domingo, 1 de abril de 1990

La Organización Negra o cómo estimular al público

La organización negra (obelisco)

Por Carlos Pacheco

“No es un fenómeno social, no es un grupo, no es un colectivo político, no es un círculo de amistades afines, no es una asociación pro-alguna causa”.

“Es una organización delictiva dentro del panorama actual del arte”. Ambas declaraciones forman parte del Manifiesto Canalla que el grupo catalán La Fura dels Baus diera a conocer en 1983, y que resulta una muy buena síntesis para definir también a La Organización Negra, que en Argentina continúa la línea de trabajo impuesta por La Fura. Como los europeos, “La Negra” produce espectáculos mediante constantes interferencias entre sí de intuición más investigación” y “experimenta en vivo. Cada acción representa un ejercicio práctico, una actuación agresiva contra la pasividad del espectador, una intervención de impacto para alterar la relación de éste y el espectáculo”.

Quienes por primera vez descubrimos a La Organización Negra en Cemento, aquella noche de julio de 1986, cuando estrenaron U.O.R.C., con algo de happening, mucho de punk y no menos de juego nov, nunca quizás hubiéramos pensado en la continuidad de una tarea que parece mantenerse intacta en su nivel de investigación y de atracción para el público porteño.

En aquel momento, quienes habían tenido la posibilidad de ver a los catalanes en el Latinoamericano de Córdoba, hicieron las comparaciones del caso, y hasta intentaron quitarle trascendencia al espectáculo. Pero, claro, las sensaciones que se llevaron adheridas al cuerpo, fueron muchas y no pudieron negar la experiencia.

Buenos Aires vivía entonces la novedad de los rituales punk, la música minimalista, el tecno. El posmodernismo se imponía en aquellos lugares en los que comenzaban a suceder algunas cosas en materia de espectáculos. U.O.R.C. se mezclaba con esa realidad que aparecía, y por eso tal vez, se impuso inmediatamente. Desde entonces, cada presentación reúne a numerosos espectadores.

Una organización en la calle

Conformado por un grupo de alumnos del Conservatorio Nacional de Arte Dramático, que un buen día deciden alejarse de él para buscar directamente en la práctica los móviles que identifiquen el trabajo en que están interesados. La Organización Negra se constituye en 1984.

Sus etapas de búsqueda están diferenciadas de acuerdo a cada propuesta que concretan, pero fundamentalmente mantienen una línea de trabajo íntimamente ligada a lo que podría denominarse ligeramente: “esa necesidad de provocar, estimular al espectador a partir de acciones directas”.

Jamás han contado una historia, ni tampoco han necesitado de la palabra para expresarse. Sus objetivos de investigación están directamente emparentados con el actor y su relación con el espacio y el espectador. Por eso desde aquellas primeras experiencias callejeras, hasta su último ejercicio, “La Tirolesa/Obelisco”,La Organización Negra estructura sus propuestas a partir del actor en movimiento. Su presencia, su accionar, son el tema y argumento del espectáculo.

Resulta interesante conocer el valor que el grupo otorga al intérprete, al que a la vez le aportan un nombre particular: “Seguimos prefiriendo –dicen- la denominación “modelo vivo (MV) que el término actor. Un MV posee una cualidad de movimiento y una caracterización estética. Se excluye de esta manera el énfasis de la psiquis por encima de le envoltura carnal del actor. Es el cuerpo del MV el verdadero soporte de las acciones realizadas y no su pensamiento”.

Cansados de los esquemas tradicionales del teatro comercial, y aún de las propuestas que se apartaban de él, el grupo vio la necesidad de dirigir su búsqueda hacia el interior mismo del hecho teatral, en un intento por encontrarse con la verdad que definiera aquellos caminos por los que el teatro debería transitar.

“En el teatro –opina el grupo- o en una actuación, uno siempre trata de buscar un lugar de verdad en la expresión, y generalmente lo que ocurre hoy en día con el teatro es que justamente esa verdad se ve relegada por la armazón teatral. La historia del teatro es como la historia de la mentira, o como mentir. Y ese es el carma que se come el teatro. Por ahí la punta tiene que ver con la búsqueda de verdad, de credibilidad, que lo que se haga sea creíble a algún nivel. La gente se aburre porque no hay verdad, hay algo de la realidad que vive la gente que está disfrazado. Si hay sólo un público determinado que va al teatro; o cuando dicen: “los jóvenes no van al teatro”, eso ocurre porque el teatro ha trasmutado más como un hecho arqueológico”.

