Miércoles 9 de diciembre de 1992
Es un hombre afable que nació en Azul y que ahora vive en La Plata. Habla con cadencia pausada de lo que más sabe: dar forma con las manos a figuras que, a su vez a través de las manos, cobrarán movilidad circunstancial. Raúl Andrioli saca -literalmente- de un bolso oscuro un Popeye multicolor, un loro (obviamente verde) que maneja con los dedos índice, mayor y pulgar. Y la magia se produce en el gigante espacio de la redacción del diario. No por nada, además, Andrioli es poeta.
Entre el trajín de su profesión de titiritero de la cual se permite el "gran lujo" de vivir tiene tiempo para escribir poesía -ya publicó dos volúmenes y está a punto de salir "Mapas y naipes para miopes"-, la cual nutre los espectáculos que crea. Del comienzo al fin. "Así es la cosa -dice-, igual que cuando se comienza a modelar un muñeco, nunca se sabe dónde se va a terminar..."
En 1987, gracias a una beca del Fondo Nacional de las Artes, Andrioli pudo viajar largamente por el interior del país y tomar contacto con los aborígenes, y una franja de discapacitados (como ciegos y enfermos psiquiátricos) que le interesa muy especialmente por la respuesta que en ella logran los títeres. "Sin embargo -manifiesta Andrioli como si pensara en voz alta-, todo es tan difícil. La falta de sistematización del títere, como vía cultural es total. No existe una tradición coherente en el país. Todo lo que se ha hecho al respecto es más bien puro fruto de la casualidad. Yo soy un ejemplo. Por medio de los hijos del poeta Manuel Castilla tuve su revelación. El había trabajado en Salta con García Bes".
"Se hace camino..."
Nombra Raúl Andrioli a García Lorca, gracias a quien en la Argentina se tuvo idea de la riqueza comunicativa del género titiritero. Nombra además a Oliverio Girondo y a Enrique Molina, devotos y cultores de la especialidad al igual que Javier Villafañe y Ariel Bufano. De éste afirma que creó toda una escuela.
Trabaja Andrioli en equipo junto a otros artesanos, que no pueden dedicarse totalmente a la magia de crear títeres "porque las urgencias de la vida cotidiana lo impiden". Concede que por eso "a veces trato de hacerlo todo yo. Pero no es así como se debe trabajar".
Crea los libretos, "amasa" cada personaje, como el de Popeye tomado directamente del "comic" famoso o ese diablo que personifica en vibrión colérico y que servirá junto a un gauchito para establecer una payada que dejará lecciones de prevención contra el mal que aún no ha sido erradicado del país. Pero, ninguna época más oportuna, también Papá Noel se deja ver en el espectáculo múltiple ideado por Andrioli.
Entre el 19 y 23 de este mes lo ofrecerá en el centro comercial de Los Hornos -Calle 137, entre 60 y 66-, barrio de La Plata donde vivió Javier Villafañe y del que salieron todos los ladrillos que conformaron la capital provincial. Allí el discurso teatral apuntará "a que en algún chico prenda la idea de que en la vida la razón suele estar oculta por plantas invisibles que impiden verla. Por eso hay que hacer su propio camino, trabajosamente, cotidianamente, para llegar a ser nosotros mismos".
A.D.V.
Fuente: La Prensa, http://lostiteresdebeppo.files.wordpress.com/2009/12/scan0004.jpg