domingo, 25 de noviembre de 2018

Una diva en el agua, sensualidad y un engaño

Infobae

La historia detrás del primer desnudo en el cine argentino con el debut de Isabel Sarli

A seis décadas del estreno de "El trueno entre las hojas", un repaso por las curiosidades de aquella película y por la vida de la gran diva del cine nacional


Por Matías Bauso 
25 Nov, 2018 

Hace sesenta años nacía una estrella. En noviembre de 1958, con más de un año de retraso, los cines argentinos estrenaban El trueno entre las hojas, película que venía precedida del prestigio de su guionista, un joven escritor paraguayo, Augusto Roa Bastos y la experiencia de su director, Armando Bo, que había producido y protagonizado varios éxitos en la última década. La película denunciaba la explotación de los obreros en un aserradero paraguayo.

El trueno entre las hojas se estrenó el 2 de octubre de 1958. Basada en un cuento de Roa Bastos,
 fue el primer desnudo frontal del cine argentino

Un drama, denuncia social, realismo. Pero nada de eso hizo que la película perdurase. A pesar de sus imprecisiones, sus desprolijidades evidentes, sus actuaciones inverosímiles, El trueno entre las hojas superó todo eso por su protagonista femenina. En su debut en el cine Isabel Sarli se convirtió instantáneamente en un ícono, en una diva de la pantalla. Bastó una escena. Su primer baño -de cientos- en celuloide. Esa película cuenta con el primer desnudo completo del cine argentino. La joven Isabel Sarli nada distraídamente en un arroyo. Va y viene. Sin demasiado sentido. Hace la plancha, se regodea con su propia desnudez. Los pechos, sus pechos, pasaron en ese momento a convertirse en la obsesión de varias generaciones de varones.

En noviembre de 1958 llegaba a los cines “El trueno entre las hojas” con Isabel Sarli como protagonista

Isabel Sarli, la Coca, tenía poco más de 20 años cuando le llegó la propuesta de protagonizar la película. Venía de un hogar pobre. Las necesidades y deseos insatisfechos de sus primeros años eran constantes. En 1955 tuvo su primer contacto con la fama. Fue elegida como Miss Argentina. Luego comenzó con campañas publicitarias en medios gráficos. Su figura llamativa y su belleza servían para vender electrodomésticos, productos para la mujer y ropa. En ese punto de su incipiente carrera recibió el llamado de Armando Bo.

El director buscaba un éxito de taquilla. Para asegurarse mezcló tres fórmulas que en los últimos años habían sido exitosas. La denuncia social, la mujer insinuante, como oscuro objeto de deseo y el desnudo femenino. Isabel se mostró halagada por la propuesta, por debutar con un protagónico. Pero no quería saber nada con hacer un desnudo. Armando Bo la citó una tarde en su oficina. En vez de tener una reunión la llevó en auto hasta la calle Lavalle, que todavía no era peatonal pero era el emporio de las salas de cine, una pegada a la otra.

Entraron a ver una película de Ingmar Bergman que contenía algún desnudo femenino. Si el sueco, con todo su prestigio, lo hacía no era algo condenable, parecía ser el mensaje de Armando. La otra obvia inspiración de Bo fue Y Dios creó a la mujer de Roger Vadim con Briggitte Bardot. Él quería crear su propio símbolo sexual. Y, qué duda cabe, lo consiguió. Uno de los personajes de esa primera película, uno de los obreros sojuzgados por el patrón y deslumbrado por su mujer, le dice a otro: "No nos dejemos emborrachar por ella, una mujer como ella es peor que la muerte". A partir de ese momento, durante dos décadas, la Coca Sarli emborrachó multitudes y, también, muchos la vieron como la representación del mal.

Hasta El trueno entre las hojas se consideraba que el primer desnudo del cine argentino era el de Olga Zubarry en El ángel desnudo. Sin embargo, aquella espalda sensual que había erotizado al público en la década del 40 estaba cubierta por una malla color carne. El mismo dispositivo prometió Bo a su actriz. Le explicó que no iba a estar desnuda en el agua, que la intención era insinuar y que tendría una malla color carne. Al momento de rodar la escena, en medio de la selva paraguaya, la malla, como era de prever, no apareció.

Isabel Sarli y Armando Bo vivieron un romance de casi un cuarto de siglo

Cuenta la leyenda, construida y transmitida recurrentemente por la propia Isabel, que ella se negaba de manera terminante a hacer la escena desnuda hasta que Armando le explicó que la cámara iba a estar muy lejos, que apenas se vería algo. Le señaló la cámara en la cima de una elevación, desde allí filmaría. Al repasar la película se puede observar que sólo se trata de una leyenda repetida hasta el cansancio.