De ahí que desde 1983 La Organización se propone recuperar la verdad en el teatro. Primero desde ellos mismos, para luego proyectarla en un público que mucho necesita de los estímulos.

“Nuestro grupo –declaran- se empezó a gestar el año anterior al Festival latinoamericano de Córdoba. Surgimos un poco como un movimiento. Hacíamos diferente tipo de eventos. Después vino el Festival, ahí vimos ala Fura dels Baus, y ellos nos abrieron una perspectiva muy importante en nuestro trabajo interesado en producir hechos que incidieran directamente en el espectador. Al año siguiente empezamos a hacer ejercitaciones callejeras que en común tendían a incidir, impactar la atención de la gente. El leit motiv era la sorpresa. No se trataba de un espectáculo preparado, anunciado para que la gente fuera a verlo. Nosotros caíamos a una zona, producíamos un ejercicio que duraba muy poco tiempo, y que estaba básicamente dirigido a transgredir la cotidianeidad, cambiar las pautas habituales del transeúnte en ese momento.

Por ejemplo, uno de esos ejercicios fue “El chanchazo”; aparecimos con una camilla en la que llevábamos el cuerpo de un hombre con cabeza de chancho, en torno del cual se desplazaban también varios médicos. Otro fue “La procesión papal”, que de los callejeros fue el ejercicio más grande, era bastante fugaz y a la vez intempestivo porque atravesábamos dos cuadras de la calle Florida en el horario bancario. Otro fue el de los fusilamientos en la avenidas. Aprovechábamos las interrrupciones de los semáforos para provocar el fusilamiento de gente que transitaba con el público. Se escuchaban explosiones, caía esa gente, y enseguida se volvía a parar siguiendo su camino, como si nada hubiera pasado. Todos estos ejercicios nos sirvieron de mucho para trabajar directamente con un espectador desprevenido”

De Cemento al Obelisco

Los resultados de esas experiencias fueron trasladados directamente a un trabajo mayor, “U.O.R.C.” –teatro de operaciones-. Aquí quedó muy manifiesta la influencia de la Fura dels Baus en cuanto a la utilización del espacio, la relación actor/espectador en ese espacio, y la continua materialización de acciones en distintos sectores, entre el público, y hasta por encima de él. La práctica callejera permitió que el juego de la sorpresa/estímulo, tan recurrente del grupo, estuviera continuamente presente, y se manejara a la perfección. Cada movimiento, cada acción desarrollada provocaba una sensación contundente. En más de un momento el público se veía enfrentado al riesgo, y ello estimulaba su capacidad de reacción frente a acciones casi violentas. A la vez, una música tecno aportaba un clima particular que enriquecía el juego de imágenes que iba conformándose.

No resulta fácil definir el espectáculo. Desde el ingreso de los MV al espacio donde un público ansioso y expectante esperaba, vestidos de negro, irrumpían desde distintos sectores llevando en sus manos larga varillas de hierro; se mezclaban entre la gente, jugaban con la agresión, con el miedo. Una pared blanca caía sobre el público; un MV tendido en una cama que colgaba del techo y giraba sobre su eje; otro, se desplazaba por encima de las cabezas de los espectadores a través de un riel; en síntesis, a un ritmo continuo se imponía la actuación no sólo de los integrantes del grupo, sino además, de los espectadores que eran incitados continuamente a representar, y lo importante, con una enorme cuota de verdad.

“U.O.R.C.” –dice el grupo- fue el primer espectáculo de La Organización Negra ya constituido como equipo de trabajo, y con una propuesta más teatral. Es decir, se ocupaba un espacio donde se preveía que iba a desarrollarse un espectáculo de teatro. La gente era convocada a ir. Comenzaba a un horario determinado, tenía un tiempo de duración establecido. A partir de este trabajo en que comenzamos a armar cosas más elaboradas, más complejas y con otros objetivos. Nuestra experiencia en la calle nos permitió comprender que el tema del teatro también está relacionado con lo popular o lo social. Ir al teatro involucra determinado tipo de gente, de experiencia.

