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domingo, 9 de octubre de 2011

Sabrina Garciarena: “Lo mío es el movimiento”

REVISTA NUEVA / Nro. 01057 / 9 de octubre de 2011


Sabrina Garciarena volvió al país después de una larga temporada de triunfos en Europa. Pero volvió es un decir, porque lo suyo es estar de acá para allá. En pocos días estrena su última película argentina.


A los 29 años, Sabrina Garciarena bien podría declararse ciudadana del mundo. Pero, casi seguro, nunca lo hará: a lo largo de la charla, demostrará que prudencia y humildad son dos características valiosas de su personalidad. Sin embargo, desde hace cuatro años la joven que debutó allá lejos y hace tiempo en la tira Verano del 98, deambula por el Viejo Continente de manera constante: la tele y el cine la reclaman, especialmente en España e Italia, donde ya la reconocen por la calle.

A pesar de que hacer su camino en el extranjero le represente cumplir un sueño largamente acariciado, la chica de Ramos Mejía no deja de repetir que la Argentina es su lugar en el mundo. “Este es mi lugar, yo soy de acá y todo lo aprendí en mi país”, asegura Garciarena, al tiempo que su peinadora le arma bucles perfectos en su pelo largo. Y habrá que creerle: su departamento, ubicado en el exclusivo Puerto Madero, luce impecable y “habitado”, aunque ella viene de un largo período en la Madre Patria.

–¿Pesa el desarraigo?

–(Piensa). Empecé a viajar en 1997, pero de manera particular, porque estaba tres meses afuera, tres meses acá, otros cuatro meses afuera... Lo mío, últimamente, es el movimiento. Lo que sí te puedo decir es que se extraña. Lo bueno es que ya en el primer viaje a Madrid hice un montón de amigos, a quienes reencuentro al volver en cada oportunidad.

–¿Cómo fue la decisión de aquel primer viaje a Madrid?

–La primera vez me fui a España para rodar Tocar el cielo, con Facundo Arana, dirigida por Marcos Carnevale, y me encantó. Tanto, que una vez que terminamos el rodaje me quedé viajando por ahí. Entonces, decidí que era hora de animarme a trabajar fuera de mi país y contraté a un representante español. Pero te aclaro que no busqué al más top, ni a esos de los que todos hablan, porque ellos se dedican exclusivamente a sus estrellas. En cambio, busqué a uno con hambre, por decirlo de alguna manera. Y fue una buena decisión.

–Acá ya tenías una carrera más que armada. ¿Tuviste que arrancar de cero?

–Sí, literalmente. Acá tenía un montón de propuestas interesantes, pero yo ya había tomado la decisión de irme. Una vez en Madrid, empecé a ir a castings, algo que acá se hace muy poco, así que también eso fue una aventura. Ya en el primero me convocaron. Desde entonces, no me faltó trabajo.

Y tiene razón. Su currículum internacional incluye una película con dirección de Luis Pietro (Condon Express); la serie Cuestión de sexo, que hizo junto a su compatriota Diego Peretti; el filme Pagafantas (de Borja Cobeaga), que tuvo reconocimientos en el Festival de Cine de Málaga y estuvo nominada para tres premios Goya; la miniserie Tierra rebelde, para la RAI, y la película La sombra del destino, junto a Romina Mondello y Adriano Giannini, con la dirección de Pier Belloni.

–La RAI tiene que ver con tu vuelta acá, ¿no?

–Sí, porque en un mes vamos a filmar la segunda parte de Tierra rebelde en Uruguay. Van a ser seis meses de trabajo, pero con facilidades para ir y venir. Estoy muy contenta. Encima, los meses de trabajo son en verano y Uruguay es precioso.

–¿Cómo es trabajar para la RAI?

–Muy, pero muy fuerte. Los proyectos son megaproducciones, con escenarios súper increíbles. Es genial poder participar de semejantes productos.

–¿Alguna vez te dio miedo que el público argentino te olvidara?

–No, para nada, porque cada vez que vengo, trabajo. Por ejemplo, hace poco, hice una campaña de ropa interior. Es una forma de estar, aunque no necesariamente me encuentre en el país. Hace bastante que me lo venían proponiendo y, al final, me animé. Si no la hago ahora, que tengo 29, ¿cuándo? Además, grabé el primer capítulo de un unitario, Maltratadas, que habla sobre la violencia de género en todas sus formas. A mí me tocó la temática del acoso sexual en la oficina.

–¿Cómo es el proyecto del unitario?

–En cada capítulo, y con elencos rotativos, se toca alguna forma de manifestación de la violencia. Los libros son de Esther Feldman y Alejandro Maci, que vienen de ganarse el premio Konex como los mejores autores de la década, y la dirección está en manos de un talentoso como Alberto Lecchi, así que imaginate el lujo de equipo que me tocó. Yo trabajo desde chica. Cuando mis amigas pensaban en bailar, yo estudiaba libretos o me maquillaban, pero para una escena. Siento que la gente del ambiente es como una segunda familia, y en Maltratadas hubo mucha gente que quiero y respeto. Fue un placer hacerlo.