Si bien hay planos lejanos y elevados, que toman desde la cima su baño, casi como una subjetiva de la mirada del peón que mira desnuda a la esposa del patrón, también hay otros planos cercanos, con la cámara desde otro ángulo, al nivel del agua, que toman de frente a Isabel y sus jugueteos. Por eso se hace difícil creer cuando la Coca contó en infinidad de entrevistas que cuando vio la escena final, de la indignación rompió el escritorio de vidrio de Armando con un cenicero. Esa escena, de menos de un minuto, cambió la historia para el director y su protagonista.

Se enamoraron y vivieron un romance de casi un cuarto de siglo, hasta la muerte del director, en 1981. Armando Bo siguió casado con Teresa Machinandiarena (con quien tuvo tres hijos) y mantuvo las dos relaciones en paralelo casi a la vista del público. Filmaron juntos 28 películas y se hicieron conocidos en todo el mundo. Difícil determinar el género de sus películas. La primera calificación que surge, la obvia, es la de cine erótico. Pero ninguno de sus primeros largometrajes califica en esa categoría: sólo cuentan con algún desnudo.

Los críticos cinematográficos destrozaban a las películas de Isabel Sarli y Armando Bo

El estilo de Bo era desmañado, descuidado. Buscaba fórmulas exitosas y las adaptaba a su mundo. Paisajes exóticos, música muy presente (varias de las canciones son de Luis Alberto del Paraná), crítica social, violencia, poca producción, doblaje fuera de sincro, guiones endebles, actuaciones escolares e Isabel y su desnudez. Armando Bo atento al mercado fue profundizando la apuesta. A mediados de los 60 ya no alcanzaba con algunos planos de los pechos de Isabel. Ahí incursionó más decididamente en el cine erótico.

Isabel siempre violentada, abusada, vejada por hombres que no requieren su consentimiento, o ninfómana o manteniendo relaciones lésbicas. La trilogía Carne, Fuego y Fiebre los hizo conocidos mundialmente (alguien esbozó una teoría, que la Coca repetía con picardía, para explicar su suceso en Japón: "Un pecho de Isabel es más grande que la cabeza de cualquier japonés"). Luego la fórmula se repetiría pero ya no importaba. Los críticos que demolían sus películas ya aceptaban que se trataba de un género en sí mismo. Y el público llenaba las salas.

La trama de las películas podría resumirse en una frase: buscar excusas, no necesariamente demasiado convincentes, para mostrar a Isabel desnuda la mayor parte del tiempo. Y en el agua. Alguna vez Bo declaró: "Ir a ver una película de Isabel Sarli y que ella no se bañe es como ir a ver una de Palito o de Sandro y que ellos no canten".

El tono y la estética (y su descuido) de esas producciones -en especial a partir de mediados de los sesenta- es una extraña combinación de la afectación del radioteatro, lo estático y sobreactuado de las fotonovelas, gramática de folletín y lo gratuito del cine porno. La propuesta no se fue sofisticando con el tiempo, sólo se radicalizó en busca de más espectadores; el límite se iba corriendo y Bo apostaba por más escándalo y siempre molestaba.

Isabel Sarli, un símbolo sexual para varias generaciones

Isabel y Armando siempre se quejaron de la persecución de los censores. Armando Bo ya había tenido problemas con Pelota de trapo por el lenguaje utilizado por los chicos protagonistas y también con La Tigra de la que fue productor. Pero todo eso fue un pálido anticipo de lo que le esperaba con cada película que hizo con Isabel. Nunca les fue fácil dar a conocer sus películas en el país. Por eso hay varias versiones de sus obras. Para el mercado latino y Estados Unidos se incluían más escenas con desnudos y sexo. Algunas las filmaban dos veces: la versión local en ropa interior y para el extranjero sin ropa alguna. Isabel siempre recordó no sin rencor a sus perseguidores.

A mediados de los 70 Isabel estaba abatida por la muerte de su madre (quien la acompañó gran parte de su trayectoria y a quien la actriz le censuraba -paradójicamente- las escenas más fuertes). Sin embargo, Armando la arrastró a una reunión social ya que mucha gente de la industria y de la política estaría presente. Alguien le sugirió a la actriz que se acercara al sacerdote Daniel Zaffaroni, un cura de cierta notoriedad porque daba misa los domingos por la televisión. Éste, al verla, le dijo que no valía la pena orar por ella, que ya estaba condenada. Isabel le dio vuelta la cara de un cachetazo y lo tiró contra una mesa repleta de sandwiches y canapés. Los periodistas presentes se hicieron eco del incidente.

