domingo, 7 de abril de 2024

Omar Sánchez, la memoria tejida entre bambalinas

Teatro platense 

El crítico teatral Gustavo Radice reconstruye la vida de Omar Sánchez, director de teatro platense fallecido hace unos días. Voces y testimonios de un protagonista central de las tablas locales.


0221.com.ar / Begum

Por 0221

Cómo comenzar y desde qué lugar contar la importancia que Omar Sánchez tiene para el teatro de la ciudad de La Plata, para la comunidad y para todos y todas aquellos que hemos transitado en algún momento la vida junto él. Elijo hablar en primera persona porque no puedo negar la influencia de Omar y de su obra en mí.

Tampoco voy a ocultar la emoción que me embarga al recordar cada una de nuestras charlas al finalizar una función o en las largas entrevistas que le hice. Escuchar o leer las palabras de despedida nos da una idea de la huella que ha dejado en teatristas, estudiantes, amigas, amigos y en Cristina, su compañera de vida, y en Barbi, su hija, y en su conmovedor y acertado pedido de que “en vez de ofrendas donen a la causa de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”, lo retratan como una figura comprometida con la realidad política y social de nuestro país y el hacer cultural de la región.

Sus más cercanos allegados destacan su habilidades culinarias y el gusto por agasajar a sus amigos y amigas, su capacidad de registro de todo lo que sucedía a su alrededor, su generosidad y el interés sincero por la vida de sus seres queridos. Cada palabra de cariño, respeto y admiración que circuló en estos días por Omar me sirvió como motor para convocar a muchas de las voces que han transitado la vida y el trabajo con él. Espero que cada una de ellas me ayuden a describir, contar y explicar cómo fue su encuentro con Omar Sánchez y la importancia que ha tenido para el teatro platense. Hoy siento que todas nuestras voces son Omar.

La Casa de Papel platense

Desde su potente irrupción, allá por los años ochenta hasta el día de hoy, Omar Sánchez cruzó el tiempo uniendo generaciones de teatristas platenses y de espectadores siempre atentos a sus próximos estrenos. Es imposible que no sobrevuele el dolor y la sorpresa frente a este hecho irreversible de la vida que arrasa con cualquier posibilidad de continuar como si nada hubiera pasado, porque algo sucedió; pero es nuestro compromiso que sus palabras y su obra circulen y se transformen en una red de memoria para preservar lo que hemos sido, lo que somos y lo que llegaremos a ser.

Buscando armar este rompecabezas que es/fue Omar Sánchez quiero compartir algunas de las voces que han estado junto a él desde los comienzos de su trayectoria, como también las que pertenecen a las nuevas generaciones. Nora Oneto (actriz, directora y docente) frente a este momento, me transmitió las siguientes palabras: “Esto fue tan inesperado, es la conciencia de la fragilidad de la vida”.

Escena de "Las desventuras del Dr. Tadeo". Gentileza: familia Sánchez.

En cierto sentido, Omar Sánchez es/fue así, inesperado. Nora continúa su relato y aporta a este mapa afectivo sobre Omar: “Lo conocí en 1979 y desde entonces hemos compartido un largo camino en el teatro: proyectos, ensayos, discusiones, funciones que definieron una mirada sobre el teatro, una manera de hacer, códigos que nos marcaron a los dos. Recuerdo discusiones, incluso peleas, pero más allá de cualquier diferencia nos reconocíamos ligados por el trabajo hecho, y sobre todo, como amigos. Lo voy a extrañar enormemente”.

Por su parte Carlos Pacheco, referente de la crítica teatral en los años ochenta, aporta lo siguiente: “Con Omar nos conocimos a principios de la década del 80, y me unió a él una amistad muy intensa por aquellos años. Estábamos comenzando a salir de la dictadura y a nivel teatral se producía un resurgir de la actividad teatral en la ciudad. Omar fue un gran estudioso del teatro clásico y contemporáneo. Casi un obsesivo a la hora de investigar cuestiones relacionadas con los procesos creativos de la actuación, necesitaba descubrir íntimamente el universo de los dramaturgos que abordaba y construía unas versiones sumamente interesantes de clásicos que lo inquietaban. La noticia de su muerte me provocó un profundo dolor.”

La actriz Graciela Sandoval, quien trabajó en las primeras obras de Omar y también en su última puesta -"El niño Pez y el sueño de las alas negras”-, describe su encuentro con Omar: “Dirigía de una manera poética, inclinaba la cabeza levemente hacia la derecha. Su mirada penetrante, amable, y entonces se abría una compuerta por la que fluía algo tuyo. En medio de las pasiones y las tensiones, fue un lujo haber compartido el espacio amoroso del teatro.”

Renée Zgainer, actual coordinadora del área de danza del Museo Provincial, que en los años noventa compartió el escenario como actriz en la puesta en escena de “El Pelícano” en la mítica sala La Rosa de Cobre, se concentra en el punto de vista: “Omar fue una mirada del teatro profunda, creativa e inteligente. Se entregó a los procesos como si dejara la vida en cada obra. Muchos, pero muchos momentos para contar, terminar de ensayar y llevarnos uno por uno a nuestras casas (en los años noventa a las 4 de la mañana).” Renée termina destacando de Omar “su capacidad creadora”, y que, “desde que lo conocí en el año 1992 como profesor no he tenido la oportunidad de conocer a nadie como él, con la generosidad con que se manejaba en sus espacios de saber”.

Una de las escenas de "El niño pez". Crédito: Matías Adhemar.

Subrayando el quehacer colectivo, Susana Di Salvo (actriz en “Tadeo” y “El niño pez”) señala sobre Omar: “Esa intimidad teatral que generaba Omar en algunos ensayos es una huella eterna en mi persona. Esa propuesta de una búsqueda minuciosa, estética y comprometida, que terminaba por expresarse en el trabajo, era sublime”.

Otro teatrista que trabajó con Omar Sánchez, el actor Oscar Vernales, aporta su mirada sobre quien también fuera director de la Escuela de Teatro de La Plata: “Me llamó, en 1985, para trabajar en Las desventuras del Dr. Tadeo. Me dejó el texto y volvimos a vernos la semana siguiente. Cuando volvió a mi casa me habló por más de dos horas de la obra, del texto, del grupo que se iba a generar, lo recuerdo encendido y apasionado en su proyecto. Creo que en Dr. Tadeo Omar mostró, por primera vez, una genial creatividad para encontrar y expresar el lenguaje teatral. Lo vamos a extrañar mucho, pero nos queda su impronta, una huella imborrable.”

Analía Seghezza, en tanto, trae al presente su primer encuentro con Omar: “Nos conocimos en 1979 en la Escuela de Teatro la Plata, en medio de un tiempo muy oscuro del país, juntábamos monedas para el café en los recreos. Nos creíamos grandes de edad y apostamos a hacer lo que queríamos: teatro. Era detallista, talentoso, siempre pensando en las personas y en el mejor producto, cambiaba lo escrito después de cada ensayo. Como hasta en la última obra que hicimos juntos.”

Atento a lo que sucedía a su alrededor, a Omar Sánchez no le fueron ajenos los cambios políticos y sociales. Cabe destacar su participación en la organización de Teatro x la identidad - La Plata, acompañando en la lucha a las Abuelas de Plaza de Mayo.

De su compromiso en la lucha por los derechos humanos, la actriz Susana Di Salvo destaca su faceta militante: “Con Omar nos encontramos a principios de los años 80 en la Asamblea permanente por los Derechos Humanos. Me acuerdo de una caminata a Buenos Aires llamada ´Cien estudiantes por 30.000 desaparecidos´. Cuando ya volvíamos a La Plata, me preguntó ¿´por qué te viniste en botas´? De esa anécdota rescato de Omar esa capacidad de ver al otro, como en este caso, de ver mis botas para hacer semejante caminata. En estos días la imagen más presente que tengo es la de él tan alto y yo tan pequeña. De acercarse y bajar su mirada, con esos ojos tan azules, para preguntarme cómo estaba y cómo estaban mis hijos. Durante estos días recordé mucho esa sonrisa y esa forma de acercarse”.

Una típica postal de Omar Sánchez, con el pucho en la boca.

El poeta Carlos Aprea también transmite unas emotivas palabras: “Su constante y riguroso compromiso estético tuvo un correlato político y social. Fervoroso polemista, no rehuía emitir opiniones aún a costa de enojos y exclusiones por parte de algún mediocre funcionario de turno o un colega adocenado. Fue docente y director de la Escuela de Teatro de La Plata, en un período de propuestas estéticas novedosas y didácticas renovadoras. Por eso se nos hace tan penosa esta conciencia de la fragilidad de la vida para poder contener tanto talento, tanta búsqueda de una belleza sin cliché ni norma ni estúpida corrección política o social”.

ESCUELA DE TEATRO

En su paso por la Escuela de Teatro de La Plata (ETLP), ya sea como docente (de 1985 a 2013) o como vicedirector (1996-2013) de la institución, marcó a toda una generación de jóvenes en relación al saber y su forma de transmitirlo, y en tener una mirada integradora e inclusiva de la educación pública.

Su compromiso por la educación pública durante más de 20 años es uno de los puntos más sobresalientes que han resaltado aquellos que lo conocieron. Cristina, su compañera de vida junto con muchos compañeros, resalta su incansable lucha y compromiso durante esos años que se plasmó en el nuevo espacio que hoy cuenta la ETLP (calle 2 y 49) y en el apoyo a alumnos y alumnas. Por ejemplo, se recuerda cuando se negó como autoridad en dar la lista de aquellos y aquellas que habían participado en la toma de la ETLP y que luchaban por mejores condiciones para cursar, lo que a Omar le valió un sumario administrativo bastante irregular.

Diego Biancotto (director, actor y dramaturgo) se refiere a Omar durante sus años en la ETLP como alumno: “A finales de los 90, encontré en él a alguien que me enseñó teatro. Recuerdo algunos fragmentos compartidos con Omar sobre El Zoo de cristal, la sordidez de la obra de Arrabal o la delicadeza de Troyanas. Ojo entrenado para ver más allá, organizador, creador, sintetizador, capaz de sacar lo mejor de cada quien en el escenario. Poeta, Artista, Creador, Arquitecto, Maestro. Se lo va a extrañar mucho”.

La actriz Ana Alba también recuerda su paso durante esos años en la escuela: “Desde su partida me encuentro en un estado de recordar permanente, fue mucho lo vivido, lo compartido, lo aprendido. Aprendí mucho con Omar, primero como docente en la Escuela de Teatro, justo el año que cursé con él estaba embarazada y nos cuidó (digo nos, porque Maga Ventimiglia también estaba embarazada ese año) y nos hizo laburar con nuestras panzas de una manera hermosa y quiero destacar esto, porque muchas veces en teatro una embarazada (ni te digo 2) es “un problema” para muchxs docentes y ese no fue nuestro caso, es más: todo lo contrario. Omar me entregó mi diploma cuando egresamos. Sin lugar a dudas, Omar Sánchez es mi gran maestro, llevo su sello, con orgullo soy una Chica Sánchez”.

Adrian Di Bastiano y Tato De Gaetano, actores de "Las paredes". Gentileza: familia Sánchez.

Alejandro Santucci (actor, músico, director y dramaturgo) conoció a Omar Sánchez como alumno de la ETLP y trabajó con él entre 2007 y 2019. Así describe el trabajo de Omar: “Pensaba al teatro como un campo de operaciones y afirmaciones para pensar la política: un contra-poder. El ejercicio de las tensiones entre la opinión política (como huella u opinión); la intimidad del actor (una actitud sensorial y a la vez formal en lo físico); la intertextualidad como procedimiento; la eliminación de los límites entre actor y personaje, daba como resultado la creación de imágenes particulares o mundos escénicos sensoriales, sugestivos. Ahora escribo lo que creo que Omar dijo: “La historia del actor es la historia de la obra”; o “La voz humana es la huella física de la historia de la emoción”; o “La columna vertebral del actor es un diario de afectos y deseos”; o también, “En una obra no existen los reemplazos”. No estoy seguro, nunca le puso palabras, pero creo que la mesa de su mito de origen reúne a Kantor, Barba, Brecht y Meyerhold; en ese orden”.

POTENCIA CREADORA

Los comienzos de la actividad teatral de Omar Sánchez se remontan a principios de los años ochenta. La influencia que su producción ha tenido durante ese período es de tal envergadura que sembró el camino de la nueva estética teatral de la posdictadura, marcando el comienzo de la modernización del circuito teatral de la región.

Oriundo de Tres Arroyos llegó a La Plata para estudiar arquitectura. De formación y mirada multifacética, su capacidad creativa hizo que se borrasen los límites geográficos para trascender espacio y tiempo con su producción teatral.

Si bien es imposible hacer un recorte de la gran producción de Omar se destacan “Fuenteovejuna 1476”, con la actuación de Nora Oneto; “Las desventuras del doctor Tadeo”, y “Tragedia de una familia guaranga”, sobre la obra Las de Barranco de Gregorio de Laferrère. Con su alma inquieta, en 1988 crea el espacio teatral La Rosa de Cobre (calle 51 y esquina 16), abriendo la posibilidad de investigar, experimentar y producir bajo nuevos paradigmas.

Sobre esta época Víctor Galestok cuenta que “con Omar éramos vecinos, vivíamos cerca de lo que después fue La Rosa de Cobre. Junto con Laura Valencia convocamos a Omar quien por su experiencia en lo teatral podría ayudarnos a construir un espacio teatral. Omar también convoca a Nora Oneto. El espacio de La Rosa nos permitió ahondar en el trabajo de la obra Tragedia de una familia guaranga, y a Omar como director, investigar sobre el cuerpo y los límites actorales. En esa época compartía casi todo el tiempo con Omar, ensayar, mates, discutir de política y de teatro, romper paredes, arreglar cosas del espacio, pensar y discutir cómo iban a ser los talleres y definir las línea pedagógicas, eran veinticuatro horas de teatro. Omar fue un padre teatral, un compañero en la investigación sobre la profundidad del compromiso ético del teatro, fueron diez años muy intensos de teatro en La Plata".

"Amleth", una de las puestas en escena que dirigió.

Décadas más tarde repetiría la hazaña al crear un nuevo espacio construyendo Saverio, en un homenaje a Roberto Arlt. Alejandro Santucci acompañó ese proceso: “Saverio Sala de Teatro es el último espacio teatral que tuvo Omar. Recuerdo que fumamos kilos de tabaco; pintamos pancartas sobre el piso de su teatro y tomamos seis mil tazas de café de una máquina a la que defendía o mandaba a reparar con una convicción digna de un pirata con su cofre de tesoros. Saverio fue el hogar que Omar me prestó cuando necesité irme de otra casa. Vivir en un teatro me lo regaló él.”

Jerónimo Búfalo fue otro teatrista que compartió años junto a Omar Sánchez. “Para hablar de él es necesario hablar de imagen. Se entiende por imagen la representación visual de algo o alguien, es decir, una figura o ilustración que se asemeja a algo, que refleja la apariencia de algo, ya sea real o imaginario, concreto o abstracto. La vida del protagonista de este relato es un compendio de imágenes dantescas, conmovedoras, que se aparecen como intrusas dentro de ese espacio que se ubica entre el adentro y el afuera de mis ojos al recordarlo. Nos regalaste un mundo de pobres y ausentes, tan cruel como bello, tan gracioso como triste. Si algo caracterizó tu trabajo fue la belleza”.

Estrenada en 1984, su obra “Fuenteovejuna 1476” con la inolvidable actuación de Nora Oneto fue galardonada en su momento con el premio Coca Cola de las Artes y la Ciencia al mejor director joven. Nora Oneto rememora aquellos momentos: “En 1982 Omar me propuso una versión de Fuenteovejuna: una única mujer, testigo de la lucha de ese pueblo, contaría esa historia. Iniciamos una exploración de imágenes poderosas, una poética corporal minuciosa y una síntesis creativa de gestos, posturas, voces, una pollera y unos pocos objetos que permitían la presencia evocada de ese pueblo”.

Sobre la misma obra Analía Seghezza (escenógrafa y vestuarista) aporta su mirada: “A finales de la dictadura cívico militar, me llamó para hacer el vestuario. Hicimos y deshicimos esa falda, teñí, agregué, quité. Siempre sacaba lo mejor de mí, y lógicamente de Nora, todo lo reescribía para mejorar. Había que estar en los ensayos, de ahí salía todo. Omar en cada obra siempre escuchaba, pedía opinión y debatía para mejorar, me hacía sentir una asistente de dirección por momentos. Estrenamos, hicimos giras, vinieron Premios. Luego de 20 años, y sabiendo que Omar nunca quería repetir una obra porque siempre estaba buscando algo nuevo, lo convencimos de reponer esa obra, le dio una vuelta y fue la misma pero mejor. Se repuso en la Sala Piazzolla del Teatro Argentino (2007) para la Comedia de la Provincia de Buenos Aires a sala llena”.

Por su parte “Tragedia”, como popularmente se la conoce a otra de sus emblemáticas obras, sigue resonando hasta hoy como uno de los hitos teatrales de la década del ochenta. Funciones a sala llena en La Plata y Buenos Aires, aplausos de pie, varias temporadas, viajes al exterior demuestran cuán significativa fue la obra.

¿Por qué Tragedia de una Familia Guaranga? Porque la poética que eligió Omar da cuenta del uso de formas teatrales que se encuentran más cercanos al grotesco/expresionista que a la comedia asainetada propia del texto original de Florencio Sánchez, y además, por la incorporación de las ideas de Artaud en su puesta en escena.

Para Nora Oneto, Omar Sánchez profundizó en el esperpento, en la explosión de lo grotesco. Como también en el absurdo, para desempolvar al clásico “Las de Barranco”, subrayando el autoritarismo y la arbitrariedad de la protagonista, y otorgando a sus víctimas la posibilidad de una rebelión final.

Su compañera de vida, Cristina Di Giacomo, lo recuerda vivamente entre las tablas: “Sin lugar a dudas Omar era un réggiseur, él tenía una concepción del espacio fuera de lo común para el teatro. Él armaba las obras en su cabeza, tenía todo resuelto en la cabeza, después las escribía”.

Una de sus obras emblemáticas, "Tragedia de una Familia Guaranga". Gentileza: familia Sánchez

En ocasión del estreno de “Tragedia de una Familia Guaranga”, el crítico Carlos Pacheco escribió estas líneas: “La dirección de Omar Sanchez se destaca fundamentalmente por la inteligente revisión que ha efectuado de este clásico (...) el director propone una labor sobre el espacio escénico aprovechando las posibilidades que la sala aporta y es interesante además la conjunción que logra con Rafael Landea, concibiendo una escenografía que resulta indagadora y casi siempre particulariza en objetos cuya función aparece ampliada a través de su efecto ya con los personajes o con los temas”.

En su circulación de géneros y poéticas, en “Las Desventuras del Doctor Tadeo” (1987) Omar Sánchez jugó con la estética del cómic. Para escribir el texto dramático usó como método de escritura una serie de procedimientos (la cita y la referencia) que le permitieron aludir a la obra de Roberto Arlt y Antón Chejov. En la introducción del texto escrito, Omar Sánchez explicaba: “El punto de partida de la obra fue un cuento de Chejov. Se filtró Roberto Arlt con una Argentina fantástica de los 30-40 llena de quiméricos proyectos. Después vinieron Gardel y el ratón Mickey, Marilyn y Popeye, Mafalda y Patoruzú. La forma es la de una historieta teatralizada, el pretexto es una búsqueda de la Compañía Malajunta en el intento de acercarse al público”.

En su permanente soñar mundos posibles, Rafael Landea (artista plástico y escenógrafo) rememora la singularidad de los procesos creativos con Omar: “Un día, después de haber visto unas pinturas mías negras y fantasmales, me invitó a trabajar. En cada ocasión, antes de trazar la primera línea o imaginar un espacio, nos sumergíamos en el universo de esa obra de la mano de los recursos más inesperados, sin disciplinas o categorías, como escuchar un poema sinfónico de Smetana y comentarlo a cada movimiento como mirando el mar, como si fuera una representación abstracta de ese mundo que deseaba crear. En ese momento no se hablaba de teatro y mucho menos de escenografía. Ese modo de iniciar algo, ese respeto a la hoja en blanco y su humor tremendo y compasivo sobre la humanidad reflejado en esa media sonrisa allá arriba en sus dos metros de alto, los llevaré conmigo, siempre”.

En su puesta de “El Pelícano”, de August Strindberg, sucedida en los ´90, abordó la intimidad de sus esperpentos inhóspitos a partir del silencio. Adrián Di Bastiano (director y actor) describe aquella experiencia: “Fue una obra descarnada sobre los vínculos familiares. Su búsqueda fue a partir del expresionismo alemán, de los cuadros de Munch y de Egon Schiele. Recuerdo que realizó un trabajo minucioso a partir de la forma en el espacio, escaleras colgantes, una luz que agonizaba, un bandoneón en vivo, agua hirviendo, un cuchillo con filo suficiente para clavarse en la mesa, humo en lugar de comida, una estufa llena de agua pero que igual tenia fuego. Fue una experiencia artística y de vida que me configuraron como persona, Omar fue el mejor ejemplo que tuve como director, docente, directivo y sobre todo como amigo".

También se destacan dentro de su producción “Las Paredes”, “Tristes Diablos”, “Aureliano Buendía”, “Lanzallamas”, “El Pelícano”, “Espérame en el cielo, corazón”, “Territorio Vacío”, “Melancólicas vacas”, “Macbeth”, “Pericones”, “Belleza”, “Amleth”, “El sol quieto” , “El niño pez y el sueño de las alas negras”, sólo para nombrar algunas de entre muchas más, y sin olvidar su trabajo como actor.

Una maquinaria teatral en constante movimiento, desplegada en colores, voces y sonidos. La teatrista Mariana Cecarelli lo recuerda “como un lugar en donde se potenciaban todas las ideas, ya que Omar habilitaba un espacio creativo en que circulaban todas las individualidades. Su mirada integradora del teatro y su forma de pensar la vida nos marcó un camino a todos y todas, fue un maestro con mayúsculas”.

Y Analía Seghezza lo sintetiza del siguiente modo: “Es tan poco el espacio para describir la inmensidad de su producción. Su organización mental, esa arquitectura de cada obra junto a su letra dibujada chiquita, sus dibujos, su estatura física tan grande como su mirada afectiva en cada cosa nos acompañarán siempre, aunque algo lo haya sacado de escena antes de tiempo, con tantas ganas de seguir haciendo, proyectando. Una enorme tristeza nos deja el no tenerlo para seguir compartiendo el escenario de la vida”.

Imagen de "Sol quieto", otra de sus obras en La Plata. Gentileza: familia Sánchez.


Como cierre, compartimos las palabras de su compañera y de su hija:

Omar (por Cristina Di Giacomo)

El estudio que da a la calle 70 está colmado de libros de piso a techo. Algunos ordenados, otros en un caos absoluto. Cuando la puerta corrediza se abría y salías de tu encierro creativo, atravesabas el pasillo y el ritual comenzaba:

-Escuchá. ¿Cómo te resuena? -decías.

Nos sentábamos a la mesa y en ese leer y releer, tachar y reescribir, de pronto aparecía el resplandor del texto definitivo. Hay algo orgiástico en la creación de un hecho artístico y durante cuarenta años me invitaste a ser parte de ese juego. Tal vez por eso me produce tanta fascinación el detrás de escena. Y un día, entonces, me convocabas a un ensayo. Una celebración. La maravilla estaba ahí. El texto en tridimensión. Tus obras tenían algo de la grandiosidad de la Ópera. Desconsuela hoy ese escenario a oscuras.

Un tiempo antes de tu partida, comenzamos a pensar en crear juntos un policial con un final menos convencional que los que veíamos e invariablemente nos decepcionaban. Nos quedó pendiente. Me pregunto si en unos meses me encerraré voluntariamente en el estudio, a escribir eso que imaginamos, con tu energía dando vueltas, leyendo y releyendo, tachando y reescribiendo, hasta que el resplandor aparezca una vez más.

Omar junto a su compañera e hija.


Después del eclipse (por Bárbara Sánchez)

Omar coleccionó cosas durante toda su vida. En su casa guardaba discos de su tío Coco y pelucas de obras viejas. Papeles de docencia, apuntes de dirección, y mis dibujos de jardín de infantes. Fotos, vestuario, escenografía y muchos pero muchos libros.

Omar atesoró de todo: saberes, experiencias, emociones, enseñanzas, dulzura, enojo, crítica, admiración, actuación, dramaturgias, películas, celebraciones, amigos, alumnos, objetos, especias, recetas, papelitos, viajes, viajes astrales, sueños, risas, familia, daneses, sobrinos, hermanos, primos y primas, proyectos, decisiones e indecisiones, amores, dolores, gatas y peces, plantas nativas y orquídeas, preguntas, respuestas, silencios, puchitos, café, contemplación.

Omar era muchas cosas, por momentos un brillante director, por momentos un lunático enfurecido. El militante de izquierda y amigo de las Madres, cuando las Madres no tenían amigos. El Director de Escuela que luchaba por la calidad educativa. El tipo generoso que siempre estaba para quien lo necesitara. El esposo y compañero de 40 años de mi vieja. El tío, primo, hermano, yerno, cuñado, vecino, tan querido por todos.

Y era mi papá.

Un amoroso, genuino, protector, orgulloso papá, que celebraba mis logros personales y profesionales y adoraba a mi gente y a mi perra.

Nos tomaste por sorpresa. El corazón no te dio más. Te moriste entre el Día de la Memoria y el Día Mundial del Teatro . Comprometido hasta la muerte. Te moriste en eclipse. Todo fue mucho. Como vos.

Chau pa. Te amo.

Barbi

Fuente: 0221.com.ar / Begum