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lunes, 10 de octubre de 2011

Los Kaplan: “No podemos hacer teatro sin afecto ni cariño”

Jorge D’Elía integra el elenco de El Elegido y Tina Serrano sobresalió en Resistiré. Ahora están juntos en "Los Kaplan", una versión de Aquellos gauchos judíos en el Teatro del Globo.

Publicado el 10 de Octubre de 2011

Por Mercedes Méndez

Un hecho de amor. Eso es, en esencia, el teatro para el actor Jorge D’Elía. Dice que él nació en los escenarios, que viene de una generación que en los sesenta trabajaba en la boletería, armaba la escenografía, escribía la gacetilla de la obra y también podía protagonizar. 

Y que para eso se necesita mucho cariño. Su compañera de elenco, Tina Serrano, coincide: “Yo no puedo hacer teatro sin afecto. Prefiero quedarme en mi casa.” 

Por eso, los dos protagonizan Los Kaplan, una versión de la directora Eva Halac sobre la pieza Aquellos gauchos judíos, que en 1995 estrenaron Roberto “Tito” Cossa y Ricardo Halac en el Cervantes. En esta obra, transformaron el relato épico de la puesta original en una comedia sentimental. Los artistas quieren hablar del amor.

Los Kaplan cuenta la historia de una familia judía en los años cincuenta, en Buenos Aires. David Kaplan atiende junto a su nieto Sergio un negocio mayorista en el barrio de Once. La decisión de Sergio de viajar a Israel lo enfrenta a su novia actriz y a su abuelo, quien se rehúsa a vender el negocio y volver a Moisés Ville, donde lo espera Edith, su amor de juventud, para preguntarle por qué la dejó. Jorge D’Elía y Tina Serrano hablan de la versión de la hija del reconocido escritor Ricardo Halac y reflexionan sobre las diferencias del trabajo del actor en el teatro y en la televisión. D’Elía integra el elenco de la novela El Elegido, en la que interpreta a un senador corrupto que maneja la trata de mujeres y Tina Serrano tuvo una destacada participación en la tira Resistiré.

–¿Qué quedó de la versión de Aquellos gauchos judíos?

Jorge D’Elía: –No mucho. Quedaron algunas partes del texto, pero la historia se aleja mucho de la original. Si bien la letra está respetada, se sacaron muchas cosas, se dejó lo necesario y se suplantó por acciones dramáticas. Es un proceso creativo hermoso. Es una historia de amor que quedó suspendida en el tiempo. Pasaron 50 años y la historia sigue. Y este vínculo de amor no tiene nada que ver con Aquellos gauchos judíos, que no era una historia de amor, pero ahora sí lo es. Y se convirtió porque Eva (Halac, la directora) es una chica muy creativa y permite trabajar. Las escenas fueron en esa dirección y ella no las censuró.

Tina Serrano: –Durante los ensayos estuvimos todo el tiempo con la imaginación a flor de piel. Y con el inconsciente también, porque salen cosas que uno ni se imagina. El elenco es muy lindo, son muy buenas personas, de corazón muy noble. Es la única forma en la que se puede hacer teatro. En la obra, se habla de la vida de las personas que ya no están, pero que aparecen en escena. Por eso, muchas veces se está hablando con muertos que aparecen en escena. Los personajes nos mandamos muchas cartas.

–¿Hasta qué punto influyen los afectos para el trabajo del actor?

JD: –En teatro es la única manera en que trabajo. En televisión yo trabajo por dos necesidades: por la económica y para que me llamen para hacer una obra de teatro. Pese a que he hecho muchísima, pero muchísima televisión, siempre la detesté. No hubo un solo día de mi vida que no la detesté. La televisión no me interesa porque entrás vacío y no podés desarrollar nada.

TS: –En la televisión, las condiciones de producción son muy rígidas y pesan mucho sobre el actor. Uno no se puede tomar el tiempo que necesita para preparar el personaje.

JD: –Estuve un año entero haciendo Celeste siempre Celeste en 1993. El día que se terminó la novela estaba camino a mi casa, pero de repente doblé con el auto y me fui a Nueva York, para saber quién era. Estuve siete días: no sabía si era Amadeo Pizzamiglio (su personaje en la novela) o Jorge D’Elía. El cine también es antinatural para un actor. Uno llega el primer día de rodaje, saluda y le dicen que tiene que hacer la última escena, justo cuando te morís. ¿Cómo construís tu personaje si no viviste todo lo anterior? En la televisión, llegás de un día para el otro, yo pregunto qué tengo que decir, voy y lo digo, nada más. El valor es pasar por boletería a cobrar y que tu cara salga en la pantalla así te conoce la gente.

