Premiada en 2000 como la mejor obra de teatro independiente local, la creación de Ruben Monreal regresa a Sala 420
María Virgina Bruno
DANA CARLOTTO, GUSTAVO RUFFO Y JUAN FRANZESE PROTAGONIZAN “1999, PEQUEÑO TESTAMENTO APÓCRIFO” / SALA 420 |
Estrenada en diciembre de 1999, y con
una única temporada de funciones en
2000, año en el que resultó ganadora
del premio a la mejor obra de teatro
independiente local, la pieza escrita y
dirigida por Ruben Monreal, “1999,
pequeño testamento apócrifo”, vuelve a la
cartelera después de 25 años, con dos personajes
atrapados en un ciclo interminable de espera.
Contemporánea a su “Bolero Criollo” (2001), y
atravesada por sus mismos lineamientos,
Monreal aseguró que se trata de “una temática
que a mí me sigue a muerte, que es la de Beckett,
‘Esperando a Godot’: seres humanos que están
ahí esperando que alguien venga a salvarlos, o
que algo pase para que puedan cumplir con no
se sabe muy bien qué, pero que no aparece
nunca o que llega tarde”.
De eso se trata este espectáculo protagonizado
ahora por Gustavo Ruffo, Juan Franzese y Dana
Carlotto que se ubica a fines del siglo XX en
Taparió, en donde la espera del nuevo milenio
motiva a Grosso y a Cámara a realizar el mejor
programa de televisión. Sin embargo, las cosas
no salen tan bien como ellos lo esperan y parece que es más difícil ver la luz que los lleve al éxito.
Y aunque la trama está muy ligada a los cuatro
marginales que, hasta el cansancio, bailan su
propia versión del clásico de Ravel, “nadie se
come a nadie”, avisó entre risas Monreal, sobre
una historia que también se teje entre el absurdo
y que, en el fondo, “es un poco triste”.
Estrenada en la original Sala 420, sobre calle 6
Nº 420, con las actuaciones de Jorge Guillén,
Fernando Pazos y Adela Schwab, Monreal reveló
que se reestrena “tal cual” el texto original, un
texto que “quedó incólume” desde su última
función, a fines de 2000. Un material que, a
pesar del paso de los años, no ha perdido la
vigencia.
El autor aseguró que no solo resuena con la
historia cíclica y pantanosa de este país sino
“con algo más universal”. “Es más Vladimir y
Estragón, dos que buscan no se sabe qué pero lo
siguen intentando”, repasó Monreal, sobre cómo
los protagonistas de su obra se asemajan a los de
“Esperando a Godot”: dos seres decididos a
crear el mejor programa de televisión a pesar de
las adversidades.
Y en esas adversidades está el humor corrosivo,
negro y seco del autor, un estilo “que no se me
despega del bolsillo del vaquero” -se rió director
de su propio término que después cambió por
“jean”-, porque sabe que “todo contado con
humor es mucho más digerible” y así lo aplica en
sus producciones.
Con una puesta semicircular, el director decidió
recrear un estudio de televisión de los noventa
donde Grosso y Cámara hacen lo que pueden
con elementos “muy precarios”, como cámaras
viejas y “un montón de porquerías” que para
Monreal tienen mucho significado.
Porque cuando él y su grupo teatral salió
“eyectado de la original Sala 420 de calle 6, por
un problema que tuvimos con el dueño”, se
convirtieron en un “grupo errante” y pensaron
en un nuevo proyecto para hacer: así nació “El
Ascensor”, el “único programa platense que
tiene un Martín Fierro”, en relación al recordado
ciclo que mantuvieron durante tres años (del 94
al 96) “y con el que hasta le ganamos en la terna
al programa de Landriscina y Doña Jovita”,
según recordó con orgullo. En ese equipo de
trabajo estaba Gustavo Ruffo, actual
protagonista de “1999, pequeño testamento
apócrifo”, que ahora se mueve en la escena entre
viejas cámaras y equipos que, hace 30 años,
hicieron posible que “El Ascensor” saliera por la
tevé.
Con la intención de que el público “experimente
lo mismo que los griegos, que se iban pensando
fuerte acerca de las vicisitudes de la vida y qué
era lo que hacían mal para que los dioses los
castigara” o que, simplemente, “se diviertan un
poquito con lo que le pasa a estos dos tipos”, la
obra que creó y dirige Monreal volverá a la
cartelera este sábado a las 21 en Sala 420. Las
entradas se pueden reservar por Alternativa
Teatral.