Sábado 14 de febrero de 1987
Raúl Andrioli, actor, titiritero, con tres libros de poesías publicados, fundó en la ciudad de La Plata un teatro de muñecos al que bautizó "El correcaminos". Deslumbrado por la resonancia imaginaria que despierta en los niños "el títere"; dice "qué son las cosas sino objetos a animar, y yo trato de animar a través de la poesía y los muñecos".
Vive en La Plata, pero nació en Azul, en los pagos de Aurelio César López Ocón. Es actor, titiritero, poeta y alguna vez periodista. Raúl Andrioli fundó en la ciudad de La Plata un teatro de títeres al que llamó Correcaminos. Deslumbrado por la resonancia imaginativa que despierta en los chicos el muñeco, sostiene: "El títere es un puente con los niños en el que yo pongo la gracia y la alegría, y ellos su inocencia y su ternura. Es un intercambio de emociones y un medio de comunicación."
-¿Cuál es tu formación como titiritero?
- Como consideré que debía tener una formación integral, procuré conocer todas las técnicas que se relacionan con el manejo de los títeres, además de estudiar teatro con Yirair Mossian. Por otro lado vinculo al títere con la poesía. Existen hechos desconocidos por la mayoría de la gente, como por ejemplo que Oliverio Girondo, Enrique Molina y Manuel Castilla hacían teatro de títeres.
-¿Seguís la línea tradicional para expresarte?
-En principio por una razón de comodidad en el trabajo y para facilitar la tarea de traslado y armado rápido. Coincido con Obrasov y Otto Freitas, en que el títere de guante es el que menos artificialidad tiene. Y como dice Obrasov, "la mano del titiritero es el alma del muñeco", a través de ella saco a la luz, o al público, mis sentimientos o los de los muñecos. No descalifico otro tipo de títeres, que también poseen su encanto, atractivo, condicionamientos y limitaciones. Por ejemplo, mientras la marioneta baila y se relaciona con la ternura, el títere de cachiporra se caracteriza por pegar, por dar golpes, el títere de guante se acerca al género del grotesco o al del absurdo. Lo que no encontré todavía, y sobre ello estoy investigando, es un personaje nacional que nos represente. No existe un héroe como Polichinela, creo que eso está emparentado con la falta de identidad de la Argentina.
-¿Cuál es la relación de los padres con el teatro de títeres en general?
-Están desinformados, y la mayoría decide por ellos y no por los niños. Si a ellos no les gusta, porque de pequeños tuvieron una mala revelación con el títere, no los llevan, y condicionan a los chicos que son aburridos. Apenas tomé contacto con los títeres noté dos cosas, lo difícil que es crear para el público infantil y romper con el estereotipo de la antinomia bueno-malo del títere tradicional. Claro que si reflexionamos que toda la sociedad basa su estructura sobre extremos (negro-blanco, unitarios-federales, capital-interior), sin transitar por los matices, descubrimos por qué los padres no pueden deslumbrarse por el magnetismo de los títeres, no pueden escapar de los esquemas.
-¿Qué significa el decálogo del titiritero?
-Son diez reflexiones para leerlas y difundirlas en cuanta ocasión se presenta: Hice volantes y programas con ellas, y las utilizo como presentación de mis espectáculos. La primera afirma: "El títere y el niño son la comunión del asombro" y la última reclama: "No maten a los títeres, vengan a verlos.
Beatriz Iacoviello
Fuente: Diario Clarín, http://lostiteresdebeppo.files.wordpress.com/2009/12/scan0005.jpg
Raúl Andrioli, actor, titiritero, con tres libros de poesías publicados, fundó en la ciudad de La Plata un teatro de muñecos al que bautizó "El correcaminos". Deslumbrado por la resonancia imaginaria que despierta en los niños "el títere"; dice "qué son las cosas sino objetos a animar, y yo trato de animar a través de la poesía y los muñecos".
Vive en La Plata, pero nació en Azul, en los pagos de Aurelio César López Ocón. Es actor, titiritero, poeta y alguna vez periodista. Raúl Andrioli fundó en la ciudad de La Plata un teatro de títeres al que llamó Correcaminos. Deslumbrado por la resonancia imaginativa que despierta en los chicos el muñeco, sostiene: "El títere es un puente con los niños en el que yo pongo la gracia y la alegría, y ellos su inocencia y su ternura. Es un intercambio de emociones y un medio de comunicación."
-¿Cuál es tu formación como titiritero?
- Como consideré que debía tener una formación integral, procuré conocer todas las técnicas que se relacionan con el manejo de los títeres, además de estudiar teatro con Yirair Mossian. Por otro lado vinculo al títere con la poesía. Existen hechos desconocidos por la mayoría de la gente, como por ejemplo que Oliverio Girondo, Enrique Molina y Manuel Castilla hacían teatro de títeres.
-¿Seguís la línea tradicional para expresarte?
-En principio por una razón de comodidad en el trabajo y para facilitar la tarea de traslado y armado rápido. Coincido con Obrasov y Otto Freitas, en que el títere de guante es el que menos artificialidad tiene. Y como dice Obrasov, "la mano del titiritero es el alma del muñeco", a través de ella saco a la luz, o al público, mis sentimientos o los de los muñecos. No descalifico otro tipo de títeres, que también poseen su encanto, atractivo, condicionamientos y limitaciones. Por ejemplo, mientras la marioneta baila y se relaciona con la ternura, el títere de cachiporra se caracteriza por pegar, por dar golpes, el títere de guante se acerca al género del grotesco o al del absurdo. Lo que no encontré todavía, y sobre ello estoy investigando, es un personaje nacional que nos represente. No existe un héroe como Polichinela, creo que eso está emparentado con la falta de identidad de la Argentina.
-¿Cuál es la relación de los padres con el teatro de títeres en general?
-Están desinformados, y la mayoría decide por ellos y no por los niños. Si a ellos no les gusta, porque de pequeños tuvieron una mala revelación con el títere, no los llevan, y condicionan a los chicos que son aburridos. Apenas tomé contacto con los títeres noté dos cosas, lo difícil que es crear para el público infantil y romper con el estereotipo de la antinomia bueno-malo del títere tradicional. Claro que si reflexionamos que toda la sociedad basa su estructura sobre extremos (negro-blanco, unitarios-federales, capital-interior), sin transitar por los matices, descubrimos por qué los padres no pueden deslumbrarse por el magnetismo de los títeres, no pueden escapar de los esquemas.
-¿Qué significa el decálogo del titiritero?
-Son diez reflexiones para leerlas y difundirlas en cuanta ocasión se presenta: Hice volantes y programas con ellas, y las utilizo como presentación de mis espectáculos. La primera afirma: "El títere y el niño son la comunión del asombro" y la última reclama: "No maten a los títeres, vengan a verlos.
Beatriz Iacoviello
Fuente: Diario Clarín, http://lostiteresdebeppo.files.wordpress.com/2009/12/scan0005.jpg