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martes, 16 de noviembre de 2010

19 Años de La Nonna

Leo Ringer

“Cuando tenía 5 años me preguntaron que quería ser de grande y yo dije tener un teatro”

Hoy, recibe a Aquí La Plata en sus instalaciones de calle 47 y 3. Ansioso por los festejo de un nuevo aniversario de su emprendimiento, el actor, director y músico recorre pasado, presente y futuro del teatro La Nonna.

Leo Ringer no necesita demasiado preámbulo para comenzar a hablar, al mencionar la cercanía de los festejos se apresura a aclarar que este 16 de noviembre no sólo se cumplen 19 años de la inauguración, sino que comienza lo

que va a ser la fiesta del 2011: los veinte años de La Nonna. Rápidamente, rememora el año 1991 y se describe delgado y con cara de ratoncito cansado; terminando los últimos detalles con sus padres mientras los espectadores entraban a la sala. Hace mención a dos padrinos de lujo: Iris Marga y Pipo Pescador, y describe una fiesta con suelta de palomas, globos y un circo montado en la calle.

-Ahora estas pensando en nuevos festejos, ¿con qué va a sorprenderse el público?

Si bien la fiesta va a ser todo el 2011, este mes de noviembre vamos a hacer, también, los festejos. La madrina de este año es Beatriz Taybo (siempre buscan padrinos genuinos del teatro) y va a estar presente, aunque no confirmamos la fecha aún. El sábado 13 hace su show el Gato Peters (presente todos los aniversarios) y soplamos las velitas. El 16 hacemos un acto cultural con artistas plásticos bajo la coordinación de Nelba Greco, y el 18 es la función de gala con “Monólogos de la vagina”. Además, vamos a hacer una convocatoria a los ciudadanos, para ayudar a reconstruir la historia del barrio, porque recordemos que desde la estación de trenes, pasando por el Pasaje Dardo Rocha y la Casa de Gobierno, el diagonal 80 fue la primera vía de comunicación y La Nonna está ahí en el Down Town (barrio viejo). Nosotros tenemos una de las veredas fundacionales, calle 47 con su empedrado original, los naranjos; entonces quiero que el festejo sea ciudadano y para eso tienen que participar, no tiene que ser Leo Ringer el que arme un programa, invite 5 figuritas, 4 figurones, y con eso bombos y platillos. La invitación es a La Nonna como un rincón, que tiene que ver con el espacio geográfico que ocupa en la ciudad.

-Cómo es esa relación con el barrio ¿tienen vinculación, apoyo?

Para el barrio es un honor, una de las cosas que más me da satisfacción es el apoyo permanente de los vecinos. Para ellos es un orgullo porque me han visto nacer, crecer y crecer, entonces las personas más viejitas del barrio tienen invitación permanente, vienen, ven espectáculos y se van contentos de tener una sala. No sólo eso, porque el teatro también genero una movida comercial en la zona, por eso hay parrillas, restaurants, el hotel, la confitería; se dio origen a un resurgimiento del barrio porque desde la desaparición del mercado el barrio se había venido abajo.

-Esa impronta barrial se manifiesta en las características del teatro, ¿verdad?

Nosotros siempre decimos que el valor agregado de La Nonna es cómo el gusto de las cosas caseras; el hecho de ser una casa familiar (de la Nonna) de 1884 hace que el trato y demás sea difícil de lograr… como cuando vos pasas el secreto de una receta. Lo que estas comercializando no deja de ser industrial y nosotros le ponemos ese condimento día a día desde el trato en la boletería, cuando la gente llega, preguntándoles, aceptando sugerencias, la gente se atreve a tocarnos el timbre porque se siente parte. Esto siempre lo agradecemos porque La Nonna prácticamente fue hecho dos veces, y la historia cíclica de empezar, terminar, volver a empezar y seguir tiene que ver con esto de nutrirse día a día de poder levantarse y decir hoy que invento.

-Ya que mencionas lo de volver a empezar, ¿cómo se encuentra el teatro en relación al incendio?

