domingo, 30 de agosto de 1992

El teatro Princesa levanta el telón para seguir soñando

Retorno: La clásica sala de teatro y cine Princesa, que desde los primeros años de este siglo iluminó la actividad cultural de La Plata, volverá a abrir sus puertas.


Diagonal 74 entre 3 y 4. A la vuelta de la terminal de ómnibus. Podría haber sido el terreno codiciado por brazos y máquinas demoledoras, en un preámbulo de modernas torres de departamentos. La excusa perfecta para el implacable avance de los paseos de compras. O, quizá, el eterno y melancólico refugio de fantasmas y cirujas.

Pero no. Afortunadamente para los amantes del arte y de los sueños, el viejo teatro y cine "Princesa" retornará a su remota costumbre de albergar encuentros artísticos que, por lo pronto, estarán ligados a proyectos teatrales.

Y quien no puede desligarse de éstos últimos y de esa gran aventura de encender luces cuando los últimos se van es "Quico" García, licenciado en cine, el eterno y barbado director de obras como "Vincent y los cuervos" (de notable repercusión en el hoy lánguido Teatro del Bosque, que él impulsó) y "Woyzeck, historia de un soldado" (adaptación de la obra teatral escrita por Georg Büchner en la Asociación Sarmiento), un inequívoco sinónimo de teatro en esta ciudad.

Ahí está ahora. Todos los días, merodeando el futuro. Con los operarios y sus materiales aquí para allá. Con los artistas que trabajan en un silencio desbordante de nuevas ideas. Con el infaltable gato de baldio (Macbeth), que clama por su comida. Con su vida que tambaleó el año último y que durante intensivo reposo le permitió leer la novela Maluco, del uruguayo Napoleón Ponce de León.


En ella, el bufón de la flota de Hernando de Magallanes narra, a través de una extensa carta, la privación de su pensión vitalicia por haber sido parte de la aventura de recorrer el mundo para llegar a las islas de las especies (las Molucas), Juanillo Ponce, conde de Maluco -como él se trata- envía la carta a Don Carlos V para que interceda ante el rey Felipe II y así recuperar lo que le pertenece.

La adaptación de la obra será "libérrima", el libro corre por cuenta del propio Quico y Marcelo Vernet, mientras que la escenografía estará en manos de Rafael Landea (un artista "asombroso y de excepción").

Así, el anticipo de la obra. Sin dudas, una buena coartada para darle vida al "Princesa" y llevarla a escena hacia mayo del año próximo.

Italiana historia

La edificación del "Princesa" se remonta a fines de la década del 80 del siglo pasado, cuando La Plata (y en especial esa zona de diagonal 74) era una novel y promisoria ciudad de casas bajas, sobre las cuales la incipiente sala se destacaba por sus columnas y techumbre triangular que semejaba una griega arquitectura.

Toda la estructura original se conserva en pie aunque muchos detalles certifican el paso del tiempo: el recinto principal (unos 300 metros cuadrados) está libre de butacas ("y si había, las sacábamos", aclara Quico, vislumbrando la esencia del proyecto), ineludibles goteras y filtraciones destruyeron la mayoría de los escudos representativos de todas las ciudades italianas, ubicados en todo el friso perimetral, el piso de madera es un ruidoso recuerdo que dejó al descubierto un cemento liso, surcado por una fosa que en algún tiempo se utilizó para la reparación de vehículos luego del cierre de la sala.

No hay restauración. Simplemente refacción, que no es poco.

"Altri tempi"

La de comienzos de siglo era una época de tangos anónimos en pañales, sin siquiera la mudez del cine. Era la época de las fuertes corrientes inmigratorias, con hombres de maestranza que, en el caso de los italianos, construyeron sus casas en la zona comprendida por las calles 12 a 19 y 60 a 66.

Era la época de "Unione e Fratellanza", sociedad fundada el 5 de junio de 1885) una división en el seno de la entidad originó la "Unione de Operai Italiani", que se trasladó a 12 entre 56 y 57.

En estos dos salones y también en el Politeama Olimpo (luego Coliseo Podestá) y La Gaulise (4 entre 45 y 46) se bailaban polcas, mazurcas (especie de polca en tres por cuatro), valses y lanceros (contradanzas de figuras).

Por ese entonces, en el "Princesa" se combinaban las típicas danzas con funciones teatrales.

A modo de recuerdo, los programas impresos en los talleres gráficos "La Provincial" (46 esquina 12) anunciaban grandes estrenos (ver nota aparte) amenizados por las ejecuciones orquestales de turno. Por orden de la Municipalidad -cuya jefatura ejercía en 1914 el comisionado don Luis María Doyhenard- quedaba prohibido permanecer con el sombrero puesto en la platea, como una forma de prevenir acalorados incidentes ocacionados por las copas, molestas para quienes se ubicaban en las filas posteriores.

Los precios eran diversos: "Familia (con ó sin jefe), un peso; transeúntes, dos pesos, socios recibos al día". La comisión se reservaba el derecho de admisión y comunicaba que "la función dará principio a las 8 y 45 p.m. en punto" y rogaba a los que deseaban asistir "lleguen a la hora indicada por ser el programa algo extenso".