–La serie toca un tema denso. ¿Te interesó especialmente participar?

–Sí. Siempre pensé que los actores somos comunicadores y está bueno ayudar a tomar conciencia. En mi capítulo, hablamos del acoso sexual en la oficina. Después, mirando a cámara, damos un mensaje y decimos dónde se puede pedir ayuda. Pero, sin llegar a ese extremo, el abuso psicológico, por ejemplo, está en todos los niveles...


–¿Te pasó alguna vez, de alguna manera, pasar por una situación violenta en el trabajo?

–Esas cosas pasan, se ven. El maltrato es mucho más común de lo que la gente cree. Por otra parte, el mío es un personaje jugado y yo quiero asumir desafíos.

–Como irte a trabajar afuera....

–Sí. Es algo que siempre había querido hacer. Me fui en un momento en que me ofrecían un montón de proyectos acá. Pero me parecía una experiencia imperdible de vivir. El actor debe aprovechar experiencias para completarse. Eso es lo que hice.

–¿Qué fue lo que más te costó?

–Tengo un gran poder de adaptación, así que no me puedo quejar. Buena parte de La sombra del destino, por ejemplo, se grabó en Túnez, que es una cultura opuesta a la nuestra. Grabamos en pleno desierto, con cincuenta grados de calor, vivíamos en carpas... ¡y yo estaba chocha! Si lo pienso, todo esto de irme afuera tuvo mucho de inconsciencia. Nací en una familia en la que somos cinco hermanos, tengo una mamá y un papá que se aman, somos de barrio, de comer asados los domingos o irnos de vacaciones todos juntos y en auto a recorrer el país de punta a punta. ¡Muy pollitos de mamá! Pero todo fluyó, por suerte.

–¿En Madrid, dónde vivís?

–En realidad, voy cambiando de barrio. Estuve en Pozuelos, Chueca, Salamanca, El Bernabeu, La Latina... Alquilo por el tiempo que esté.

–¿Qué se te incorporó de la cultura española?

–Por ejemplo, neutralizar la forma de hablar, porque así me lo piden. También algunos platos, como la paella, que me encanta. Soy fanática de un restaurante que hace unas tortillas increíbles con papas que traen de Salamanca.

–¿Cocinás?

–Sí, no soy experta, pero me gusta hacerlo. Como crecí en una familia muy numerosa, compro como si viviera todavía con todos ellos, al mejor estilo de como lo hacía mi mamá. No entiendo a la gente que va al supermercado a comprar un paquete de galletitas y una leche. Yo, aunque vivo sola, compro un pollo entero, tres kilos de naranjas, todo en cantidad. Así que invito mucho a comer porque, si no, tengo que tirar las cosas.

–¿Qué otros desafíos tenés por delante?

–¡Miles! Cuando abrís la puerta que abrí yo, te das cuenta de que el camino es infinito, por la posibilidad de trabajos, de nuevas amistades, de directores talentosos con los que podés trabajar, de la cantidad de países que podés conocer. El actor es del mundo. En España hice unos cursos de teatro con Claudio Tolcachir, que va y viene por todos lados con su compañía. Fue todo un aprendizaje. Este es un momento de movimiento, me estoy dejando llevar por lo que llega y por lo que intuyo que tengo ganas de hacer. Si me ofrecen algo acá que no me quiero perder, me quedo chocha. Lo que entendí es que no se debe planear demasiado.

–¿En eso tiene algo que ver el amor? Según algunos medios, volviste con el periodista Germán Paoloski.

–Yo nunca dije ni que volví ni que no volví. La verdad es que nosotros estamos muy en contacto desde siempre, incluso antes de ser pareja, porque tenemos amigos en común. Hay mucho amor y mucho cariño, pero no hablo ni oculto nada: no hay ningún proyecto a futuro. Nos queremos y respetamos de verdad, los dos estamos solos, pero él trabaja mucho acá, y yo, mucho afuera. Esa es la realidad que nos toca. Al menos, por el momento.

–A esta altura del partido, ¿ya te sentís reconocida en el extranjero?

–Es diferente. Yo afuera todavía no conozco a todos los directores, actores o periodistas. Pero me reconocen en la calle y me escriben en el Twitter. Hace poco estuve en Física o Química, que es un programa súper popular. Mi personaje usaba las uñas pintadas de distintos colores y las chicas se me acercaban por la calle para mostrarme las suyas. Eso ya es mucho para mí.

Fuente: http://www.revistanueva.com.ar/numeros/01057/nota/7

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