Existe un malentendido vinculado con la carrera de la gran diva nacional. En el imaginario popular está instalada la frase "¿Qué pretende usted de mí?". Muchos creen que la Coca la dice en Carne mientras es violada serialmente por un grupo de hombres que va entrando a un camión frigorífico. Lo que el personaje de Isabel dice en realidad es "Canalla, se va a arrepentir toda la vida de lo que hace" (en esa película hay otra gran frase; mientras abusa de ella sobre una res congelada, un hombre dice "carne sobre carne"). Es en otra película, Y el demonio creó a los hombres, en blanco y negro de 1960, en la que Isabel pregunta: "¿Por qué me persigue? ¿Qué pretende de mí?".

Cuando los músicos de La Bersuit y Jorge Lanata filmaron el video de la canción La argentinidad al palo buscaron obsesivamente en Carne la frase que todos creen haber escuchado pero que no existía. Decidieron contratar a Isabel y hacer un doblaje para que finalmente pronunciara la frase apócrifa: "¡Canalla! ¿Qué pretende usted de mí?".

Isabel Sarli manejó con inteligencia su carrera y su imagen. Navegó entre la seducción, el descaro y una candidez absoluta en cada entrevista o aparición pública fuera de sus actuaciones. Cultivó esa imagen con dedicación. Luego de la muerte de Armando Bo no se le conocieron romances ni escándalos. Se recluyó en su casona de Martínez con sus dos hijos adoptivos y decenas de animales. Apenas actuó en otras dos películas, hizo teatro de revistas y superó un tumor cerebral. Con sabiduría y cálculo siguió alimentando su leyenda.

Lo que se conoce sobre su vida fue construcción propia, fruto de su discurso público. Nunca dejó que nadie escribiera su historia. Cierta o no, la biografía oficial de Isabel Sarli es una construcción de ella misma. Jamás habló de su primer matrimonio, ni de su relación con la esposa de Bo, ni de su vida posterior a él. Sólo se refirió a las dos estrellas que la guían (su madre y su querido Armando), de sus hijos adoptivos y de sus animales.

Ella contó hasta el cansancio la historia de la filmación de su primera escena sin ropa. Dijo que hacía salir del set a todo el personal técnico ante cada desnudo, que cuando las películas subieron en temperatura debía acudir al whisky para rodar, que se negaba a besar galanes que no fueran Armando y varias situaciones similares.

Isabel y su cuerpo superaron las severas deficiencias técnicas de sus películas, los guiones pueriles, las actuaciones insostenibles. Se convirtió en un ícono, en un símbolo sexual que rigió a generaciones. Ella no necesitó hacer la pregunta que todos le atribuyen. Isabel Sarli siempre supo qué pretendían de ella.

Fuente: https://www.infobae.com/



domingo, 18 de noviembre de 2018

Iñaki Urlezaga: el último baile

 

Se iba a despedir mañana en Plaza Moreno, en el marco de los festejos por el aniversario de la Ciudad, suspendidos por duelo nacional. A los 42 años, y con 28 arriba de los escenarios, cierra una etapa fundamental de su vida como “algo natural”, sin reproches

María Virginia Bruno
18 de noviembre de 2018
Iñaki Urlezaga / fotos: Gonzalo Mainoldi

Iñaki Urlezaga acaba de terminar el último ensayo antes de partir hacia Paraguay y, luego, Uruguay. Son los últimos tramos internacionales de una gira de despedida con la que recorre el país desde julio y que, tras dos funciones en el Colón en septiembre, iba a cerrar mañana en Plaza Moreno, en el marco de los festejos por el aniversario de La Plata (finalmente suspendidos por duelo nacional), su ciudad natal, donde debutó cuando tenía 15 años, y la que eligió para retirarse a los 42. No se lo nota nervioso. Ya está todo dicho. Todo bailado.

-En este tramo final de tu carrera estás más relajado, ¿no?

-Yo me lo estoy tomando más relajado. Si lo hubiera sabido antes... Hubiera sido todo más fácil.

-Siempre lo viviste con mucha exigencia...

-Sí, pero lo agradezco. Porque yo nunca perdí mucho el Norte, ni la brújula. La realidad nunca la perdí. Hubiera sido lindo, quizás, disfrutarlo un poco más. Eso seguro. Pero, te soy sincero, muchas cosas internas, uno las va modificando de a poco. La revolución interior es la que más cuesta. Y la que más tiempo tarda.

-Me imagino que esta decisión de dejar la danza, es decir, como intérprete, la venís procesando desde hace un tiempo...

