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jueves, 15 de marzo de 2012

Golijov: profeta también en su tierra

Miércoles 14 de marzo de 2012 | Publicado en edición impresa

Con el estreno local de La Pasión según San Marcos, el Teatro Colón da esta noche el puntapié inicial a su temporada lírica

Por Pablo Kohan | Para LA NACION

Aqui y alla: Gosvaldo Golijov, el compositor argentino más célebre de la actualidad.

Para la gran mayoría de los argentinos que saben de su existencia -que, obviamente, no dejan de ser una minoría-, la música de Osvaldo Golijov es una incógnita. Después de todo, en nuestro medio, salvo alguna ocasión más que aislada en la cual se interpretó alguna de sus obras, lo único de su producción que tuvo alguna permanencia y una muy lograda resonancia fue la presentación de Ainadama , en el Teatro Argentino de La Plata, cuando fue programada, junto a Estancia, de Ginastera, en ocasión de la celebración del Bicentenario. Por lo tanto, la presentación de La Pasión según San Marcos, una invitada extraña para abrir la temporada lírica del Colón, tiene sabor a justicia, a sano resarcimiento. Por un lado, como reconocimiento al compositor argentino más célebre de la actualidad, uno de los más renombrados del planeta, y como un acto de justicia, ya que se le permitirá al público porteño, más todos los agregados que arriben curiosos y expectantes hasta el Teatro Colón para ver de qué se trata el asunto y para comprobar, en efecto, que el prestigio ganado lo ha sido más que merecidamente.

Recién arribado al país, desde Boston, donde reside hace veinticinco años, Osvaldo comienza recordando qué era para él el Teatro Colón. "Para mí, venir con mi mamá, desde La Plata, era una verdadera aventura. Yo tenía menos de diez años, y todo era sorprendente: subíamos al tren, bajábamos en Constitución donde había multitudes que me abrumaban, tomábamos el subte, saltaba a las escaleras mecánicas y, por fin, nos sentábamos en el teatro. Cuando se apagaba la luz, comenzaba la segunda aventura. En el Colón no tuve mi primer contacto con Mozart, con Verdi o con la música clásica, porque los conocía del Argentino, Pero aquí descubrí a Mussorgsky, a Stravinsky, a Wagner. Cuando volvía a casa y me sentaba frente al piano, me sentía superinspirado. Lo único que quería es que se me ocurriesen melodías que, para mí, en aquella época, era a lo que se reducía el arte de la composición." Y concluye sus pensamientos con una reflexión y una esperanza: "Ahora que vuelvo al Colón desde otra posición, humildemente, lo que más quisiera es que, frente a La Pasión..., algún chico o alguna nena, en la platea, se sienta inspirado como me pasaba a mí frente a aquellas obras que escuchaba con increíble atención. No sé si lo podré saber. Pero sería una gran felicidad. Además, siento que poder ofrecer La Pasión según San Marcos acá es una especie de devolución para con un teatro que alegró y dio felicidad a mi infancia".

En cuanto a los asuntos y los preparativos, no hay sorpresas. La Pasión según San Marcos es una obra de repertorio que, desde su estreno, viene recorriendo los teatros de todo el mundo. "Con estos solistas, instrumentistas y cantantes, y la mano experta de María Guinand, lo mío se reduce a algunas observaciones de balances, de equilibrios escénicos y a poco más." Lo consultamos sobre quiénes pueden interpretar una partitura que recurre a elementos y contenidos de la música popular latinoamericana. "Cada día más músicos y de los más diversos. Los integrantes del coro son, en un ochenta por ciento, cantantes que no participaron en aquel estreno de 2000. Cuando se hizo en Boston, los bronces y la mitad de la percusión, eran los de la Sinfónica de la ciudad. El próximo mes, cuando se haga en el Carnegie Hall, el coro será casi todo de jóvenes neoyorquinos. Cuanto más pasa el tiempo, más se va abriendo a otros intérpretes. Creo que hasta la parte destinada a una mezzo latinoamericana, concretado, hasta ahora, por Luciana Sousa o por Biella Da Costa, puede llegar a ser interpretada por una cantante lírica abierta y curiosa a otras maneras de cantar y a otros lenguajes musicales. Con todo respeto y salvando las distancias, es como la música de Duke Ellington. En un momento, sólo la podía hacer su propia orquesta. Hoy en día, cualquier banda de buenos músicos la puede hacer."

No dejamos de hablar sobre la controversia suscitada en Estados Unidos por el estreno de su pieza orquestal Sidereus y las acusaciones de plagio al argüir que tiene elementos de una obra de Michael Ward-Bergeman. Reduce el asunto a cierta ligereza, cuando no a cierta mezquindad, de quienes están al acecho para atacarlo por su manera de componer por fuera de ciertos cánones. Por lo demás, según lo aclararon tanto Golijov como Ward-Bergeman en una reciente nota que salió en The New York Times, la creación tan mentada no fue sino una obra que se realizó con materiales que ambos habían trabajado conjuntamente para la banda de sonido de la película Tetrus.

