían para nivelar el piso y sacando las butacas se realizaron en el teatro los grandes bailes de la época. Todavía hoy, eso se puede ver.

El actual Director del Coliseo Podestá, Gastón Marioni reflexiona al respecto: “El picadero es un viaje a la historia en la cultura popular. Somos privilegiados de tener en el Coliseo la piedra fundacional del teatro argentino”.

El nacimiento del museo

La primera vez que Alberto abrió las puertas del teatro se encontró con un edificio abandonado, con humedad, quemado y objetos que parecían no tener ningún tipo de valor. Era 1981 y cumplía funciones como empleado municipal; tenía fascinación por el edificio Podestá. En esos años la Municipalidad se hace cargo y él le pide a la directora colaborar con su restauración. Al día de hoy, Alberto es considerado un pilar en esta historia: “Yo empecé a ir, tomaba medidas y hacía los planos. Un día llego y escucho un estruendo, se había caído un techo. Pero ni eso me detuvo”.

En el proceso de restauración se propuso un objetivo, hoy logrado: “Como consideraba que todo lo que estaba adentro era histórico, decidí que la gente que trabaja acá tenía que guardar todo. Fuimos guardando objetos en los baños del segundo piso”. Para el año 1983, todavía con el edificio en ruinas, Alberto realizó una pequeña muestra de las cosas que había y ese fue el puntapié para que finalmente, en 1991, se inaugurara el museo.

La historia del Museo comienza con la historia de la restauración del Teatro: en la década del 70 la familia Podestá, heredera de media manzana, decide que no puede mantener más el edificio y se va, dejando el teatro completamente abandonado. Para el año 1981, entre idas y vueltas y el temor de que el edificio sea demolido, se realizó una movida con la consiga “Salven al Coliseo”. Lo adquiere la Municipalidad de La Plata y allí comienza su restauración. En 1986 las autoridades deciden restaurarlo por administración, es decir que los mismo empleados trabajaron en ellos. Con los planos que ya había trazado Alberto, en cinco meses se restaura casi todo y desde ese día nunca más se cerró.

Para Alberto, todo lo que se logró fueron sus “sueños cumplidos”. Don Pepe Podestá sentía parecido: “Cumplí con el afán de toda mi vida, tener un teatro propio, todos mis desvelos, mis trabajos y mis ahorros fueron esclavos de ese deseo”.

El museo, situado en calle 10, entre 46 y 47, reabrirá sus puertas en 2018. Este año las visitas se llevaron a cabo de martes a domingo de 10:00 a 13:00.

Fuente: EL DIA

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