-Sí, sí. Yo soy Gato, en el horóscopo chino. Y a los gatos les cuesta bastante que los cambios sean de forma abrupta. Nada tomo tan impulsivamente. Los voy tamizando, meditando de a poco. Me he ido despidiendo de a poco, primero de los clásicos, ya hace un tiempo, y ahora me queda la parte interpretativa. Pero a lo mejor a futuro alguna creación, o algo circunstancial, también haga. Pero la etapa como bailarín siento que se está apagando. Se apaga.

-¿Cuál fue la señal que te llevó a decir ‘hasta acá’?

-El físico. El físico no va respondiendo de la misma manera. Va perdiendo primero la exactitud de esa exigencia física que uno le da, y que hace que uno termine siendo casi una máquina, de cómo uno lo obliga a responder. No hay humedad, invierno, primavera. Tenés que estar ahí, al 100 x 100, siempre igual. Cuando sos más joven es más factible que eso te lo puedas autoimponer, también. De grande ya no. Entonces, hay días que te levantás y decís ‘hoy realmente no me puedo mover, ¿si tuviera función qué pasa?’, de hecho, me ha pasado, entonces te das cuenta que el cuerpo te está avisando que ya no puede a ese nivel. Creo que la danza, como yo la manifesté a lo largo de toda mi vida, si no estás a ese nivel, no me satisface tampoco hacerla, honestamente. No me deja contento. Entonces prefiero dar un paso al costado. Ni sufrir yo, ni que el público me sufra tampoco.

-¿Es una decisión que tomaste solo o aceptaste las opiniones de tu entorno, tus colegas?

-La decisión es de uno... Las grandes decisiones de la vida yo creo que uno las toma solo. Te pueden decir, acompañar, por suerte, lo podés compartir, charlar. Pero las decisiones trascendentales se toman con la conciencia de uno. Al menos en mi caso me parece que es uno quien tiene que escucharse. Existe todo el entorno y es bueno, porque encontrás tantas diferencias, y también te ayuda a ver otra perspectiva diferente que termina siendo enriquecedor.

-¿Muchos te quisieron frenar?

-Sí. Están esos y también los que me habían pedido que me retire antes. Las dos cosas. Cada cual se siente en el derecho de opinar, y es respetable también. Yo siempre escucho. Después resuelvo. No soy una persona aislada del mundo. La danza es en equipo.

-¿Cómo se vive internamente el proceso de soltar una disciplina con la que convivís desde hace casi treinta años?

-Como algo natural. Es un hecho pero no algo intempestivo, ni repentino. Yo creo que nada es de repente en la vida. Hay una manifestación inconsciente de que algo permanentemente se está gestando. En todo orden de la vida. En el momento, uno no relee lo que va escribiendo y por eso quizás no es consciente. Pero si vas un año atrás seguramente vas encontrando las pistas. Al comienzo no me habré dado cuenta pero ya hace tiempo que lo estaba manifestando.

-¿Cómo?

-Hace unos cuatro años empecé a ver que no tenía para mucho más, que sentía la necesidad de ir despidiéndome de algunos ballets, que me costaba hacer algún gesto físico. Y eso te empieza a hacer ver que también la danza físicamente es una finitud en el cuerpo, y que tiene su tiempo biológico. El amor por la profesión es cada día más grande, porque eso no se extingue, pero lo físico sí te abandona. Entonces, no me tomó de sorpresa, lo que no quiere decir que no sea una decisión tremenda, pero, bueno, es parte de la vida.

-¿Qué es lo que más vas a extrañar de estar arriba del escenario?

-Cuando te venís grande, te das cuenta de que la danza tiene un estado ciertamente meditativo. La danza también es una terapia. Es un rato largo que vos estás con vos mismo, como bailarín te digo, moviendo el cuerpo, sin que interfiera la mente en tus problemas cotidianos. El bailarín va y hace una clase, el director empieza a trabajar después, y ya esa clase te aísla un poco de la vida diaria: si tuviste una pelea, las cuentas, lo que sea. Te hace entrar en un cierto submundo interior. Y después, a lo largo del día, tenés una cierta plasticidad, armonía, porque hay una energía física que se libera. Sucede algo. No es levantar pesas. Tenés una música hermosa, seguramente hay un texto que te interesa leer, abordar, estás en contacto con algo relativamente superior. Es una profesión muy elevada, que te desarrolla como ser humano también, te da la posibilidad de encontrarle un sentido interesante a la vida. Cuando eso se termina, y ese tiempo que vos tenés para con tu trabajo, que en parte es para con vos mismo también, yo creo que eso es una gran soledad que uno siente.

-Pero vas a poder seguir bailando a pesar de no salir a escena...