Pero Osvaldo Golijov prefiere dejar este tipo de comentarios de lado y concluir manifestando su esperanza de que La Pasión... sea bien recibida en el Colón. "Siempre hay una emoción particular ante el estreno o la reposición de una obra en la cual invertiste tiempo, honestidad, respeto y trabajo. Ahora, que sea en el país en el que naciste, te criaste, donde tu familia vivió y tus amigos están y en un teatro que a mí me nutrió, me causa una emoción muy hermosa y muy intensa.

Una obra mestiza, contemporánea, superior

La Pasión..., un encargo para homenajear a Bach

En 1996, Helmuth Rilling, tal vez la máxima autoridad sobre Bach en lo que va de las últimas décadas, le encomendó a Osvaldo Golijov la composición de una cantata, "en el espíritu de Bach", definición tan inexacta como altamente sugestiva, para ser estrenada en el Festival Bach de Oregon. La resultante fue Oceana, una bellísima cantata sobre un poema de Neruda extraído de sus Cantos ceremoniales. La satisfacción de Rilling, y de todos aquellos que presenciaron su estreno, saludado con ovaciones absolutamente infrecuentes en el campo de la composición académica, quedó reflejada en el segundo encargo que le realizó. Para los doscientos cincuenta años del fallecimiento de Bach, en 2000, Rilling, ahora como director de la Academia Bach de Stuttgart, sacó de la galera el proyecto Pasión 2000 e invitó a cuatro compositores, de distintas geografías y culturas, para que, cada uno, escribiera, precisamente desde esa peculiaridad geográfica y cultural, una Pasión sobre alguno de los cuatro evangelios. Los cuatro elegidos fueron la rusa Sofia Gubaidulina, el chino Tan Dun, el alemán Wolfgang Rihm y el argentino Osvaldo Golijov. En realidad, no sólo argentino, sino, más precisamente, platense y judío, condición, esta última, que, para algunos -no para Rilling, por supuesto- podía llegar a significar algún impedimento o limitación.

Golijov asumió la tarea y entendió que las prácticas eclesiásticas de vastos territorios americanos, salvo mínimas alteraciones, siguen la tradición europea. Ante esta situación y entendiendo la singularidad del pedido de Rilling, optó por indagar en los sincretismos religiosos que tuvieron lugar en América latina para así apartarse de los modelos europeos, esencialmente, aquellos devenidos de España e Italia. Puso el ojo en las conductas, rituales y usos que se desarrollaron en Brasil y en Cuba, y elaboró una obra mestiza, contemporánea y superior en la que conviven la tradición de la academia musical europea y de las pasiones oratoriales, establecidas hacia 1700, con técnicas de absoluta modernidad y elementos compositivos e interpretativos de las músicas y las culturas populares de América latina, esencialmente de las mencionadas Brasil y Cuba, pero también con toques andinos y tangueros. Multicultural y osado, Osvaldo, además, agrega extrapolaciones que sólo caben en la fantasía de un compositor de imaginación fecunda como ser la musicalización de un poema gallego para la escena de las lágrimas de Pedro, un atinadísimo canto llano para la Eucaristía, toques de jazz en scat, una adaptación de "Todavía cantamos", de Víctor Heredia, transformada en un bella pieza coral, y el Kadish, la plegaria fúnebre judía, en arameo, que se entona en memoria de los muertos y con la cual, entreverada con una de las lamentaciones de Jeremías, en latín, se cierra la obra.

La Pasión..., desde su estreno clamoroso en Stuttgart se ha transformado en un hito de la música contemporánea. El orgánico incluye a una soprano lírica, una mezzo latinoamericana, cinco percusionistas, bronces, piano, cuerdas y un amplio coro. Lejos de ser una mera obra de concierto, este espectáculo escénico incluye danza -aislados pasos de capoeira-, vestuarios, movimientos del coro, juegos de luces y actuaciones, hechos que, además, justifican plenamente que la obra haya sido incluida dentro de una temporada lírica.

Por último, esta Pasión es una obra admirable, de intensa espiritualidad y de un devenir dramático y musical contundente, que culmina con un silencio rotundo y conmovedor. Acá están todos los perfiles de Golijov, un creador de auténtica originalidad cuyo credo es la suma y la resemantización de músicas, formas, técnicas y prácticas en significados y totalidades nuevas y diferentes. Algunos, desde la intriga, el desconocimiento y, quizás, algún resentimiento -porque las búsquedas de Osvaldo se apartan de ciertos dogmas que se han establecido como únicos para determinar la contemporaneidad de una obra o un estilo-, lo acusan o ningunean con una impiedad llamativa e injustificada. Seguramente, desde hoy, en el Colón, serán muchos quienes se sentirán sacudidos y admirados por la música de un compositor argentino que supo darle al Evangelio según San Marcos una lectura profunda, distinta, latinoamericana, de altísimo arte y una inmensa potencia expresiva..

PARA AGENDAR

La Pasión según San Marcos: de Golijov. Hoy, mañana y el sábado, a las 20.30, y el domingo, a las 17. Teatro Colón, Libertad 621. Entradas: desde $ 43.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1456270-golijov-profeta-tambien-en-su-tierra

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