Con el correr de los años, la representación escénica y el movimiento al compás de la música dio paso al furor de la gran pantalla cinematográfica que, entre los furtivos romances de ocasión y el crujir de cáscaras de habas crudas, fue testigo de la agonía de la sala, acaecida a comienzos de los '50.

Hoy

Quico Camina y describe el recinto principal del "Princesa" con las manos en los bolsillos. Las saca sólo para que un dibujo en el aire refuerce sus convicciones: "Hoy, el éxito le da valor a las cosas; a mí me gusta darle valor al recorrido, disfrutar el riesgo, atacar al éxito", dice, para comparar luego la situación de su proyecto con la concentración del arquero en la trayectoria de la flecha y no en el blanco.

Por el momento, uno de los apoyos que pueden brindarse es la donación de todo tipo de muebres en desuso y acercarse en septiembre para participar de los talleres que funcionarán en las áreas de teatro, música, títeres y pintura.

Por suerte, ni shopping, ni torres, ni abandono. El viaje hacia las islas Molucas se ha iniciado y el "Princesa" navega viento en popa.

Rafael Labourdette

Cine Princesa: Las mejores carteleras en un viaje por el tiempo

Patriótico sábado de 1914. Aquel '20 de junio, a las 20.30, se anunciaba una "gran función teatral y baile" organizado por el Centro Recreativo "Los cuatro unidos", fundado el 1º de abril de 1911. "Antiguo y acreditado centro con el gran concurso del nuevo cuadro Florencio Sánches de Quilmes que es dirigido (sic) por el competente director de Natalio Setti".

En la "amplia y lujosa sala" de la sociedad Unione e Fratellanza, diagonal 74 entre 3 y 4 tenía lugar el siguiente programa: 
"1º) Marcha triunfal Los Cuatro Unidos por la orquesta, escrita por el maestro E. Wolcan para este centro. 2º) Gran ¡Estreno! ¡Estreno! por primera vez en esta ciudad de la sentimental comedia dramática en tres actos y en prosa de Roberto J. Payró, cuyo título es: ¡El triunfo de los otros!. Reparto: Atilio Ramini (Julián), Elvira Cruz (Inés), Lola Fornos (Doña Amalia), Mario Antoriello (Ernesto Viera), Roberto Fozatti (Bermudez), Edmundo Ramini (José Cienfuegos), Raimundo Cavasoli (Levy) y Natalio Setti (Doctor Martínez). La acción en Buenos Aires -Época actual".

"3º) ¡Estreno! ¡Estreno! Chistosa comedia en un acto y en verso de F. Iriarte cuyo título es: "Las dos puras". 4º) Gran Baile Familiar. La orquesta compuesta de siete profesores estará a cargo del  maestro Ernesto Wolcan, que durante los entreactos hará oir su excelente repertorio musical".

Unos sábados más adelante (10 de octubre del mismo año) el atrayente programa preanunciaba otro gran estreno: la representación del "grandioso drama trágico en cuatro actos y cinco cuadros y en prosa, original de Victoriano Sardou, convenientemente traducido al castellano", titulado Tosca, cuya protagonista, la señora Adela Dufaur (Floria, llamada Tosca) compartía los principales papeles con el señor Atilio Ramini (Barón de Vitello Scarpa, jefe de policía de Roma).

Luego el infaltable "gran baile familiar".

Las invitaciones eran de rigor y los pedidos podían realizarse "en la secretaría del centro "Los cuatro unidos", 41 núm 645 y en los siguientes puntos: 50 - 9 y 10 Talabartería; 9 núm 483; Dique Nº 1 casa de Cambero; diagonal 74 - 4 y 5 Zapatería (Protección del Pueblo); 4 - 22 y 23 (casa de Cheretti) y 59 núm 586 (casa de Buret y Dorelle), 48 núm 481".

El viejo cine

La gran pantalla del "Princesa" quedó reducida hoy a desvencijados afiches coloridos de la época, mínimamente adheridos a la pared del fondo del escenario. A propòsito, por debajo de éste se ubicaban los baños que tenían por suerte sólo una lona.

Y si los actuales albañiles afirman que los ecos persisten (dicen escuchar ruidos sobre las tablas), persistirán nomás. 

Como el de "Segundos afuera", dirigida por A. Etchebere y Chas de Cruz, que enfervorizó a los tres sectores de la platea con la participación de Amanda Varela, Sussy Derqui y Pedrito Quartucci, con Pablo Pintos y el campeón argentino Raúl Landini. Como no podía ser de otra manera, una producción argentina "Sono Film".

Él, saco y chomba, mocasines sin medias. Ella, pollera rigurosa y cartera "golf" rumbo a la boletería. Dos entradas de 30 centavos para ver "Yo conocía a esa mujer", con los jóvenes Libertad Lamarque y Osvaldo Miranda, junto a Agustín Irusta, Rafael Frontaura, Federico Mansilla, Elvira Quiroga, Nélida Bilbao y Elsa O'Connor.

Es para destacar que, en la década del 30, la empresa de cines "Lombardi y Cía" administraba el cine Princesa, además del Astro (48 entre 7 y 8, actual paseo de compras); San Martín (7 entre 50 y 51), América (51 entre 5 y 6); Sarmiento (5 entre 63 y 64) y en Ensenada, los cines Astro y Social.

Las tablas le hicieron fuerza a la motosierra

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