-Sí, pero no con esa disciplina, y es esa disciplina lo que te hace avanzar. La disciplina en la vida es lo que te da la posibilidad en la vida de que todos los días encuentres algo nuevo, o lo puedas realizar mejor. La disciplina te genera la experiencia de encontrar herramientas para poder disfrutarlo más pero, sobre todo, para poder hacerlo mejor, para estar más experimentado en el desarrollo de algo. No es lo mismo el primer día, que de grande: de grande uno va encontrando todo lo cultivado.

-¿Creés que tus grandes logros se debieron a tu disciplina?

-Y gran parte, sí. Walt Disney decía “no existe la magia, y si la hay ojalá me encuentre trabajando”, ¡y mirá quién lo dijo! Yo creo que sí. Salvo, bueno, saltos cuánticos, o personas que estén realmente iluminadas, que las hay y que no necesitan tener tanta rigurosidad de práctica. Pero en general yo todo lo que he conocido, la gente más terrenal, es gracias a un profundo trabajo. Sólo así se logra algo superior. Sino es muy poco.

-¿Y la suerte? ¿Tuviste algunos toques?

-Seguro, seguro. Para el éxito, vulgarmente hablando, se necesita también un poco de suerte.

-¿Qué fue lo más importante que te dejó la danza?

-El aprendizaje, la humildad en el trabajo, el compromiso, el trabajo colectivo, el no pensar solamente en vos mismo. En tener ciertas cualidades humanas que te permiten ser mejor persona y, por ende, también mejor artista, porque encontrás otros valores en los cuales poder desarrollar tu trabajo.

-¿Y los golpes?

-Forman parte de la vida. Yo no los veo como negativos hoy en día. Son aprendizajes. Para que haya un acierto tiene que haber habido un error. O se disfruta doblemente el acierto cuando venís de un error, porque entendiste por qué te caíste, por qué te pasó lo que sea, para poder ir por la dirección contraria para encontrar el acierto. Cuando estuviste tan abajo, y de repente estás arriba, es mucho más lindo. Si siempre estás arriba, se sube muy poco. El éxito no te enseña nada, no aprendés nunca.

-¿Recordás algún momento de sufrimiento?

-Accidentes tuve miles, físicos, de la carrera, y después cosas que no se concretan, que están trabadas, y después te das cuenta por qué. Estar un poco obcecado frente a lo que uno quería y la vida te demuestra lo contrario. Yo soy una persona muy afortunada, pero te puedo decir que los errores, los defectos o los fracasos, uno tendría que tener una mirada diferente frente a ellos. Uno debería estar agradecido. La vida es una gran escuela. No nos enseñan eso tampoco. Uno cree que se estudia hasta los 18, cree que cuando te recibiste de Bachiller o saliste de la facultad, ya está. Y es muy poco lo que se aprende ahí: sólo a sumar, dividir, restar. No se aprende a conocerse a uno. Eso lo vas haciendo al andar.

-¿Cuáles son tus referentes, las personas que te ayudaron a transitar por la danza?

-Yo tuve la suerte de vivir en una familia muy próxima al arte, por eso tuve el apoyo enseguida de la parte familiar. También tuve la suerte de nacer en una casa donde mi tía bailaba, entonces, fue mi primer profesora, a una edad en la que no te acepta ninguna escuela pública. Tuve la suerte de congeniar muy bien con mi hermana, Marianela, que me pueda llevar adelante con toda la parte de producción y lo legal. Entonces, sin irme muy lejos ya tenía todo medio armado. Después, los grandes maestros que tuve y la gente que tuve la humildad de ir a buscar y dejarme acompañar, dejarme llevar para ensanchar esa posibilidad que yo tenía de caminar en el mundo del ballet.

-¿Cómo te sentís con respecto a tu ciudad? ¿Te sentís profeta en tu tierra?

-Yo creo que la gente me quiere mucho porque me ha visto poco (risas). Porque no he tenido la posibilidad de bailar muchas veces, tampoco. No es que he bailado tanto. Sólo un año, cuando tenía 15, estuve en el Teatro Argentino. Pasó mucho tiempo. Y después vine como invitado. Pero me ha pasado que la agenda no coincide o que, como en el último tiempo, los teatros están cerrados, tanto el Lago como el Argentino, cosa que me parece dolorosísima. Entonces, con los teatros cerrados, ¿a dónde voy a ir a bailar? He estado algunos 19 de Noviembre, en la Plaza, cosa que me encanta porque es como la festividad más grande que la ciudad tiene. No hay nada más lindo que compartir tu trabajo con la gente que uno quiere.

-Vos que has recorrido el mundo, ¿cómo ves culturalmente a La Plata?

