COMENZO LA CUARTA TEMPORADA DE "MUJERES ASESINAS" (CANAL 13)
Protagonizado por Celeste Cid y Romina Ricci, el capítulo del martes estuvo teñido por la crudeza de las imágenes.
Por: Luis María Hermida
Fuente: ESPECIAL PARA CLARIN
Con una historia -basada en un hecho real- atravesada de perversión, satanismo y sangre, se abrió la cuarta temporada de Mujeres asesinas (martes a las 22, por Canal 13). Todo empezó con algunas incompatibilidades de carácter entre dos hermanas por la atención de un kiosco inofensivo y terminó en un horripilante baño de sangre.
Dirigida por Daniel Barone, Dolores poseída contó el trágico tramo final de la historia de una familia ligeramente disfuncional. Dolores (Romina Ricci) y Victoria (Celeste Cid), huérfanas de madre, llevan una conflictiva existencia junto a su padre (Patricio Contreras). No sólo porque las chicas, raras las dos, son muy diferentes y se llevan bastante mal, sino porque el papá también aporta lo suyo "curtiéndose" a Victoria. Y Dolores lo sabe.
El nivel enfermizo de las relaciones, sumado a la aparición de fenómenos extraños en la casa (cosas que desaparecen o se mueven, ruidos inexplicables, penetrante olor a ácido muriático), condujo a los tres protagonistas a una espiral incontenible de paranoia, esoterismo y desquicio que acabó con la vida física del padre (y mental de las nenas).
La certeza de la presencia del demonio en la casa llevó al grupo familiar a una sucesión de prácticas esotéricas, las llamadas "novenas de purificación ambiental", con poca ropa, mucho manoseo mixto y la misa criolla de fondo (?). La cosa se complicó cuando llegaron a la conclusión de que el diablo, no sólo estaba en la casa, sino que más precisamente se alojaba en el cuerpo del padre. Y ya no dudaron.
"Es momento de empezar con la novena de purificación personal", dijo Dolores ante un padre aterrado al que no lo calmó en absoluto la aclaración de su hija. "A vos no te vamos a hacer nada, es a él", le dijo mientras avanzaba con un cuchillo entre sus manos y gesto de terror clase B.
Lo que siguió fue el regodeo morboso del ciclo por los límites del buen gusto. Límites que, aunque con un cuidado, una calidad y un pulso quirúrgico (dignos de destacar) nunca llega a trasponer, no lo pone siempre a cubierto de apelar, conceptualmente, a bajezas e instintos dudosos.
Fuente. http://edant.clarin.com/diario/2008/01/10/espectaculos/c-00401.htm
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