“La Bohème”
A 120 años de su estreno en el Teatro Regio de Turín, “La Bohème” se estrenó en La Plata definitivamente luego de los pequeños highlights y actos entrecortados presentados el año pasado, a 11 años de su última representación en el Teatro Argentino
9 de Mayo de 2016
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“La Bohème” tendrá sus tres últimas funciones |
“La Bohème”, con música de Giacomo Puccini y libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica. Dirección musical: Carlos Vieu. Puesta en escena: Mario Pontiggia. Con Daniela Tabernig (6, 8, 13 y 15) y Marina Silva (7 y 14) como Mimí, Gustavo López Manzitti (6, 8, 13 y 15) y Juan Carlos Vassallo (7 y 14) como Rodolfo, Ricardo Crampton (6, 8, 13 y 15) y Gustavo Gibert (7 y 14) como Marcello, Yaritza Véliz (6, 8, 13 y 15) y Constanza Díaz Falú (7 y 14) como Musetta, Mario De Salvo (6, 8, 13 y 15) y Alberto Jáuregui Lorda (7 y 14) como Schaunard y Emiliano Bulacios como Colline.
Por NICOLÁS ISASI
La obra en sus inicios no tuvo una buena acogida, en primer lugar porque otro compositor italiano llamado Ruggero Leoncavallo (creador de “Pagliacci”) acusó a Puccini de haberle robado la historia en la que venía trabajando. Aún así, ambos compositores siguieron con sus composiciones y “La Bohème” de Puccini se estrenó el 1 de febrero de 1896 en el Teatro Regio, mientras que la obra homónima de Leoncavallo fue un año después, el 6 de mayo de 1897 en el Teatro la Fenice de Venecia. La realidad es que con el pasar de los años, solo se recuerda la versión de Puccini, quizás por la fuerza melódica de una partitura emocionante y conmovedora. Otro de los episodios complicados fue al otro día de su estreno en Turín, cuando un diario italiano escribió “aunque deja cierta impresión en las mentes del público, La Bohème no dejará una gran huella en la historia de la ópera”. Quien lo haya escrito probablemente nunca se enteró de lo erróneo de su predicción, porque afortunadamente “La Bohème” figura como la cuarta ópera más representada en todo el mundo y ha sido llevada al cine en varias oportunidades. Al igual que inspiró múltiples obras paralelas como por ejemplo el musical “Rent” de Jonathan Larson, presentado en Buenos Aires hace algunos años.
Ubicada en el París de 1830, en este caso la puesta se adaptó probablemente un siglo más tarde en el bohemio Barrio Latino, donde el poeta Rodolfo, el pintor Marcello, el filósofo Colline y el Músico Schaunard, sobreviven y hacen de las suyas junto a Mimí y Musetta. Compuesta por Giacomo Puccini (es la cuarta de sus 12 óperas) a lo largo de dos años junto a los libretistas Illica y Giacosa quienes ya habían trabajado en “Manon Lescaut” y que a pesar de la tensa relación que los unía, luego trabajarían en las exitosas “Tosca” o “Madama Butterfly”.
El fresco del comienzo hizo más lenta la conexión entre los artistas y la audiencia. La entrada de Mimí llenó de color y calor a la escena. La voz de Marina Silva, fue sutil y espontánea, tanto en lo vocal como en lo actoral. En la batuta se encontraba Carlos Vieu, director estable de la orquesta desde 2013 y en la dirección escénica, Mario Pontiggia, quien regresó al país luego de años dirigiendo en el exterior.
El exceso de iluminación que había, hacía perder colores y volúmenes. Pero el mayor problema se presentó en el momento en que literalmente se corta la luz por una cuestión diegética y seguimos viendo todo absolutamente claro, sobre todo cuando esa oscuridad es tan importante para la historia. De hecho, es el pie para la entrada del aria “Che gélida manina” (que mano fría) que le canta Rodolfo a Mimí una vez que encuentra su mano en la oscuridad.
Interpretada por Juan Carlos Vasallo, comenzó algo forzada, como un extracto impuesto respecto a lo anterior. Presentó una intensidad profunda aunque con cierta dificultad para los agudos. Un detalle raro pero no menor es que los personajes mencionan y señalan la luna mientras cantan hacia la platea, cuando todas las ventanas se encuentran a sus espaldas. Alberto Jauregui Lorda como Schaunard presentó un fraseo entusiasta por momentos perdido entre la orquesta. Gustavo Gibert, como Marcello, fue uno de los más histriónicos y destacó en su cuerda con buena sonoridad. Emiliano Bulacios, como Colline fue una de las revelaciones de la noche. Es además el único protagonista que interpreta al famoso filósofo en todas las funciones. Extraño fue su primera aparición con una barba tupida, mientras que en la escena siguiente aparecía completamente afeitado.
El segundo acto es uno de los más pintorescos por excelencia al tratarse de una escena multitudinaria, donde confluyen todos los miembros estables del coro, los protagonistas y personajes secundarios, el coro de niños y algún que otro figurante bailando, haciendo mímica o caminando en zancos. La escenografía nos muestra un café desde adentro, con un arco de luces bien característico del café concert parisino, algunos edificios en el fondo y mesas repartidas por doquier. La presencia de tanta gente amontonada en escena resultó algo desprolija. Los chicos del coro, bien dirigidos vocal y actoralmente, siempre con la mirada atenta en la batuta del maestro. Es un placer ver ese amor por la música que dejan los pequeños en escena.
La entrada de Musetta logró romper con esa estructura y comenzaron a delimitarse ciertas zonas actorales que se presentaban en simultáneo. Constanza Díaz Falú tuvo buena presencia actoral y mostró ligereza en sus agudos, dejando en claro su talento como una de las protagonistas más jóvenes de la velada. La marcha militar al son de trompetas y flautas sorprendió en el momento más multitudinario de toda la ópera.
En el tercer cuadro, la nieve es protagonista de cada suceso, incluso dentro del cabaret. El descubrimiento de Mimí por parte de Rodolfo a causa de su tos, produce un encuentro inesperado donde le confiesa que sigue queriéndola. Y ella se despide con el aria “Donde lieta uscì”, acompañada por la flauta, de una forma desgarradora que cualquiera que haya vivido la separación de un amor solo puede entender. La interpretación de Marina Silva fue impecable. La expresión de cada cosa que pide le guarde para llevarse, parece ser una lágrima más que cae y sale desde su boca en forma de canto. Una partida sutil pero bella que logró una de las ovaciones más grandes de la función.
El último cuadro vuelve a la buhardilla pero esta vez con algunos cambios en la iluminación, está más ordenado y con algunas flores. Emiliano Bulacios dejó en claro la presencia de un cantante con todas las letras, preciso y bien timbrado que deslumbró con su interpretación. El golpe de la percusión seguido de la entrada de Musetta desata el final trágico de esta historia de amor. El movimiento de los cuerpos, sus giros, sus pausas, y las actuaciones que acompañan los últimos compases de la partitura demuestran un gran trabajo de dirección actoral y uno entiende la expresión “voy a llorar como un niño” que dijo Puccini luego de haber compuesto la última escena del cuarto acto.
PARA RECORDAR
La Bohème: Teatro Argentino. Viernes 13 y sábado 14 a las 20.30hs. Domingo 15 de mayo a las 17hs. Entradas desde $70. Descuentos y promociones para jubilados, pensionados, jóvenes, estudiantes, docentes y personas con discapacidad.
Fuente: EL DIA
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