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jueves, 12 de mayo de 2011

“Ahora le puedo aportar a Don José mucha vida”

Maximiliano Guerra durante los ensayos, en la previa del debut de la puesta en escena en Mar del Plata, durante el último verano

Este sábado, a las 21.30

12.05.2011 | El bailarín Maximiliano Guerra, junto al Ballet del Mercosur, vuelve al Coliseo Podestá, con una versión del clásico Carmen en un acto

Aunque parezca un movimiento extremo el pasaje de un espectáculo al otro, lo cierto es que Maximiliano Guerra busca el sentido de la danza entre las contradicciones de época que la sacuden. Luego de presentar Íntimo, un espectáculo que explora las danzas folclóricas tradicionales, el tango e incluso el clásico fusionado con temas del rock nacional o rock sinfónico electrónico pasa a la revisión de un clásico de la talla de Carmen, basado en la novela de de Merimée. En esa disyuntiva Maximiliano encuentra el camino del bailarín, no dejándose presionar por la adscripción a ninguna definición totalitaria a la hora de entender la danza y tomando todos los elementos creativos que están a su alcance. Como Carmen, la cigarrera que protagoniza la obra, se debate entre las contradicciones de su época y su espíritu.

Para Maximiliano, esta no es la primera vez que interpreta el clásico aunque como él afirma: “La obra en sí misma te exige un reencuentro todos los días por el universo de emociones que encierra. En lo personal es aún más desafiante porque tuve la posibilidad de participar en varias versiones coreográficas. Desde lo emotivo es muy fuerte volver a transitarla porque fue la primera obra que bailé como primer bailarín del Teatro Argentino. Entonces tenía nada más que quince años”.

Esta revisión sobre Carmen que Guerra propone se conecta de alguna manera con aquella versión del Teatro Argentino dirigida por Adolfo Plissetsky “porque en el rol de coreógrafo de la puesta tengo un perfume muy fuerte de Alonso. Cuando descubro genialidades de otros coreógrafos me gusta mantenerlas. Sin embargo, como intérprete lo que ahora le puedo aportar al personaje de Don José es mucha vida a comparación de aquella mirada de los quince. Aunque a esa edad ya era un profesional, hacía unos cuantos años que bailaba y hacía una vida de una persona madura tenía algunas cosas de adolescente que no permitían terminar de entender la dimensión del conflicto. En ese entonces no estaba casado, no tenía hijos, no tenía compromisos sociales, ni vivencias en el mundo que después tuve gracias a los viajes, entonces por supuesto que este Don José tiene una carga más fuerte e intensa que el anterior, mucho más de hombre. Hay roles en la danza que son para ser bailados cuando la bailarina o el bailarín tiene la madurez de vida y aún conserva la juventud que le permite ponerle el cuerpo”.

La coreografía de Guerra y Gabriela Pucci cuenta la historia de Carmen, una cigarrera que se debate entre sostener su personalidad rebelde o ceder a las condiciones de su época que la quieren acallar representadas por los personajes que la rodean fundamentalmente hombres. Luego de una discusión se le presente la disyuntiva entre adaptase o perecer. Más allá de las desventuras amorosas que la historia presenta en este punto se centra la lectura de esta versión.

Además del movimiento, Carmen representa otro desafío para Maximiliano Guerra y el Ballet del Mercosur que fue lograr dotar a sus personajes de expresividad y verdad escénica. Es por esto que trabajaron junto a Manuel Callao en la dirección de actores, porque según
Maximiliano “habitualmente los bailarines trabajamos solo alrededor de la coreografía buscando las sensaciones y los sentimientos que tenemos que expresar. Nosotros en un momento optamos por deja la coreografía de lado para meternos de lleno al mundo actoral y con el material de esa exploración recién volver a la coreografía. También en busca de lograr que sea una puesta particular, todos los miembros de la compañía nos abocamos a leer la novela porque queríamos que cada uno de los miembros de la compañía tenga su opinión al respecto y darnos el lugar del debate de los temas que atraviesan la obra”.

Esta búsqueda de una mirada particular sobre la obra se enlaza con la formación y el objetivo principal por el cual fue creado el Ballet del Mercosur: la creación de intérpretes creativos. Según Guerra, “no sólo se han alcanzado las metas que nos propusimos en un comienzo sino que hace once años que sostenemos la compañía. Cuando la fundé en el ‘99, la realidad era otra. Las grandes instituciones de la danza como el Teatro Argentino y el Teatro Colón audicionaban aproximadamente cada siete años y casi no existían posibilidades insertar como profesional siendo bailarín. Hoy por hoy, hay 24 bailarines del Teatro Argentino que han pasado por el Mercosur y unos cuantos en el Colón. El aporte de la compañía ha sido favorecido a la formación de bailarines de la nueva generación, que no tengan miedo a nada y que se saquen los pruritos de que si baila clásico no se tiran al suelo. Acá hacemos todos todo”. Por eso la puesta de Carmen, de Maximiliano no responde quizás a la forma y los cánones que establece el imaginario alrededor de la obra ni a cierto respeto sacro por el clásico pero que está más cerca de expresar las contradicciones de los propios interpretes y del público que los acompaña.

Fuente: http://www.elargentino.com/Content.aspx?Id=138599

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