Boom teatral en City Bell: un elenco de comerciantes del pueblo viene llenando de bote a bote la sala del Teatro de Cámara con la comedia “Mi mujer es el plomero”. Gente sentada en los pasillos. Actúan a beneficio de la Casa del Niño. Dicen que “obra que llena, tiene que seguir”
CARLOS BARNECHE Y MARÍA TELLONE
Por MARCELO ORTALE
Ellos aseguran que, en realidad, hacen teatro todos los días y desde siempre. Que lo vienen practicando en forma espontánea detrás de los mostradores, cuando atienden en sus comercios a los clientes con una rutina casi actoral, decididamente alegre y siempre creativa.
De modo que, si bien la lidia era brava, no les costó demasiado pasar de los mostradores al escenario del Teatro de Cámara de City Bell, en donde llevan realizadas varias funciones a sala llena recibiendo ovaciones que podrían extrañar algunos elencos de la calle Corrientes. La mayoría de los actores son comerciantes minoristas, con la salvedad de algún profesional y de un proveedor.
Los referentes más conocidos son el almacenero Carlos Barneche, primer actor de la comedia “Mi mujer es el plomero”, propietario hace dos décadas del supermercado Los Vascos de calle Cantilo, y Marta Tellone –que en la ficción hace de una madre omnipresente-, una de las dueñas de la panadería San Martín que existe en el pueblo desde hace más de 70 años y que está enclavada frente a la emblemática torre de obras sanitarias.
El elenco que dirige Ariel Perera se completa con Margarita Buezas, Noemí Gómez, Luis González Ramella, Elba Lobo y Adrián Odriozola. Y la obra es de Hugo Daniel Marco, un autor que vive fuera del país que dio su conformidad para esta presentación, cuya finalidad es la de apoyar a las dos Casas del Niño ambas ubicadas en City Bell –una que se denomina Encuentro y otra Abriendo Caminos- que atienden y prestan apoyo educativo a unos 150 niños, ofreciéndoseles dos comidas diarias a los dos turnos de asistentes. “El total de lo recaudado en estas funciones fue para ellos”, dice Barneche.
Pero ambos actores-comerciantes destacan la actitud solidaria de la asociación Lumen Artis, que preside Juan Carlos Carassale, que ofreció la sala en forma totalmente gratuita para todas las funciones que se realicen. Y también la colaboración prestada por el personal de la sala. El propio Carassale refrendó –en una charla anterior- que la sala seguirá a disposición de “quienes vienen demostrando un gran espíritu altruista”.
Cabría agregar que el programa impreso que se distribuye en el público a la entrada contiene –además del reparto y el argumento- el apoyo de 70 comercios y profesionales auspiciantes, cuyo aporte también se sumó a lo recaudado en ventanillas para ser donado.
¿Cuántas funciones van a realizar finalmente?
“No lo sabemos...A nosotros Carassale nos dijo que existe un principio en el teatro que debe respetarse. Ese principio dice así: obra que llena, tiene que seguir. Y nosotros, afortunadamente, venimos llenando. La función venidera que será la del próximo viernes 8 de agosto ya tiene todas las entradas vendidas... Así que seguiremos”.
El Teatro de Cámara se caracteriza por el extremo rigor con el que fue diseñado y construido. El escenario, la iluminación, la acústica, todo fue obra de especialistas, algunos de ellos con trabajos técnicos proyectados para las salas del Colón y del Argentino. Frente al escenario se extienden en plano ascendente las 160 butacas que se vieron completamente ocupadas, al punto que se habilitaron los pasillos laterales para que ingresara más público.
Lo notable es que el elenco –formado apenas hace unos meses y cuyos integrantes recibieron casi vertiginosos cursos de teatro por parte de Perera ya tiene ofrecimientos para actuar no sólo en Saladillo y otras ciudades del interior, sino que ahora los convocaron desde el Rotary porteño para que se presenten en una sala de Palermo Hollywood. “No lo puedo creer...” dice Marta Tellone, cuyos ojos se llenan de lágrimas, por una emoción que no la deja tranquila desde hace varios meses.
“Yo digo que los astros se alinearon... Carassale que nos ofrece este teatro sin que debamos pagar nada. Los directivos de la Casa del Niño, que aceptaron nuestro ofrecimiento para que nosotros recaudáramos dinero presentando una obra teatral y la gente de City Bell, que ha llenado la sala inclusive una noche que diluvió... Y después, al día siguiente, vienen a nuestro negocio y nos felicitan...”, dice Barneche.
