jueves, 1 de enero de 2004

La risa que perdura

Seguramente perduren en la memoria de los padres frases como “Cañito, que pasóoo?”, “Son las siete menos siete faltan siete pa’ las siete” o la infaltable despedida con “Rosita, preparame los raviole’…”. Primero en el circo y más adelante en la televisión, el payaso Firulete hizo reír a varias generaciones de chicos. A los 80 años, sigue trabajando al lado de su hijo, el payaso Cañito.

Por Ariel Saidón

En una cómoda casita, construída al frente de un lote de Morón, vive Gerardo Roberto Samaniego (hijo), más conocido como Cañito. Al fondo del mismo lote vive su padre, Gerardo Roberto Samaniego, el payaso Firulete, su pareja artística de tantos años. Juntos participaron en varios de los programas televisivos infantiles más recordados de los años ‘70, como El Club de Hijitus, El Mundo de Calculín y El Club de Antojito y Antifaz, además de Hola Julieta, conducido por Julieta Magaña entre 1982 y 1983. Pero la trayectoria televisiva de Firulete se remonta a los inicios de la televisión en el año 1958 en el programa Ahí viene el Circo, que se transmitía por el viejo Canal 7, con la conducción de Nelly Prince y el negro Brizuela Méndez. Desde esa época, trabajó casi en forma continua en ese medio, al mismo tiempo que recorría diversos puntos del país con su propio circo. Y aunque la carpa ahora espera por tiempos mejores en la piecita del fondo de su casa, Firulete y Cañito siguen haciendo de las suyas, haciendo reír a grandes y chicos con el mismo humor inocente que los hizo famosos.

A la hora acordada de un día lluvioso, nadie atiende la puerta. Cinco minutos más tarde, Samaniego (hijo) llega en su Renault 12. “No pude quedarme, ¿hace mucho esperás?”. Amablemente, invita a pasar a su casa y avisa: “Voy a buscar a mi viejo y empezamos”.

Sin pintura Firulete es como cualquier hombre mayor. Usa un audífono en su oreja derecha para compensar alguna dificultad auditiva propia de la edad y controla con medicación un pequeño problemita de presión. Sin embargo, a pesar de sus 80 años, posee una vitalidad asombrosa. “Esto está re-caliente”, protesta luego de probar el mate que le cebó su hijo. Cuando habla de su trabajo, es como si los años no hubieran pasado.

¿Sigue trabajando?

Firulete: Estamos trabajando, como siempre. No paré nunca hasta ahora, gracias a Dios, salvo las pequeñas enfermedades. A pesar de que hay mucha gente que dice que no trabajo más. Cuando hacen espectáculos parecidos a los nuestros dicen: “no, pero Firulete no trabaja más, está viejito”. Viejo sí, pero sigo trabajando igual y con el mismo ánimo de siempre.

Además de sus apariciones en el programa Rec (los domingos por Canal 9), Firulete y Cañito realizan shows en escuelas, en casamientos y en fiestas particulares. “Con gente grande”, aclara Cañito.

¿O sea que hoy en día los payasos Firulete y Cañito son para los grandes?

Cañito: Claro, los grandes nos llevan para que nos vean los chicos que no nos conocen.

Firulete: Yo siempre digo que somos la herencia que le dejan los padres a sus hijos. Porque ahora, cuando vienen a traer a los chicos, se acuerdan de cuando ellos eran niños y se siguen riendo igual.

Cañito: Y para los chicos nosotros somos nuevos. Todos los sketchs y las cosas que hacíamos hace treinta años atrás es para ellos una novedad, porque los pibes están acostumbrados a ver otra cosa. A ver cosas subidas de tono en la tele, en la radio, en las revistas. Pero los pibes se divierten con los payasos de la misma manera que se divertían los que ahora son grandes cuando eran chicos.

¿Por qué algo que se inventó hace tanto tiempo, el humor de los payasos sigue teniendo tanta efectividad hoy, cuando los chicos tienen tantos estímulos, la Internet, la televisión, etc.?

Canito: Porque es una cosa inocente. Es muy difícil hacer reír a la gente con la inocencia de los payasos. Hoy hacés reír a cualquiera con un chiste subido de tono o haciéndole una broma a un tipo como hacen en la tele. Pero hacer reír con el circo que tenés en el alma, no cualquiera lo hace.

Firulete: Lo principal es que el payaso, desde que nació en el circo, trabaja una comicidad que siempre fue inocente. Los chicos se ríen de su desgracia, porque se cayó, porque le pegaron, porque dice las palabras al revés. No hay groserías, porque no son necesarias para hacer reír.

Haciendo un poco de historia cuando Firulete y Cañito pasan del circo a la televisión, ¿qué ganan y qué pierden?

Cañito: Lo que ganamos con la televisión fue la popularidad de entrar en las casas sin pedir permiso. Y de esa manera nos hicimos conocidos en todo el país. En esos tiempos, en los ‘70 y en los ‘80, poníamos el circo y se llenaba. Después dejamos de trabajar en la televisión. Desaparecimos nosotros y todos lo que habíamos estado en esa época: Pipo Pescador, Julieta Magaña, Payasote y periquín…

¿Por qué no hay payasos en la televisión?