-Yo siento que La Plata fue una ciudad, honestamente, tan importante, de tanta vanguardia cuando fue pensada y concebida, porque fue concretada como se pensó, y fue una ciudad que estaba llena de teatros, y edificios públicos hermosos... Pero hoy yo siento que está resumida a un público estudiantil, y un poquitito más que eso. Y creo que los platenses no somos conscientes de cuánto la descuidamos y de cuánto nos falta reconocer sus posibilidades. En eso me cuesta encontrarme con un movimiento cultural fuerte. Hemos tenido grandes artistas, grandes personalidades, gente muy importante en el mundo, que individualmente se han destacado porque la debacle cultural atravesó mucho la ciudad. Y creo que después de la dictadura en adelante no ha florecido nuevamente un movimiento importante. Desde ese momento La Plata mira con ojos para Buenos Aires. Nos cuesta entender las posibilidades reales que la ciudad tiene. No nos podemos hacer cargo de lo que tenemos como potencial aún. Digo potencial porque habría que volver a poner en valor todo este tipo de instituciones que no están funcionando a la manera que lo han sido, ni tampoco a la manera de un siglo XXI.

-¿Qué falla?

-Fallamos como sociedad en no poner un límite a tantas cosas, y en no realmente ejercer el patrimonio público como propio, sino que lo ponemos en mano de gente que hay que ver qué es lo que van a hacer con eso. Creo que la sociedad es la que debería de pedir respuestas, resultados. Porque todo parte de los impuestos, en todo Estado democrático yo creo que es realmente la sociedad quien realmente tiene el deber cívico de exigir algo mejor. Y no esperar por parte del otro: porque el otro somos nosotros, que entre nosotros mismos nos votamos, y sube alguien al gobierno.

-¿Te imaginás en algún cargo político relacionado con la cultura?

-No (tajante). Soy un bailarín y me puedo mover en mi mundo. Es lo que mejor puedo hacer. No me interesa estar en algo para lo cual no estoy formado. Porque ya de esa gente, está lleno. Hay mucha gente que se mete sin saber, y después pasan los desastres que ocurren. Yo sé que este país da para todo. Pero no es mi caso.

-Te despedís de la danza, oficialmente, en el aniversario de La Plata. ¿Cómo lo vivís?

-No pudo haber sido mejor. Yo lo vivo como un regalo. Después de tantos años, estar frente a todo el mundo, juntos, gente que me vio bailar, familiares, amigos, gente que viene de afuera. Una orquesta en vivo, que dirija Gardelin, que realmente es una persona muy importante en el mundo de la música. Los artistas en vivo que vienen a cantar... Personas que de una manera u otra han sido parte de mi carrera. Creo que es la mejor forma artística y afectiva para juntarla en un mismo lugar y decir gracias.

-Me imagino que será algo muy movilizante. ¿Cómo se manejan las emociones en un día así?

-Está bien que sea emotivo, por el marco, el lugar, la situación. Estoy preparado para emocionarme. No lo vivo incómodo. Si sucede, conviene. Me parece que está bien. Tiene que ser así. Está perfecto que así sea.

-¿Y qué viene después?

-No lo sé. Profundizaré la etapa mía como coreógrafo, seguramente, aquí y en el exterior, y seguiré ligado prácticamente a lo que he hecho hasta ahora pero sin subir a los escenarios.

-¿Y en lo personal? Dijiste hace poco que te gustaría ser padre...

-No es un aborto de la naturaleza ser padre, no lo veo ni como algo incómodo, ni como algo feo. Si el día de mañana, a mí me surge el deseo, seguramente me encantaría. Si tuviera la posibilidad, la pareja adecuada, o no, pero no lo sé. Yo lo planteé como una posibilidad a futuro. Todavía no fantaseo, ni he soñado con eso.

-¿Tiene que ver con el hecho de haber estar tan enfocado en tu carrera?

-No creo que tenga que ver con la carrera. Creo que tiene que ver con los tiempos de cada quien. De cómo vive la vida, y cómo la lleva adelante en el cotidiano. Si eso me llegara a tocar, bienvenido sea. Yo sé hasta hoy, no te puedo hablar de mañana. Creo que es un milagro. Creo que la paternidad es un sentido de pertenencia que uno realmente tiene, o no. Es un deseo íntimo que es como medio irrefrenable. Que cuando eso sucede, cualquiera al que le esté pasando, lo va a entender.

-¿Sentís que dejaste muchas cosas de lado por ser tan disciplinado?

-He tenido una vida intensa artísticamente entonces, seguro, tenés menos tiempo para muchas otras cosas. Pero no creo que haya sido “dejar de lado” porque yo no lo tenía antes como para empezar a soltarlo. Ya fui creciendo así. Y la vida la fui armando siempre igual. Fui construyendo lo que fui buscando. Y bien feliz me hizo. No tengo ningún tipo de cuentas pendientes para atrás.

