Las gemelas no idénticas traen a La Plata “Ópera Queer”, espectáculo galardonado con la Estrella de Mar 2025: otra manera, juguetona y rupturista, de abordar la música académica
Pedro Garay 11 de agosto de 2025
De chicas, las gemelas Ferni y Luchi De Gyldenfelt se disfrazaban y cantaban la música de sus óperas preferidas. Era un juego, pero ese juego evolucionó, creció con ellas mientras se formaban como artistas, y jugando llegaron a “Ópera Queer”, el show de ópera disidente ganador del Estrella de Mar de este año, que se verá en La Plata este viernes.
Un espectáculo que discute la herencia cultural musical de los últimos 200 años a través de una mirada disidente. “‘Ópera Queer’ es muchas cosas, pero para nosotras, en algunos momentos, es el cuarto de casa de mamá, cuando no estaba porque se iba a trabajar y la Luchi bajaba de la escalera con una sábana y cantaba la escena de ‘Lucia de Lammermoor’: ella era la diva y yo le hacía los coros, los roles coprotagónicos”, cuenta Ferni en diálogo con EL DIA. Aquella esencia lúdica se sostiene: las dos gemelas no idénticas que subirán al escenario del Teatro Metro (4 entre 51 y 53) podrían ser “esas dos hermanas, medio musas, medio payasas, arlequinas” del cuarto de la infancia. Esas hermanas que jugando a la ópera la subvertían, la discutían, la transformaban, la sacaban del museo del tiempo y le devolvían la vitalidad: en ese juego había una potencia, “era el permiso que tuvimos ambas, para explorar aquello que estaba reprimido, que no estaba tan habilitado, el maquillarse, el vestirse”.
Desde entonces, muchas cosas han cambiado, claro. La Ferni, desde aquellos días de la infancia, egresó del Conservatorio Astor Piazzolla, construyó una carrera en el folclore disidente y se convirtió en la primera voz trans no binaria en subir al escenario Atahualpa Yupanqui, en Cosquín. La Luchi se licenció en Artes Musicales en la UNA, donde encabeza la cátedra de canto lírico disidente mientras pone su voz a música académica en el Teatro Avenida o el Colón. El juego, igual, continuó siempre, recuerda Luchi: “Fueron muchos años de hacer otros tipos de versiones de ópera, en el conservatorio hacíamos lo que se esperaba del género. Pero ese juego siempre estuvo: salíamos de una clase del Conservatorio y en la calle íbamos agarradas del brazo cantando, ella me cantaba el tenor y yo la soprano, jugábamos”.
Ocupadas las dos en sus carreras, con el correr de los años, “Ópera Queer”, cuyo germen tiene ya una década, se convirtió en ese lugar de juego y encuentro sin tiempo para las hermanas. “Es nuestro vínculo convertido en obra de teatro”, dice Luchi. “Ha significado para ambas una trinchera amorosa: es una traducción de nuestra historia y nuestro enlace a través de la música, de los distintos viajes que cada una hizo y sigue realizando, convertido todo eso en un espectáculo”, sigue Ferni. Y “sucede cuando nos podemos encontrar: no estamos siendo extractivistas con nosotras mismas”, agrega Luchi.
Las hermanas recuerdan la primera vez que ese juego subió al escenario: en 2015, Amarella, “la madrina de ‘Ópera Queer’”, las invitó a su ciclo en Casa Brandon, en Villa Crespo: quería invitar a estas dos gemelas amigas suyas y jugar un juego relacionado a sus similitudes físicas, en un número humorístico. Las Gyldenfeldt siguieron la corriente, “pero de repente, esas dos personas empezaban a cantar una canción de cámara, una vidala, un dúo de Verdi”, recuerda Ferni. “Nos ovacionaron de pie, Casa Brandon se vino abajo. Esa fue la semilla”.
