Regreso a casa: el bailarín del Royal Ballet se presentó junto a la brasileña Cecilia Kersche en su ciudad natal, La Plata.
"Quién es ese chico? ", se preguntaron los especialistas londinenses cuando el argentino Iñaki Urlezagare emplazó al primer bailarín Adam Cooper en "El lago de los cisnes".
Era la función de apertura de la temporada en el Covent Garden, e Iñaki hacía sólo un año y meses que formaba parte de la compañía del Royal Ballet, que dirige Anthony Dowell. A pesar de que entre 1993 y 1994 Urlezaga ya era primer bailarín del Teatro Colón, su ingreso -tras una rigurosa audición- a la prestigiosa compañía británica produjo un vuelco en su carrera.
"Sé que soy el primer argentino que logra acceder al Royal. Pero no lo tomo de esa manera porque es algo demasiado importante como para pretender ser absolutamente consciente de eso. El sólo hecho de haber ingresado ya es para mí todo un orgullo", comenta Urlezaga desde su casa, en la ciudad de La Plata.
Hace apenas unos días que llegó de Londres, a donde regresará mañana luego de realizar dos presentaciones en el Teatro Argentino de La Plata, junto a la brasileña Cecilia Kerche. Allí bailaron el pas de deux "El cisne negro" (Tchaicovsky y Petipa) y "Paquita", de Ludwig Minkus, sobre coreografía de Marius Petipa.
En la antigua casona familiar, su padre y su madre lo rodean constantemente. Las paredes muestran a varios Iñakis: el bailarín púber, el nenito rubio y sonriente y la imagen de la nueva estrella del Royal Ballet conviven con las antigüedades y los cuadros.
Colmado de afectos, Iñaki siente gran parte de sus anhelos cumplidos. "Al estar como primer bailarín junto a DarceyBussell, que es una grandísima estrella inglesa, se cumplió el más grande de mis sueños. A partir de ahí mi actitud cambió. Ya no soy el chico que fue a cumplir sus sueños; ya son un hecho", asegura a La Nación.
Y la gloria personal, para Urlezaga, continúa. En el mes de mayo realizará una gira como primer bailarín del Royal Ballet, junto a Darcey Bussell, por Estados Unidos y Japón, en donde tendrá la responsabilidad de inaugurar la temporada, en una función de gala, con "Don Quijote" y la producción de Mikhail Barishnikov.
Pero su universo subrepticiamente expandido, resulta para Urlezaga "difícil de explicar. Tanta alegría no me entra en el cuerpo" . Y aunque, cuando habla del tema la emoción lo desborda y le relampaguea la mirada, sabe que lo que le sucede es producto, en gran parte, de su esfuerzo.
"No es fácil bailar: duele y cansa", dice. "Sin embargo luché, trabajé y esperé ansiosamente este momento. Y si bien son cosas muy fuertes, todo se fue dando en orden, consecutivemente. (Se queda pensando.)Puede ser que en Londres, después de audicionar para i ngresar a la compañía, haya tenido esa sensación de ser una persona antes y otra después".
"La Plata es mi ciudad natal", comenta. "Siempre es bueno volver a la familia, a los padres, a los hermanos. Además yo inicié mi carrera acá, así que incluso en lo profesional es también mi hogar. Siempre intento venir y traer todo lo que estoy aprendiendo afuera; que la gente de mi ciudad pueda disfrutar de los logros. Ellos me vieron crecer para a paso, y auque yo no me dé cuenta porque convivo conmigo todo el tiempo, la gente de La Plata percibe los cambioes y me devuelve con sus estímulos: "Iñaki, es duro vivir afuera, lejos de la familia, pero lo tenés que hacer". Me aconsejan en ese sentido".
Sin embargo, los esfuerzos son muchos y los resultados no siempre son inmediatos. "La danza forma parte de mi vida de cada día. Es mucho lo que se deja, y algunas veces los sacrificios no te dan los resultados que esperás. En esos momentos pienso: "para qué me estoy matando si realmente no vale la pena". Largaría todo y me dedicaría a algo más fácil. Pero después me repongo y sigo mi camino".
Iñaki Urlezaga es muy alto (1.87 metro), delgado y longilíneo. Eso le permite cumplir con el fisique du role necesario para los príncipes característicos del ballet romántico."Un príncipe no puede medir un metro y medio; un gnomo, sí", bromea.
De rostro adolescente, se expresa con claridad y da cuenta de una madurez un tanto inusual para sus escasos 21 años. Sabe que tiene que aprovechar al máximo las oportunidades que se le presentan. Pero también le dedica buena parte de sutiempo al ocio creativo. "Me tengo que desenchufar de vez en cuando de mi carrera, escuchar música, leer, salir con amigos, tomar cerveza", especifica,y vuelve a encontrarse con su intimidad: "En mis momentos de soledad,como soy muy religioso, necesito agradecerle a Dios por todo lo que me da".
Alejandra Herren
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