-¿Hiciste la mejor carrera que pudiste haber hecho?

-Sí. Hice lo que pude como ser humano. Uno hace solamente lo que puede, no hace lo que quiere. Uno lo entiende con los años.

-¿Sin reproches?

-No tengo reproches.

Fuente: EL DIA

jueves, 8 de noviembre de 2018

“Niebla (drama nativo)”: el gran circo criollo del siglo XXI

 

Se estrena hoy en el TACEC la obra escrita y dirigida por Nelson Mallach, basada en los fotomontajes de figuras históricas de Carlos Servat

8 de Noviembre de 2018
“Niebla” / teatro argentino 

Hoy a las 20 en el Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino, 10 y 53, se estrena la obra “Niebla (drama nativo)” con dramaturgia y dirección de Nelson Mallach, y las actuaciones de Rosario Alfaro, Blas Arrese Igor y Julieta Ranno

Con escenografía y vestuario de María Oswald; iluminación de Federico Genoves; composición y dirección musical de Juan Pablo Pettoruti; participación de los instrumentistas Santiago Epele (bajo), Federico Jaureguiberry (saxo), Sebastián Piatti (percusión); fondo Multitud Peronista de Carlos Servat y asistencia de dirección de María Ibarlin, esta propuesta, que tendrá nuevas funciones el viernes, sábado y domingo a la misma hora, fue seleccionada tras la convocatoria a la presentación de trabajos interdisciplinarios por parte de grupos bonaerenses que el TACEC lanzó el año pasado.

El autor se inspiró en los fotomontajes del artista plástico Carlos Servat, que plantean una serie de desnudos de personajes históricos argentinos, específicamente en tres montajes circunscritos al peronismo, un fenómeno que, según aseguró Mallach en diálogo con EL DIA, “me convoca y me transforma”, y que le pareció lo más vigente en este contexto: “Por qué iba a elegir entre las obras de Servat a Dardo Rocha, por ejemplo, que ya es un modelo de mundo acabado. La Plata es prueba clara de lo que digo. La ciudad de bases higienistas ubicada al lado de una petroquímica que es más grande que su casco urbano”.

Según el autor, la idea de esta obra nació a partir de una convocatoria para “pensar la obra de Servat”, a la que definió como “una obra muy impactante porque la historia no ha dado cuenta de los cuerpos sino de los hechos y la iconografía es muy restrictiva en ese punto”. En este sentido, y haciendo hincapié en esos fotomontajes del artista, dijo que “encontrarte a San Martín con una erección es una cosa muy hermosa por fuera de la sexualidad, en función del silencio que viene a alterar. Pocas cosas transgresoras pueden caber en este mundo y la obra de Servat es una de ellas”.

En escena, Mallach y compañía intervienen “los desnudos de Isabelita, el contraalmirante Rojas, Nelly Rivas e Inacayal y el disfraz de Perón”. Una vez hecho el recorte, explicó el director, tomaron también su técnica: el ‘collage digital’. Apelando también a la lectura de la historia no ingenua de Servat, trabajaron bajo un proceso de “relectura, recorte y collage”: “Nos apropiamos de su procedimiento y generamos teatralidad. Y fue ahí en donde el circo criollo asomó. No lo forzamos, sino que llegamos a él porque su estructura era el mejor medio para que el mundo Servat pudiera aparecer. En el circo criollo se empezaron a representar los primeros dramas nativos”, contó.

Drama nativo, precisamente, es el subtítulo de la obra, “un guiño de lectura, la apertura a un diálogo que Niebla entabla con la tradición quizá preguntándose qué puede haber todavía de aquella estructura del circo criollo en el teatro contemporáneo y específicamente con la posibilidad de un teatro popular”. Por otra parte, indicó, “también expresa cierta literalidad en el hecho de que la obra trabaja sobre materiales de la historia argentina, específicamente sobre el periodo de la proscripción del peronismo”.

Mallach, para quien “el teatro es subversión” y no debería entender de limitaciones, avisa que en escena, los que vayan buscando un argumento en la acción, se encontrarán con un portal que invita: “Bienvenidos al gran circo criollo del siglo XXI. Hay hasta gorilas. En realidad, sobran”.

Fuente: EL DIA

Entrevista a Raúl Bongiorno

Charlamos con Raúl Bongiorno, a punto de estrenar «Tute Cabrero», de Tito Cossa, en El Viejo Almacén El Obrero

Por Irene Bianchi


IB: Raúl, ¿qué te llevó a elegir esta pieza?