En nuestro caso es distinto y hasta resulta una experiencia a la que el espectador está poco habituado. Para mucha gente lo nuestro no es teatro, porque no se siguen determinadas pautas establecidas; pero nosotros nos consideramos un grupo de teatro y fundamentalmente nos interesa que lo que hacemos resulte un aporte al teatro. Es cierto que tomamos muchas influencias del teatro, pero las reciclamos de acuerdo a nuestras necesidades”.

U.O.R.C., definido como “un conglomerado de operaciones teatrales en estado de fricción con los espectadores” se estrenó habiéndose previsto realizar cuatro funciones. La continua asistencia de público determinó que se concretaran cuarenta representaciones a las que asistieron un total de 12.000 personas.

Debieron transcurrir varios meses antes de que el grupo se impusiera con otra propuesta. En diciembre de 1987 realizaron una pequeña performance alusiva a la Navidad, también en Cemento. Los seis integrantes entonaron “Noche de Paz” acompañados por una música tecno. Finalizando el tema, el espacio se cubrió de humo mientras efectos pirotécnicos estallaron en distintos sectores del lugar. Un importante número de espectadores quedó sorprendido ante la función. Nadie pensó que la experiencia resultara tan pasiva. Aún así, la carga de sensaciones que provocó fue innegable.

Casi al año, en el Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires, dentro de las Nuevas Tendencias II, La Organización dio a conocer su nuevo espectáculo: “La Tirolesa”. Aquí aparecieron dominando la técnica del alpinismo y jugando con los cuatro elementos: el aire, el fuego, el agua y la tierra. Nuevamente los seguidores del grupo fueron esperando encontrarse con fuertes acciones, pero nada de esto sucedió. Sólo debieron limitarse a observar.

En tres ámbitos distintos, al aire libre, los “modelos vivos” aparecieron descendiendo de un muro, introduciéndose en cubas con agua y barro. Finalizada la acción, la atención debía desplazarse hacia otro ámbito donde una cortina de agua servía de marco para que otros dos modelos jugaran sobre una estructura metálica. Por último, los espectadores debían movilizarse a otro espacio donde se descubría una relación actor/fuego. “La Tirolesa” no tuvo el impacto de U.O.R.C., sus acciones se correspondían con una experiencia en etapas, menos intensa en su desarrollo, pero igualmente estimulante.

El trabajo se amplió cuando el grupo se lanzó a concretar el mismo espectáculo en la Plaza de la República, utilizando el obelisco como centro. Se repitió casi el mismo esquema presentado en el Centro Cultural, pero escalaron el obelisco, caminaron sobre una de sus paredes, gatearon, corrieron. Casi 15.000 espectadores siguieron de cerca, con gran expectativa, las alternativas del ejercicio.

“Mucha gente esperaba sangre, y nosotros estábamos investigando el andinismo –dice el grupo-. La altura provocaba sensaciones particulares, tiene que ver con el vértigo de cada uno. Aquí nadie necesitaba estar fingiendo. Ni nosotros, ni los espectadores. Por lo tanto, producíamos un hecho verdadero y el efecto fue contundente”.

Esta presentación en pleno centro porteño permitió a un mayor número de espectadores conocer la actividad de quienes hasta entonces venían produciendo su trabajo en espacios muy determinados, que contaban con la afluencia de un público ligado o interesado en la actividad teatral. Aquí, en cambio, se dio un fenómeno muy especial. Fue un hecho netamente popular. El trabajo de La Organización Negra ha dejado de ser tema de ciertos circuitos intelectuales, para integrar la larga nómina de experiencias particulares que concitan el interés de muchos observadores.

Enrolados en la vanguardia teatral porteña, los integrantes de La Organización prefieren otras consideraciones a su trabajo: “Preferimos decir que nuestro teatro es antiguo más que moderno. Nosotros sentimos que producimos teatralidad, energía teatral. Y eso es antiguo, sucede que se perdió. Y si lo recuperamos es porque nos interesa una forma de teatro activo y tan popular como un partido de fútbol o un concierto de rock”.

Los resultados de esta propuesta son el más claro ejemplo de los logros de un grupo que desde hace cinco años se propone modificar la realidad de un fenómeno que aparenta estar cada vez más agotado.

ESPACIO de crítica e investigación teatral, AÑO 4, Nº 6 Y 7

Abril 1990, Ed. ESPACIO

Fuente: http://www.teatrodelpueblo.org.ar/sobretodo/08_sobre_las_tendencias/pacheco001.htm

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