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"El Dragón de Fuego", de Roma Mahieu, con Chichí Labat y Luis Manfra. Realización técnica musical: Leonardo Negrelli. Operación técnica: Franco Marful y Catalina Oliva. Escenografía e iluminación: Alejandro Arteta. Prensa: Jorge Riera. Producción: Asociación Amigos del Taller de Teatro de la U.N.L.P. Asistentes de Dirección: Maricel Beltrán y Mariela Mirc. Dirección: Norberto Barruti. Taller de Teatro de la U.N.L.P., calle 10 entre 54 y 55.
Los personajes: dos hermanos, Eva y Angel, seres marginales, descastados, dos parias dejados de la mano de Dios. Ella: prostituta con veleidades de estrella de varieté. El: cuerpo de hombre, cerebro y corazón de niño.
El lugar: un piringundín de mala muerte, sórdido cabaret de cuarta, a la vera de una ruta; paradigma de la desolación.
El conflicto: presionada por el cafishio que la explota sin escrúpulos, Eva ha tomado una decisión drástica: encerrar a su hermano en un manicomio. Hoy es el día clave. Ambos, nacidos "del mismo ombligo" -al decir de Eva- hermanados también en la desgracia, deberán separarse para siempre.
A pesar de su minusvalía, Angel no es nada tonto. Intuitivo por naturaleza, dolorosamente lúcido y extremadamente sensible, él se reconoce como el causante del cansancio infinito de su hermana, de su irritabilidad y su tristeza. Eva no puede seguir acarreando semejante peso. Apenas puede con su propia humanidad como para seguir haciéndose cargo de la de él.
Eva -encallecida por fuera, madraza por dentro- no tiene opción. Seguramente, nunca la tuvo, porque en este mundo arbitrario y desparejo no todos están en condiciones de elegir qué quieren ser ni cómo quieren vivir. Elegir es un privilegio para unos pocos, y ellos no forman parte de esa minoría. Mal que les pese y por mucho que les duela, tienen que despedirse.
Y Angel, obediente se va -a su manera. No quiere ser como el dragón del cuento, que quemaba con su fuego abrasador a los que más amaba. Entonces, consciente y deliberadamente, fuerte a pesar de su fragilidad, Angel libera a su hermana, y se libera de su propia prisión. Haciendo honor a su nombre, este hombre-niño cumple su sueño: se convierte en pájaro y emprende el vuelo.
Esta bella y cruda obra de Roma Mahieu, de cuya producción recordamos "Juegos a la hora de la siesta", habla de las carencias del abandono, de la discriminación, de la hostilidad, del desamor; pero también habla del afecto, de los vínculos, de la solidaridad, del amor incondicional, del sacrificarse y hasta inmolarse por el otro. Es una obra descarnada y tierna a la vez, en la que el lirismo y la poesía se conjugan para exorcizar al desamparo, el desaliento y la soledad.
La pieza exige interpretaciones medulares y -en ese sentido- Chichí Labat y Luis Manfra encuentran en Eva y Angel dos personajes hechos a medida. Ambos dotan a sus criaturas de la intensidad dramática que éstas requieren para resultar creíbles y conmovedoras. En ambos casos, el riesgo de caer en la machietta o caricatura es grande, y ese exceso los habría deshumanizado. Afortunadamente, eso no ocurre; son seres de carne y hueso, dolorosamente reconocibles y entrañables.
El ritmo de la puesta, que se irá aceitando con el correr de las funciones, es algo lento en un comienzo. Hay una cierta morosidad que demora la acción y alarga los tiempos innecesariamente. Lo mismo podría decirse de los números de cabaret: son muy logrados e impactantes (más que apropiados los temas musicales elegidos), pero se tornan demasiado largos. Si se redujeran a la mitad, aumentarían su fuerza expresiva, sin perder un ápice. De todas maneras, esa falta de síntesis de algunas escenas no le resta impacto a la pieza en su totalidad, que inevitablemente suscita la empatía y emoción del espectador.
La ambientación y el vestuario sugieren con acierto el despojo y la miseria que reclama la historia. La banda sonora incorpora el afuera: esos camiones anónimos que pasan zumbando por la ruta, y la voz imperativa del "empresario" del lugar.
El pre-estreno de El Dragón de Fuego" tuvo un valor agregado: la presencia de su autora en la platea, especialmente invitada para la ocasión. Recién llegada de España, la "madre de la criatura" siguió con gran interés los pormenores de la función, y posiblemente aproveche su estadía para aportar ideas, sugerencias y líneas de trabajo que optimicen el producto final. No es muy frecuente que un elenco y su director tengan la posibilidad de trabajar codo a codo con el autor de la obra, sobre todo si éste reside en el extranjero. Pero cuando se da esta feliz conjunción, Bingo!
Fuente: http://www.eldia.com.ar/ediciones/20000520/espectaculos5.html
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