Cañito: Porque no vende. Hoy todo se maneja por el rating para poder vender cosas. Y vos fijate que estuvo Piñón Fijo, no sé porque se tuvo que ir, pero vender, vendieron y bastante con todo lo que nosotros hicimos durante tantos años. Lo que demostró este muchacho es que con la inocencia se puede hacer reír a la gente. Si hoy hubiera un programa como El Club de Hijitus con la tecnología de ahora sería un golazo.

¿Tienen todavía la carpa guardada?

Firulete: Sí, está ahí.

Esperando…

Cañito: Mirá, está guardada. Las condiciones no están como para armar el circo. Se necesitarían muchos sponsors, mucha plata…

Firulete: Para armar el circo nos haría falta estar un par de meses en un programa estable, todos los días. Con estar un par de meses en la televisión, tendríamos más fuerza, sería más facil hacer la propaganda, y sabríamos que el público vendría.

¿Qué es lo que pasó con los viejos circos, por qué ya no hay más carpas de circo?

Cañito: En primer lugar, la mayoría de los antiguos dueños de circo no están más. Pero lo que pasó es que la televisión mató todo.

Firulete: La televisión lo que hizo es que atrajo al público y lo retuvo en la casa. Para la gente era más tranquilo quedarse viendo la televisión que era una novedad enorme, y lo es todavía, y costaba sacar a la gente de la casa para que vaya al circo. Así se fue perdiendo el poder de atracción del circo para el público.

Cañito: Antes el circo era el espectáculo número uno, en los barrios y en todos lados, y ahora es el número nada. Lo que pasa es que el circo es muy costoso y hoy en día pagarle por semana a un trapecista es insostenible. Si, además, la gente no viene, después no podés contratar al trapecista, no podés contratar al malabarista y salís haciendo la función entre cuatro o cinco personas. Y así se empobrece el espectáculo... Los circos se fueron fundiendo como se fueron fundiendo las fábricas.

Este verano, como todos los años desde 1971, Firulete y Cañito se presentan en San Clemente del Tuyú, en el Teatro de la Galería. Allí hacen un show de cinco payasos, “basado en la comicidad de Firulete”, explican. “Cuando está anunciado que vienen Firulete y Cañito, eso es lo único que quieren ver, lo demás no les interesa”, argumenta Firulete.

Quieren escuchar los mismos chistes que escuchaban hace 20, o 30 años…

Cañito: 20, 30 o 40. Lo nuestro es más viejo que la edad que tenemos los dos juntos. El humor nuestro de la bolsa de papas, el perro que hacía Scasiotta, el reloj grande, son todas cosas que nacieron en el 1800.

Firulete: Sí, que nació en el circo y se sigue manteniendo en el circo.

¿Por qué eligió ser payaso?

Firulete: Cuando yo era chico estaba el apogeo de los circos criollos, con primera y segunda parte. Mi hermana, que era actriz, trabajaba en las obras de teatro de la segunda parte y me llevaba. En la primera parte yo veía los payasos, todo. Me divertía con los payasos. Entonces se me puso en la cabeza que algún día iba a ser también payaso. Y con el tiempo, mi hermana se casó con el dueño del circo que era viudo y tenía hijas. Y empecé a ir al circo ese donde mi hermana hizo temporada tras temporada. Ahí empecé a ver más de cerca a todos los payasos. Hasta que tuve la oportunidad y en el circo de la que después fue mi señora, me pinté la cara por primera vez hasta el día de hoy. Así fue que me gustó y tuve la suerte de hacer lo que me gustaba.

¿Payaso se nace o se hace?

Firulete: Tenés que tener muchas ganas, tenés que querer mucho hacerlo. Hay muchos que lo quieren hacer y lo pueden hacer bien.

Cañito: Hay tipos que le pintás la cara y son cómicos, que hablan y son cómicos.

Firulete: Sí, tienen ángel.

Firulete, o más bien Gerardo Roberto Samaniego, le hace un gesto a su hijo Gerardo. “¿Que pasa papá?”. “Tengo que tomar la pastilla”, contesta antes de retirarse, dando por finalizada la nota.
Afuera sigue lloviendo. Pero el recuerdo de tantas caritas sonrientes, en el circo y en los estudios de televisión, hacen que las gotas al caer suenen como una carcajada.


Un payaso en Internet

Tiene 80 años y una vida dedicada a la risa. La comicidad de Firulete es la de los payasos del 1800, sin embargo tiene su propia página de Internet.

¿No es raro un payaso con página web?

“Pero sabés cómo nos dió laburo… Escuchame, nosotros tuvimos que modernizarnos. -dice Cañito- A partir de que sacamos la página de Internet nos salen trabajos de todos lados, hasta de Uruguay…”. “Y uno nos llamó de Norteamérica”, agrega Firulete, todavía asombrado por las posibilidades de la red.

En www.firuleteycanito.com.ar pueden consultarse datos sobre la historia de esta pareja de payasos y encontrar fotos de toda su trayectoria. Además, los fanáticos pueden bajarse fondos de pantalla y todas las canciones de Firulete y Cañito en mp3.

Fuente: http://www.revistaplanetario.com.ar/news/view/la-risa-que-perdura

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