Marta, con la voz entrecortada, agrega que “todo lo que recibo estos días es demasiado para lo que yo dí... Son demasiados halagos. Así que siento que debo dar mucho más. Es todo tan emocionante y lo que más me conmueve es participar de un grupo humano tan maravilloso... Los del elenco estamos juntos desde hace mucho tiempo y nunca hubo un sí o un no, nunca una pelea”.
La comedia es una suerte de sucesión ininterrumpida de chistes. El protagonista es un viudo que trata de rehacer su vida sentimental. Hay un triángulo amoroso, una madre obsesiva, una encargada chusma y en ese contexto llega un plomero que, al reparar un baño, recibe una descarga eléctrica y de ella sale creyendo que es la ex mujer del viudo.
Este último rol es el que desempeña Barneche, que con su estatura real de 1,85 y sus 90 y pico kilos de peso aparece en el escenario vestido con distintas ropas de mujer –pantuflas color fucsia, calzas al tono, enaguas y tangas color salmón- en ingresos que hacen delirar al público. “El problema más serio que enfrenté fue comprar esta ropa de mujer, con mis medidas. Sí, fue engorroso...” dice Barneche, cuya esposa y cinco hijos aplaudieron sin parar.
En realidad, los Barneche están acostumbrados a las actuaciones del jefe de familia. Si bien no son teatrales, los días navideños atiende el negocio vestido de Papá Noel. Los 25 de mayo se viste de patriota y los 20 de junio atiende con una ropa similar a la que usaba Manuel Belgrano. Ya salió en el diario varias veces por estas “presentaciones”.
A su vez, Marta –casada con Mario Garaventa (tienen dos hijos y tres nietos)-, asegura que “a Mario le encantó la obra: cuando vino se sorprendió y me felicitó. Me dijo que se emocionó mucho. Y que tuvo doble espectáculo, porque no sólo miró al escenario sino que se dedicó a mirar la cara del público. Y que notó que muchos que son famosos porque nunca muestran su sentimiento, allá en el teatro se reían y se emocionaban”.
Ni Barneche ni Tellone sintieron demasiado miedo antes de la función. El relata que “unos cinco segundos antes de empezar sentí algún temor. Después, cuando empieza la función, todo desaparece”. Marta dice que “tuve algo de miedo pero de pronto uno siente como que no hay público y trabaja para la obra”. El almacenero actor agrega: “además no se ve nada por la iluminación, así que es como que el público no existe. Claro que uno escucha las risas y eso ayuda mucho”.
¿Qué fue lo mejor que aprendieron cuando estudiaban con el profesor?
Carlos cuenta que “en los ensayos el director nos hizo poner en redondo a todo el elenco, con uno de nosotros al medio. Entonces le pidió al que estaba en el medio que cerrara sus ojos y se dejara caer hacia afuera, que lo hiciera sin miedo porque alguno lo iba a atajar. Y así lo hicimos. Uno se caía y cualquiera de ese círculo lo atajaba. Miren –dijo el director- en la representación va a pasar lo mismo. Si cualquiera de ustedes se olvida de la letra, si está frente a algún apuro, ninguno de sus colegas va a dejarlo caer...”
Aprendieron también a vestirse en segundos y a maquillarse más rápido. A prestarse ayuda unos a otros, porque no hay apuntador para ellos y entonces son todos los que se apoyan con gestos, los que arrojan sogas para rescatar al que está en apuros. Aprendieron a mejorar las escenas a medida que pasan las presentaciones. Y el éxito no les cambió un milímetro sus vidas, ya que al día siguiente de los aplausos están otra vez al frente de sus mostradores de siempre, procurando darle a la gente un buen servicio (”nosotros –y esto lo hemos hablado con Marta- tenemos que atender a nuestros clientes como quisiéramos que nos traten a nosotros, cuando vamos a cualquier negocio”, dice Barneche).
Unos 150 chicos reciben apoyo educativo y son alimentados dos veces por día en las Casas del Niño que hay en City Bell. Esas instituciones, de pronto, enfrentan dificultades para brindar el servicio. Un grupo de comerciantes y profesionales decidió que la mejor manera de ayudar es la de vestirse de actores y salir al toro, como dirían los españoles. El resultado ha sido tan exitoso que la función debe continuar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario