martes, 26 de marzo de 2024

Dolor en La Plata por la muerte de un reconocido actor y director de teatro


Un amplio circulo de la vida cultural de La Plata recibió un duro golpe al enterarse este martes de la triste noticia de la muerte de Omar Sánchez, quien fuera un reconocido actor, director y docente de nuestra ciudad. "Fue un importante y comprometido referente de las artes escénicas y de la educación artística en la ciudad de La Plata", destacó la Asociación de Actores, que además expresó sus "condolencias a sus seres queridos, acompañándolos en este duro momento".

Sánchez nació en Tres Arroyos el 26 de agosto de 1956 y se formó en la Escuela de Teatro de La Plata. Pero amplió su capacitación en reconocidos espacios tanto dentro como fuera del país.

Falleció ayer y su despedida se realiza este martes en Berisso. En tanto que mañana a las 10 será trasladado al Parque de la Gloria para su cremación. Se informó que su familia pidió que no haya ofrendas florales, pero sí que su valor sea donado íntegramente a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo.

QUIÉN ERA OMAR SÁNCHEZ

La muerte de Omar Sánchez deja un vacío en el mundo cultural de la región ya que imprimió una marca indeleble en el teatro independiente con innovadoras puestas en escena y una profunda exploración del lenguaje teatral, tanto en su aspecto estético como ideológico. En 1985, fundó el grupo Malajunta, estrenando la obra "Las desventuras del Doctor Tadeo" con gran repercusión.

Como director, presentó numerosas obras, incluyendo "Fuenteovejuna 1476", "Las Paredes", "Tristes Diablos", "Tragedia de una familia Guaranga", "Aureliano Buendía", "Lanzallamas", "El Pelicano", "Espérame en el cielo, corazón", "Territorio Vacío", "Melancólicas vacas", "Macbeth", "Pericones", "Belleza" y "El sol quieto", entre otras. También trabajó para la Comedia de la Provincia de Buenos Aires e integró la comisión organizadora de TeatroxlaIdentidad La Plata.

Como actor, participó en diversos ciclos televisivos como "Impostores", "Televisión por la Justicia – Santos y pecadores", "Fronteras", "Buenos Aires bajo el cielo de Orión", "Terra Ribelle III", en otros, así como en el cine, en los films "Call me Francis", "Olvídame", "La señal" y "Entremedio" . En 2017, regresó a los escenarios para protagonizar una versión de "Otelo".

En su extensa carrera docente, ocupó roles como profesor, director y vicedirector en la Escuela de
Teatro de La Plata, coordinador del taller "Nuevo Mundo" de la Universidad Nacional de La Plata, y fue co-creador del espacio La Rosa de Cobre. Además, impartió cursos y talleres en diversas instituciones.

jueves, 14 de marzo de 2024

El Altillo del Sur: los 40 años de un emblema del teatro independiente

La sala que dirige César Palumbo sigue resistiendo porque sobre todo en las adversidades “el teatro hace bien”

César Palumbo y Malena Cadelli

César Palumbo saca cuentas en el aire y ejemplifica cómo una recaudación de 50, 60 mil pesos por función (porque su público no puede pagar lo que debería salir una entrada hoy: entre 8 y 10 mil pesos como mínimo), no les alcanza “ni para un café” cuando empiezan a repartir entre el elenco, los técnicos, Argentores y los gastos propios de una sala de teatro a los que se le suma la movilidad de los integrantes del equipo que ensayan hasta tres veces por semana y se manejan en transporte público. 

La realidad del teatro independiente no es una novedad y “como hacían los antiguos teatristas, prácticamente trabajamos gratis”, aseguró. Pero no hay quejas en eso porque según consideró “el teatro hace bien” y eso ha llevado a El Altillo del Sur a resistir, una resistencia que cumple este año cuatro décadas de puro amor por el arte.

Será una temporada especial la de la sala ubicada en 1 casi esquina 67. Su director, César Palumbo, y su socia arriba y abajo de los escenarios, Malena Cadelli, están felices por este aniversario pero saben que no es el mejor año para celebrar. Una temporada de incertidumbre total para la cultura en general y de la que no están exentos.

“Pensamos celebrar estos 40 años con 40 micromonólogos”, adelantó Palumbo, sobre este ciclo que comenzó la semana pasada con dos propuestas y que este viernes, desde las 21, mostrará otras cinco en una jornada que cerrará con un brindis junto a los asistentes. La entrada será libre y gratuita hasta colmar la capacidad de la sala.

Los micromonólogos (a cargo de alumnos de los talleres de teatro del espacio) se irán sucediendo a lo largo del año; un año que tendrá compañías visitantes que llegarán desde el interior del país y de la capital federal: este sábado, de hecho, será el turno del grupo Teatro Fray Mocho, que trae “Vocacional Sampayo” de Fernando Zavala.

Entre otros espectáculos que llegarán a la sala se destacan las obras “Imposible escribir una línea completa” (12 y 19 de abril) y “El cuerpo y la sed” (13 de abril y 11 de mayo), a cargo del grupo de Cecilia Rossini.

Además, en materia de estrenos, Palumbo confirmó que presentarán “Hughie” de Eugene O’Neill y “Bodas de Sangre” de Federico García Lorca; y también repondrán clásicos de El Altillo como el ciclo de Los juicios, “Desventuras de la vida cotidiana”, “La duda” y “Todos somos responsables”, además del infantil “Una Plaza y mil historias”, que lleva más de 20 años en cartel.

SU HISTORIA

La historia de El Altillo (llamado así desde su mudanza a su edificio propio en 2002) nace en 1984. A través de un acuerdo con el Banco Provincia, comenzó en su Club en City Bell y en su Biblioteca (10 entre 47 y 48) un ciclo de teatro y de talleres coordinado por Palumbo y que tenía como padrinos a Erica Walner y Oscar Ferreiro.

“Prohibido suicidarse en primavera” y “Los árboles mueren de pie”, las dos de Alejandro Casona, fueron los títulos con los que rompieron el hielo buscando no solo público sino alumnos para los talleres que, desde 1992, sumaron como coordinadora a Malena Cadelli, “gran aporte del proyecto”, según destacó Palumbo.

“El camino fue largo y por suerte aún continúa”, destacó el director que continuó ampliando las actividades con diferentes propuestas complementarias y que incluyeron desde un jardín de infantes con orientación teatral y una librería/biblioteca (La Libroteca, aún viva, tras 25 años) hasta un programa de cable en el que realizaron un recordado ciclo de entrevistas a grandes personalidades del teatro.

En ese marco, hubo un reportaje particular que sería fundamental para la historia del Altillo: en 1997, en medio de una amena charla con Roberto “Tito” Cossa, de quien César y Malena eran “devotos admiradores y ahora grandes amigos”, se les ocurrió una “alocada” idea que finalmente se hizo realidad: bautizar al espacio con el nombre del gran dramaturgo argentino.

“El club se sintió muy honrado, lo festejó y nunca tuvimos ningún tipo de problemas en la relación”, contó el director sobre ese vínculo que se extendió durante más de un cuarto de siglo, hasta que la actividad se concentró exclusivamente en su propia sala teatral en 1 entre 66 y 67.

En realidad, se trataba de una antigua casa familiar, herencia de una tía, en la que el matrimonio de artistas locales vivía hasta que un día, iluminados por el deseo de tener un teatro en el que poder desarrollar más plenamente su actividad, decidieron tirar paredes y comenzar a materializar su sueño. Demasiada estructura no necesitaban: su sello costumbrista lo hizo mucho más fácil.

Desde la inauguración de El Altillo del Sur hasta estos días corrió mucha agua bajo el puente:“Nunca dejamos la producción de obras”, resaltó Palumbo, y repasó con orgullo algunos premios que han logrado como el Pepino el 88 por “El Despojamiento” de Griselda Gambaro o el Accésit de parte del club Gente de Teatro.

El fuerte de El Altillo ha sido su actividad docente: “Nos dedicamos muy profundamente a los talleres, sobre todo de niños y jóvenes, tratando de brindarles alguna herramienta para su futuro. Y con adultos formamos diversos elencos que, al día de hoy, y luego de 30 años, todavía algunos continúan aportando su talento”, reveló.

Para Palumbo hay una certeza que no admite dudas: “El teatro es de los actores, nosotros somos meros intermediarios entre la obra y el público”, dijo, orgulloso de la estabilidad del puente que supieron construir y que todavía resiste.

“Hoy podemos decir que somos un colectivo entre talleres de niños, jóvenes y adultos de más de 70 personas, que aportan sus conocimientos, sus ganas de participar y de hacer del teatro un medio para que la cultura siga siendo lo que siempre creímos y seguimos creyendo: un elemento de crecimiento individual y colectivo”, concluyó el actor, director, dramaturgo y docente teatral platense.

Las tablas le hicieron fuerza a la motosierra

  Balance de teatro 2024 En un año con fuerte retracción del consumo y un ataque inusitado al campo de la cultura, la caída de la actividad ...