–¿Pero en televisión es imposible construir un personaje?

TS: –Depende de la situación. Se va armando algo, pero es difícil.

JD: –Se hace un esqueleto. Es que no se tiene tiempo para nada más. Cuando se trabaja en teatro, se tiene tiempo para llevar a los hijos a la escuela, para ir a la rotisería, para ir a pescar, para comer, para ir al dentista. En tevé no podés.

–¿Por qué se trabaja en esas condiciones en la televisión?

JD: –La televisión no cambia. Hay una falta de respeto permanente. Hace poco me frenó en la entrada del canal un hombre de seguridad y me dijo: “Disculpe señor, ¿usted es el remisero?” Yo le dije que sí, que iba a buscar a Pablo Echarri. Y por esa respuesta me dejó entrar. Esa es la televisión.

TS: –En los canales ya no pueden entrar los mismos actores a buscar trabajo. No pueden entrar si no tienen alguien adentro. Además, la gente piensa que los actores de televisión ganamos fortunas, que todos estamos en la revista Caras. Eso es una estupidez.

JD: –La Universidad de Buenos Aires hizo un censo sobre la cantidad de actores que trabajan en cine y televisión: son 138 actores que ganan más que la canasta básica, sobre 7000 que están sindicados. La desocupación es casi del 85 por ciento. La gente pasa por un kiosco y ve la vida de lujo que tienen algunos famosos, pero esa no es la vida de los actores. Yo no los juzgo, pero esa no es la vida del común de los actores.

TS: –Esto es algo que hay que resolver para las futuras generaciones, para que no se formen falsas expectativas con la profesión.

–Ustedes han hecho mucha televisión. ¿Ninguna experiencia fue buena?

TS: –Sí. Yo en Resistiré la pasé bárbaro. Me divertí muchísimo. Era una fiesta ir a trabajar.

JD: –Cuando me metí en este espectáculo, lo llamé a mi representante y le dije: “No hago ninguna otra cosa que no sea esto. Y si podés que me rajen de El Elegido, buenísimo.” Yo sigo en la novela porque además de estar mi hijo en la producción (el actor Federico D’Elía), para mí Pablo Echarri y Martín Seefeld son como otros hijos. Pero hoy sería el hombre más feliz del mundo si me matan en la novela, así estoy un poco más tranquilo. Lo que pasa es que no se puede, yo tengo un hijo chico, de diez años. Hay que pagar la escuela. Entonces me la hice corta: voy a la tevé como un kamikaze, siempre y cuando no esté trabajando con gente con la que no quiero trabajar. ¡Yo pasé más horas de mi vida con Andrea del Boca que con mi mujer! Fueron cuatro años enteros y en un elenco de gente que no era macanuda. Ahí sí se te hace duro. <

El debut en el teatro de “El Chino” Darín, hijo de Ricardo Darín

La presentación de Los Kaplan incluye el debut en el teatro de El Chino Darín, el hijo del reconocido actor Ricardo Darín.

En la obra interpreta al nieto del personaje de Jorge D’Elía, que decide viajar a Moises Ville en busca de su novia y que, de esa forma, arrastra a su abuelo a reencontrarse con la mujer de su vida.

“El vínculo con el Chino Darín es genial desde el primer día. Será porque tengo hijos de su edad, porque es un pibe encantador, respetuoso, no se la cree, muy de la cepa del padre. Es una fiesta trabajar con él”, dice D’Elía.

El hijo de Darín estudió teatro con Raúl Serrano y cine en la Universidad de Cine. El año pasado, también trabajó en televisión en la tira Alguien que me quiera por El Trece.

Además de D’Elía, Darín y Serrano, integran el elenco de Los Kaplan los actores Claudio Rissi, Cristina Fridman, Alejandro Hodara, Leandro Cóccaro y Ariadna Asturzzi.

Teatro del Globo
Marcelo T. de Alvear 1155,
Capital Federal.

Fuente: http://tiempo.elargentino.com/notas/no-podemos-hacer-teatro-sin-afecto-ni-carino

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