El siniestro fue en el 2004, estábamos en nuestro 13 aniversario, asique esos años se rehicieron totalmente, pero lo pudimos hacer en poco tiempo. Para 2007 volvimos a tener las instalaciones como en los años anteriores, porque el teatro nunca cerró sus puertas. La última función fue el 20 de diciembre día del siniestro-cigarrillo; luego, el 18 de febrero vino Linda Peretz con “No seré feliz… pero tengo marido” en la calle y con esa recaudación ya en el mes de marzo hicimos una sala (hoy número 3) en lo que era el hall del teatro. A nivel restauración está casi terminado, nos abocamos a los espacios que son del público y del artista. Lo primero que se buscó es el buen servicio, por eso los espacios que nos quedan por terminar son los talleres y la maquinaria. El museo ya fue nuevamente abierto; además, este año lo que se suma, que se va a inaugurar con motivo de los veinte, es el museo del títere que se va a llamar Sara Bianchi y la sala Moneo Sanz.

-Podemos decir que no sólo se recuperaron los espacios que estaban, sino que están incorporando nuevos…

La gente por ahí no toma dimensión, como La Nonna es tan chiquitito y familiar, no se ve la magnitud del edificio. En el teatro en este momento están funcionando cuatro salas, tres teatrales para el público y una para la escuela, tiene los talleres de producción, una biblioteca teatral, una videoteca donde se va armando la historia, tiene una modalidad de intercambio donde nosotros salimos a hacer espectáculos a los pueblos y promovemos los espectáculos del interior, y también algo muy anhelado que se está concretando que La Nonna crezca en la actividad social eminentemente cultural como institución. En este sentido los proyectos son el coro y la orquesta de La Nonna, porque un pequeño cuerpo de baile ya lo hemos conformado. En lo físico, lo que anhelamos es poder terminar el frente, las veredas y todo lo que tiene que ver con la parte estética; recuperar la marquesina que quedó trunca y se perdió con el incendio. Y el proyecto más ambicioso de todos, dado que La Nonna tiene cinco pisos, es el ascensor.

-Haces mucha mención al público y brindarle servicios, ¿cómo es la respuesta del mismo?

Si bien después del incendio costó volver a generar una corriente de público, podemos decir que estamos insertos en lo que es la actividad. Yo apuntó a un público más teatral, El Teatro hace cosas más musicales, el Coliseo tiene su programación variada de los espectáculos grandes, y El Argentino tiene la programación de Opera, Ballet y Concierto; entonces la ciudad de La Plata tiene 4 espacios, uno para jóvenes, uno de teatro para dimensiones pequeñas, otro más grande, y el teatro lírico. Pensar que mi loca aventura teatral de Leolandia (primer espacio de teatro para niños en la ciudad) del año 1972 a la fecha haya logrado una inserción en los espacios más importantes creo que a veinte años está logrado el objetivo final que era este espacio para la ciudad, y la ciudad lo adoptó como tal.

-Recién mencionabas tus inicios, contanos cómo fueron

Cuando tenía 5 años me preguntaron que quería ser de grande y yo dije tener un teatro, o sea que si a los 5 años yo tuve esa visión, o misión… mi vida era expandirme a lo que era la actividad teatral. Empecé con teatro de títeres, después aprendí a hacer magia, ser payaso, titiritero, estudie actuación, música, y me fui armando para esto. Nunca desvié del objetivo final. Yo creo que no me quedaba otra porque nací en el teatro, entonces que le vas a preguntar a un pibe que nació en esto. En el Teatro Argentino, donde yo me crié me retaban porque me portaba mal, entonces en mi teatro yo iba a hacer lo que quería.

-¿Y cómo es tener ese teatro que vos querías hoy en día?

Tener un teatro en la ciudad hoy en día te da muchísimas satisfacciones personales, sociales, artísticas, y muchísimos dolores de cabezas económicos. Nosotros de todas maneras podemos funcionar porque contamos con un subsidio del Instituto Nacional del Teatro, porque es muy difícil el mantenimiento de los espacios y a veces la programación no reditúa. En este momento yo te digo que es una fábrica de hacer sombreros donde los chicos nacen sin cabeza, porque convengamos que renegamos mamá, papá, yo y mis hijos.

Leo cierra la nota incluyendo una nueva generación a la historia familiar. Lisandro y Lara de 13 y 8 años se enojan si no son nombrados. Ellos actúan, ayudan a cambiar lamparitas, atienden la boletería, el teléfono. Ese, es el sabor especial de La Nonna.

Entrevista: Martina Goya

Fotos: Roberto Borda

Fuente: http://www.aquilaplata.com.ar/destacados/19.html

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