RB: Me gustó, eso, una cuestión emocional más que racional, que después cuando empezás a analizar es lógico que te pase. Está escrita por Tito Cossa, ¿que más se puede decir? Te sentís identificado en cada palabra, cada modo de articular las frases y las imágenes que genera. Me gustan los desafíos y es una obra que dramáticamente pone en juego el tiempo y el espacio y eso me atrapó. Además, esto lo digo con mucha tristeza, tiene una presencia social actual que es catártica.

¿Pensás que no ha perdido ni un ápice de vigencia? 

Claro que no ha perdido vigencia, hoy menos que nunca en nuestro país. Pero más allá de los motivos puntuales del conflicto, la obra pone en juego las relaciones generacionales, la idiosincrasia humana frente a situaciones extremas y esto perdura en la sociedad y en el tiempo.

¿Te topaste con algunas dificultades al abordar el texto, algunas dudas, algunos cuestionamientos?

Por supuesto que tiene dificultades el texto, si no no sería interesante, por lo menos para mí que como te dije antes me gustan los desafíos. Sobre todo cuando pretendés imaginarte el resultado de lo que vas leyendo a medida que avanzás. En este caso hay que desmenuzar las situaciones para encontrar las coincidencias temporales y las relaciones espaciales. Esto es lo que me disparó la propuesta de puesta en escena. El desafío de despojarla de decorados. Yo que vengo de la escenografía y de la opera para colmo, me pareció que esta obra debía sostenerse visualmente por la propuesta que el texto hacía para la acción de los personajes. Solo cinco elementos hay en juego y su majestad, la luz…

¿Cómo definís a los personajes?

Los personajes son muy simples. No hay sublecturas de ellos, precisamente esta sencillez los hace empatibles. Y esta empatía es la fuerza que sostiene la obra. Las tres generaciones y los referentes familiares de cada uno conforman el marco social que contiene el conflicto.

¿Cuál es el conflicto central? ¿Hay más de uno? ¿Qué se pone en juego?

El conflicto central es la noticia de que la empresa va a echar a uno de los tres dibujantes de esa sección. A partir de esto, cada pareja desarrolla su propio conflicto producto de esta situación. Se ponen en juego los valores éticos que cada uno es capaz de sostener.

¿En tu puesta, se conserva el marco temporal y social de la obra, o está traída al presente?

Yo quisiera decir que está respetada hasta la última coma, pero no sería cierto, ya que la puesta me obligó a cambiar algunas palabras que condicionaban las acciones, pero son absolutamente secundarias intrascendentes. La obra transcurre en la época propuesta por el autor, eso sí, estos datos están dados por el vestuario y los sonidos ambientales.

¿Dirías que “Tute Cabrero” es una obra netamente argentina? Y, en ese caso, ¿qué la hace tan nuestra?

Claro que es una obra netamente argentina, por el lenguaje, por las referencias que se hacen a situaciones que son nuestras, cuando Luis Sosa dice: “todo lo tiran abajo…” refiriéndose a un café que frecuentaba de joven, está haciendo referencia a lo que presenciamos cotidianamente en este país.

¿Qué expectativas tenés en estos días previos al estreno?

Que vaya gente, hoy es la mayor de las expectativas. La otra y que debería ser la fundamental es la respuesta del público a la propuesta escénica. Como sucede en estos casos en que uno toma una obra tan conocida y querida por los amantes del teatro, hay que estar a la altura de las circunstancias.

Por suerte pude conformar un elenco del que estoy muy satisfecho, no había trabajado con todos antes y esto siempre es un desafío. Estoy contento de poder integrar profesionales excelentes y experimentados con novatos ansiosos y responsables.

Tras estas 2 funciones (viernes 9 y 16 de noviembre), ¿qué derrotero tendrá este «Tute Cabrero?

La intención es aprovechar el esfuerzo lo más posible haciendo funciones en distintos municipios de la Provincia de Buenos Aires y en las que se concreten las ofertas conversadas.

¿Quiénes integran el elenco?

El elenco en orden alfabético está integrado por:

Ana María Haramboure Matilde-Rosa
Bruno Mux Sergio Bruni
Claudio “Negro” Cogo Voz en off
Eliana Castorino Gladys
Ernesto Kiare Carlos Parenti
Karina Ruiz Laura
Mario Lombard Luis Sosa

¿Iluminación, sonido, vestuario, make up?

Diseño de Vestuario y Maquillaje: Ana María Haramboure
Diseño de Escenografía e Iluminación: Raúl F.Bongiorno
Musicalización y sonidos: Luciano Fermín Bongiorno
Video y Fotos: Federico Bongiorno
Asistencia Técnica; Celina Novara
Puesta en Escena y Dirección: Raúl F.Bongiorno

Fuente: irenebianchi.com.ar/

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