Durante varios años, en el under, cuando podían, cuando había tiempo, se encontraban y hacían sus canciones disidentes. El espectáculo fue creciendo, conceptualmente, también en términos de puesta y de apuesta. En 2018, viajaron al Festival Disidente en El Bolsón y Amarella, otra vez, las instó a hacer su dúo. Fue tan exitoso que Dani Umpi escribió que fueron la revelación del festival. “Nadie nos conocía, nadie sabía qué era lo que habíamos hecho: éramos dos hermanas gemelas jugando a deconstruir la ópera”.
“Ópera Queer” iba creciendo, “pero siempre a la gorra, más una herramienta de militancia, de artivismo: pusimos mucho la cuerpa en las calles, lo hemos hecho cagadas de frío, de noche, en cualquier lado donde nos invitaran”, recuerda Ferni. Hoy, sin embargo, algo ha cambiado: “Nos convencieron de que tenía valor, que estábamos para más que una gorra”, cuenta Ferni. Así, apostaron por profesionalizar el espectáculo: hicieron temporada en la capital federal, y verano en Mar del Plata, donde ganaron la Estrella de Mar.
Pero que el espectáculo crezca y cobren una entrada no implica una entrega, sino, al contrario, una respuesta a estos tiempos de tiranía del mercado. Y aún si ocupa espacios comerciales, si salió del under, cuenta Luchi, “sigue siendo el área más disidente de mi vida: no es solo un espectáculo disidente, es un espectáculo que no sigue ninguna norma, ningún camino establecido. Evidencia la potencia de lo distinto, de lo que no encaja en moldes que quedaron antiguos. Hay algo que se escapa, no lo puedo explicar, pero hay algo que escapa a esos moldes”.
Es que el espectáculo no es una parodia trans de la ópera, afirman ambas. Hay elementos humorísticos, clownescos, sigue siendo un varieté musical juguetón, pero mientras las hermanas repasan la historia de la música, la discuten y la deconstruyen sobre escena (Luchi interpreta a un personaje más clásico, ligado a su formación, hasta que irrumpe su hermana Ferni y mezcla lo popular en esa historia de la música), dan nuevos sentidos a esas músicas del pasado.
“Discutimos los argumentos de la ópera, intentamos contemplar, con respeto a la partitura y a los códigos de la ópera. Pero cuando cantamos ópera, cantamos ópera: la Luchi es la mejor mezzosoprano de este momento”, lanza Ferni, y explica: “Nosotras proponemos otra cosa: amores disidentes, una Carmen trans. Cuestionamos la heterosexualidad, el romanticismo implícito en todos los argumentos de la ópera, las nomenclaturas y los registros vocales. ¡La solemnidad! Esta investidura que está siempre detrás de este género: nosotras hacemos cantar a la gente, destrozamos la cuarta pared, buscamos la complicidad del público”.
“En ese repaso que hacemos de la historia de la música”, sigue, “siempre está presente la posibilidad de otra versión, nueva. Eso creo que es interesante: como amamos esa música, como respetamos esa tradición, la queremos viva. La tradición no tiene que ser algo muerto, como dijo el Chango Spasiuk: la ópera supo ser popular en su momento. Entonces, queremos rescatar ese fervor, esa pasión por esa música, que es apasionante, que conmueve: la técnica lírica, el canto sin amplificación, produce vibraciones que emocionan”.
“Siempre sentí que es un aporte genuino y sincero”, dice Luchi. “¿Por qué no se puede darle lugar a esto? ¿Por qué una trava mezzosoprano no podría cantar ‘Carmen’? Mi cuerda debería poder cantar los roles de mezzosoprano, pero todavía hay mucho prejuicio”.
Por eso, dice, “quizás ‘Ópera Queer’ es otra manera de mirar la ópera, de leer los vínculos de sus personajes. Mi fantasía, una de las pocas que tengo, es que algún día, cuando ‘Ópera Queer’ sea un espectáculo ya muy transitado y quizás no tengamos más ganas de hacerlo, siga siendo una compañía de ópera. Que nos trascienda”.
Para agendar
Qué: “Ópera Queer”, espectáculo musical de ópera disidente con las hermanas Gyldenfeldt
Dónde: Teatro Metro, 4 entre 51 y 53
Cuándo: Viernes a las 21
Fuente: EL DIA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario